El exprisionero de los nazis que ayudó a construir Roca

Fioravanti Clarotti, el hombre que logró escapar de un campo de concentración, y que ayudó a levantar el hospital y el exBanco Los Andes, será reconocido hoy por la municipalidad.

Redacción

Por Redacción

Fioravanti Clarotti es uno de los tantos italianos que con sus propias manos ayudó a construir los grandes edificios de Roca, como el ex banco de Los Andes (sobre calle Tucumán), las piletas de natación del Deportivo Roca, un sector del viejo hospital, entre otros lugares.

Por aquel entonces no había máquinas y los hierros se doblaban con herramientas de mano. Fioravanti era oficial armador. Esas mismas manos que ayudaron a construir una ciudad fueron las que de joven tuvieron que tomar armas italianas para pelear en la segunda guerra mundial.

Fioravanti nació el 15 de diciembre de 1923, en Stroeder, provincia de Buenos Aires, cuando su padre vino a probar suerte en los campos argentinos. Tenía tan sólo un año cuando don Luis Clarotti decidió volverse a Italia. A los 17, Fioravanti t decidió enrolarse voluntariamente en el Ejercito. “En casa se pasaba hambre y yo no podía quitarles el alimento de la boca a mis hermanos, por eso me fui al ejército”, recuerda el hombre con su acento italiano. Tal vez nunca imaginó que su vida militar terminaría escapando de un campo de concentración nazi.

El hombre es de baja estatura, de grandes cejas blancas y ojos lagrimosos que se cierran y hasta enfurecen cada vez que se le pregunta qué pasó en la guerra.

Fioravanti quiere contar a veces, pero recordar la convivencia con la muerte, en el mismo infierno duele. “Me hace mal”, dice.

Son sus hijas las que terminan los relatos empezados don Clarotti. “Hay veces que él cuenta cosas muy feas. Antes se las contaba a mamá y nosotros no le dábamos mucha importancia, pero desde que murió mamá, él suele contarnos algunas cosas a nosotras”, dice Fabiana, que es la hermana mayor.

Entre esos relatos figuran cuando logró escapar en dos oportunidades de submarinos que estaban en superficie y fueron hundidos. Una tercera vez fue cuando viajaba en un barco mercante, donde más de dos mil personas fallecieron, pero él logro salir con vida junto a otros 123 marineros.

A pesar de esa negativa a hablar, nos permite ver una madera con un número y algunos pequeños tickets escritos en alemán y con símbolos nazis. “Esos papeles eran como plata de bajo valor que nos daban en el campo de concentración y con eso podíamos comprar algunas cosas para comer. Y la tablilla tiene el número que me correspondía como prisionero y que teníamos que llevar en el cuello”, explica el hombre que sobrevivió al holocausto. Ese número que aún conserva es el 159180.

“El nos ha contado que por las noches los alemanes los levantaban temprano para ir a limpiar las cámaras de gas, donde estaban los judíos muertos o hacer las fosas. En una de esas noches pudo escapar junto a otros compañeros, pero la lluvia de balas hizo que casi todos murieran. Mi papá pudo escapar y meterse a un bosque. De ese campo de concentración pudo sacar un libro escrito por uno de sus compañeros, una Biblia y esos vales”, relata Fabiana.

Don Fioravanti muestra algunas fotos de los submarinos, donde le tocó viajar como marinero y que cuelgan de la pared de su casa en calle Neuquén. Otro cuadro le recuerda a sus hermanos, a los que nunca más pudo ver. Sólo uno de ellos logró viajar a Argentina y pasar un tiempo en su casa.

Con su primera esposa italiana tuvo dos hijos y con su segunda mujer, Elsa Ulloa, tuvo otros seis hijos a los que les puso nombres parecidos (Fabiana, Fabio, Faustina, Fabiola, Fabián y Florencia)

Fioravanti tiene 95 años, dos dedos cortados por una cierra circular y un problema en los ojos que no lo dejan ver bien. Lamentablemente también tiene una memoria privilegiada. Una memoria que le hacer ver con claridad cada momento vivido, ya sea en la pobreza de su niñez, en la guerra y los campos nazis de su juventud y en el recuerdo de su vejez. Una memoria que le duele, pero que también lo mantiene vivo para contarlo a sus hijos, a sus nietos y al mundo.

“A los 17 años me fui al Ejército y a la guerra voluntariamente porque en casa no había para comer”

Fioravanti Clarotti

Sobreviviente de la guerra

“El recuerda que los alemanes los levantaban de madrugada para limpiar las cámaras de gas”

Fabiana Clarotti

Hija mayor de Fioravanti.

Tiempo

Datos

“A los 17 años me fui al Ejército y a la guerra voluntariamente porque en casa no había para comer”
“El recuerda que los alemanes los levantaban de madrugada para limpiar las cámaras de gas”
2 años
Fue el tiempo que debió soportar en los campos nazis hasta escapar en medio de una balacera alemana.
1950
Don Fioravanti vuelve a la Argentina y se radica en Roca, donde trabaja en varias empresas.

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