El imán de las playas de Bariloche

Las altas temperaturas empujan a turistas y residentes a las orillas del lago Nahuel Huapi.

Una gran afluencia de veraneantes se volcó esta semana a la playas lacustres, que son la mejor elección para disfrutar de una tarde de sol a pleno y altas temperaturas.

El ritual del mate –o de la cerveza, según el caso– es el paisaje más repetido en la playa del Centenario, en un extremo de la costanera céntrica, y también en playa Bonita, sobre el kilómetro 8 de Bustillo.

La mejor manera de sofocar el calor. Foto: Marcelo Martinez

El termómetro trepó el jueves hasta los 29 grados (dos menos que en la víspera) y el agua fresca de los lagos resultó toda una tentación. Pero en muchos balnearios llamó la atención la turbiedad residual, que los guardavidas atribuyeron a la fuerte tormenta del miércoles.

Cristian Klobertanz y Florencia Frete, recién llegados de Viedma, eligieron playa Bonita, donde se sentaron un tronco para observar maravillados el paisaje y confirmar que el verano en la cordillera tiene una magia única. “Yo ya vine otras veces, y ella incluso vivió acá –contó Cristian– Cuando hace calor el mejor plan es la tarde en la playa. Nos encanta, yo lo elegiría mil veces”. Florencia estuvo de acuerdo y ratificó que el calor de estos días es inusual, porque su recuerdo de años atrás era que “a veces no pasaba de los 25 grados en todo el verano”.

El intenso movimiento turístico atrae también a los vendedores de helados, de churros y a los alquileres de kayaks, que ayer trabajaron como en sus mejores días.

Cuando hace tanto calor, no importa la temperatura del agua. Foto: Marcelo Martinez

Pero no sólo los visitantes se acercan a las playas. En la Centenario pasadas las 15, ya estaba instalado Mario Cárdenas con su familia, junto a una sombrilla y una heladerita con víveres. Mario vive en el barrio San Francisco IV había estado el 1 de enero en el lago Gutiérrez, donde lo sorprendió la tormenta. Ayer eligió una playa más cercana a su domicilio.

Aunque el calor invitaba a dar un chapuzón, el joven se quejó de la calidad del agua. Dijo que de chico frecuentó ese lugar “y antes se podía ver la arena del fondo”. Interpretó que el color pardo del agua no se debía sólo a tierra en suspensión sino también a algún residuo cloacal. “Uno se mete igual, pero no mucho si está así”, reconoció.

El detalle no pareció importarles demasiado a cuatro jóvenes rosarinas que hicieron base a pocos metros de los Cárdenas, bajo la sombra de uno de los escasos arbolitos de la playa.

Clara, Marianela, Carla y Camila aseguraron que el lugar es “increíble” y que en su ciudad de origen el agua es “marrón y casi tibia”, lo cual no resulta un problema para los bañistas.

Dijeron que el sol les pareció “muy fuerte” y desmiente “eso del frío en la Patagonia”. Para cuidarse, dijeron haberse asegurado un buen protector solar y gorra obligatoria. “Ayer estuvimos en Villa Tacul y también nos gustó mucho. No me imaginaba encontrar estas playas”, dijo una de ellas.

De Mendoza ciudad también había llegado ayer la familia Fernández (madre, padre y dos hijos pequeños), que conocían Bariloche de otros veranos y decidieron pasar sus primeras horas en playa Bonita. Encontraron “hermoso todo, incluido el clima”.

También en playa Bonita se ubicaron sobre una lona y a pocos metros del agua Paula Ceroni (residente del barrio Rancho Grande) y su amiga Natalia Nelle, que llegó de vacaciones desde Tucumán, acompañada de su hijo Camilo, y se queda hasta el 17 de enero.

Observaron que el sol fuerte y “la sombra escasa” obliga a ir a la playa más tarde que en otros lugares, no antes de las 15. Practicaron, como muchos, el hábito de sumergirse en el lago en chapuzones cortos y repetidos.


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