El médico que conduce la ciudad rionegrina con más casos de Covid-19

Leonardo Gil conduce el hospital público de Bariloche, la ciudad más golpeada por la pandemia. Su equipo de salud no tuvo respiro por el incesante movimiento turístico.

Estuvimos al borde del colapso pero nunca llegamos a colapsar. Eso hubiera generado una falta de respuesta”, sintetizó Leonardo Gil, director del hospital Ramón Carrillo de Bariloche. Desde que se hizo cargo de la institución, este médico oriundo de Mar del Plata que desembarcó en Bariloche 17 años atrás, debió atravesar un brote de sarampión, otro de hantavirus y hoy, lleva 535 días al frente de la pandemia de Covid-19 en la ciudad rionegrina con más casos activos y muertes.

Bariloche registraba 544 contagios al último domingo, con un promedio de 37 casos diarios en los últimos 14 días.
Solo en diciembre, la caída de la curva generó un leve respiro. El intenso flujo turístico durante el verano adelantó la segunda ola de la pandemia, con casos más graves y muertes.

“Es difícil comparar Bariloche con otras ciudades porque la circulación no es la misma. El Valle tendrá sus complicaciones: cruzás un puente y estás en Neuquén. Es otra provincia y eso juega en contra. Pero no tiene movimiento turístico”, recalcó.

“Bariloche -continuó- es la ciudad más grande de la provincia que vive netamente del turismo. Ese movimiento de personas no nos dio respiro. Esa es la única certeza: el turismo generó más movimiento del virus”.

Desde el inicio de la pandemia, Bariloche sumó 442 muertes. Es la ciudad de la provincia con más víctimas fatales. “Durante la segunda ola, pese a los esfuerzos de los equipos de trabajo de salud, mucha gente fallecía. Sentíamos que hacíamos todo y no alcanzaba. El virus tenía su biología y su agresividad y no pudimos hacer mucho. Por eso, salimos a decir que la solución no era agregar más camas sino evitar contagiarse”, contó.

El 3 de abril, la bisagra

El primer caso de Covid-19 en Bariloche, el 3 de abril del 2020, marcó un antes y un después de un recorrido largo y extenuante del que aún no se vislumbra un final.

“Cuando el virus entró a la ciudad, hubo momentos de mucha tensión y nerviosismo porque no sabíamos a qué nos enfrentábamos. Hubo que cortar el movimiento de personas en una ciudad turística como Bariloche. Nación iba definiendo qué entraba y qué no, como criterio”, recordó Gil.

En ese momento, se decidió concentrar los casos positivos en hoteles pero el crecimiento de la curva volvió inviable ese mecanismo. “Fue medio a los empujones, a las corridas. Hubo una logística y una estructura terrible detrás de esa maquinaria. Con el tiempo fuimos desandando incertidumbres”, manifestó.

Un año después, los pacientes comenzaron a llenar las guardias y el consultorio de hisopados. De contar con una sala de terapia intensiva de 7 camas, el hospital llegó a registrar 29 pacientes con asistencia respiratoria, cuatro veces más. Fue necesario trasladar la maternidad y readecuar espacios.

Gil advirtió que jamás se improvisó. “Había un plan a, b y c. Todo lo que podía pasar estaba previsto. Atravesamos una situación crítica pero el peor escenario -que era no tener lugar ni capacidad para atender- no llegó”, dijo. También aclaró que el hospital nunca necesitó trasladar pacientes a otras localidades, como sucedió con un sanatorio privado de Bariloche.

Gil aseguró que hoy los equipos de salud aguardan cada parte diario de la situación sanitaria con la misma zozobra que al comienzo de la pandemia. Solo que ahora la vacunación genera más esperanza al bajar la cantidad de internados graves.

“La toma de decisiones sigue siendo constante, con cautela, como la reapertura de los consultorios de Maternidad. Todo está bajo la supervisión de indicadores”, sostuvo.

Reconoció que si bien en las últimas semanas la curva de contagios sube lentamente, lo que preocupa es la entrada de la cepa Delta. “Estamos en una curva plana de 50 casos diarios. Pero no significa que, en caso de circulación comunitaria de la Delta, no haya una tercera ola pese a estar vacunados. Por eso, estamos acelerando la segunda dosis.

Hoy tenemos un 70% de la población con una dosis y más de un 25% con las dos. Hay que lograr que a fin de mes, el 40% de la población tenga las dos dosis ya que disminuye la posibilidad de enfermarse gravemente”, enfatizó.

“¿Cuál sería el peor escenario con la entrada de la cepa Delta?”, preguntó RÍO NEGRO. “Pese a la vacunación, el nivel de contagios en Israel es terrible, igual que en Estados Unidos o Europa. No estamos ajenos a eso. De todos modos, venimos de un verano con un aumento de casos y ahora, en pleno invierno logramos bajar la curva con la vacunación. Hoy tendríamos que estar detonados pero Argentina pudo retrasar la entrada de la Delta”, respondió.

¿Cómo encuentra la pandemia al director del hospital más grande de Río Negro un año y medio después ? “Con muchas cosas aprendidas pero agotados. Hace casi dos años que no paramos. En este tiempo, solo me fui cinco días a ver a mi mamá de 84 años a Mar del Plata. Todo esto repercute en nosotros y en nuestras familias”, señaló este médico de 48 años.


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