“El miedo y el aislamiento, más peligrosos que el coronavirus”

El sicólogo Gustavo Marín alertó sobre los pensamientos catastróficos que causan un distanciamiento social potencialmente más perjudicial que el contagio.

Ansiedad, angustia, miedo al contagio e incluso a la muerte -propia o de un ser querido- son algunas de las reacciones que se advierten en la sociedad estos días en un contexto cotidiano donde el coronavirus ha copado la agenda informativa global, nacional y regional. La suspensión en cadena de la mayor parte de las actividades que reúnen a público numeroso en ámbitos de todo tipo y el bombardeo de consejos, muchas veces contradictorios, activan en las personas temores internos que terminan por generar conductas de pánico irracional.

Para hablar sobre esta coyuntura, Río Negro entrevistó al psicólogo Gustavo Marín (MP 231), quien además de ejercer en su consultorio es profesor en el IUPA de Roca. No sin aclarar que por no ser médico no puede opinar acerca de las cuestiones técnicas sobre la realidad del impacto del virus “lo que sí me doy cuenta por la información que llega es que no todos piensan lo mismo. De hecho un virólogo argentino, Pablo Goldschmidt, que ha sacado artículos en diarios de nuestro país pero ya hace varios años que vive en París y es especialista en infectología, dice que es totalmente injustificado el pánico que se ha creado con respecto al coronavirus y que en realidad el año pasado también había coronavirus pero nadie se puso a contar cuántas personas estaban infectadas. Por lo tanto creo que es importante poder relativizar la situación entre lo que dicen unos y lo que dicen otros”.

Pero esa toma de distancia -aclara- “no quita que uno diga ‘no sé bien cual es la verdad pero puedo tomar mis recaudos’ -ya que el gobierno me alerta- pero es muy distinto, porque por ejemplo cuando me pongo el cinturón de seguridad, no entro en pánico… O sea que una cosa es que tome una prevención y otra que el miedo me inunde e influya en mi vida y comience a aislarme o empiece con un trastorno de ansiedad, que es lo que estoy viendo también en mi consultorio”.

Gustavo Marín añade que estas alertas que pueden llegar a ser verdad o no del todo, activan miedos internos que están en las personas y eso es lo que genera realmente el pánico.

“Hay externamente un detonante pero después lo que pasa adentro -no en todas las personas- es que se activa un miedo que llega al pánico y toda su vida empieza a girar en torno al miedo aunque por ejemplo aquí en Roca no tenemos todavía ningún caso”.

Si nos quedamos anclados en el miedo a la muerte terminamos teniendo miedo a la vida».

Gustavo Marín, psicólogo


“Vivimos en una cultura basada en el control, con la idea de que todo puede ser controlado, que lo ideal seria que tuviéramos una vida con seguridades y certezas absolutas. Y eso es totalmente irracional”.

P. Tampoco sano ¿no?, para la persona.
R. Claro , porque algo que nos cuesta aceptar es que vivir es peligroso ¿si? y si no acepto eso voy a vivir en un estado de permanente ansiedad y tensión. Entonces lo que pasa ahora es que queremos tener la seguridad de que no nos vamos a morir por la gripe del coronavirus y eso nadie te lo va a decir. Y es lo que sube a caballito de esta búsqueda de control, de una vida aséptica que queremos y eso es una fantasía infantil porque realmente vivir una vida plena implica correr riesgos. ¿Qué nos están pidiendo -se pregunta- que nos aislemos y no creo que eso sea saludable para nuestra comunidad, eso está produciendo un mayor daño, más allá de lo económico por las actividades que se están suspendiendo, están trayendo un daño sicológico porque aumenta la ansiedad por cosas que no están del todo comprobadas.

La suspensión de clases

P. En países que han estado en guerra o en catástrofes mayúsculas se procura que cuanto antes se restablezca esa rutina tan ordenadora que son las clases; y aquí -pese a que el gobierno viene sosteniendo que no hay razón – todo indica que la presión social y gremial van a llevar a suspenderlas.
R. Es que pareciera que el virus fuera ‘no ideológico’ ¿si? pero se empieza a mezclar con cuestiones ideológicas, con intereses que existen… Hay muchísimas razones por las cuales nos podemos enfermar -razona el profesional- y no se dice nada. Ahora con esto, no tenemos ningún caso salvo uno en Viedma y genera una sicosis tal que nos tenemos que aislar. Creo que esos miedos nos colocan en un lugar infantil y eso es muy peligroso.

P. El cambio de los hábitos como el no tomar mate y otros, ¿de qué manera puede impactar?
R. Creo que cada uno tiene que ver a qué está dispuesto. Tampoco se trata de que lo voy a hacer dejándome llevar por lo que dicen mis amigos y si todos me dicen que no pasa nada… Es el poder tener un pensamiento critico, reflexivo pero por mí mismo. Escucho una cosa y otra y yo saco mis propias conclusiones. No dejarme llevar por la masa, sea la de mis amistades, de mi círculo, como también de las líneas que baja el gobierno.
Sabemos que en las enfermedades el afecto, el amor que podemos sentir por alguien, el compartir, es algo que sana -y no el romper vínculos-, esto va a hacer mal a lo comunitario. No significa que no se puedan tomar algunas medidas (de prevención) pero se trata de ver realmente qué pienso.

Las cuarentenas

P. Las personas que están en aislamiento y viven solas, ¿qué se puede recomendar para pasar esos días hasta saber si están infectadas o no?
R. Creo que hay que tener mucho cuidado (con ellas) porque quizás no los mate el virus pero los puede matar el aislamiento. Siempre va haber personas solidarias, dispuestas a acompañar a alguien. De esto el Estado también se tiene que ocupar. Creo que no es necesario quedarse solos, además hay personas que realmente no se pueden manejar solas. Esto tiene que fortalecer la solidaridad, no hacer un hueco en la solidaridad. En eso también nos tenemos que ocupar, no solamente decir no contagiar sino cómo acompañar a alguien que posiblemente esté contagiado. O sea en todo momento favorecer los lazos afectivos y sociales con los cuidados adecuados. No se trata solamente de aislarnos, de no reunirnos. Esa actitud de separación es lo que nos va a afectar mucho más sicológicamente. Cualquier médico te va a decir que una baja en el sistema inmunológico es proclive para que contraigas cualquier virus y esa baja tiene que ver tambíén con la soledad y con el aislamiento, con el miedo.

P. ¿Una conclusión?
R. Creo que el tema del miedo es central.

P. ¿Miedo a perder el control sobre todo?
R. Claro, y que el control en realidad no es algo real que se pueda sostener. Vivir implica un riesgo y con los miedos hay que tener cuidado porque nos paralizan y colocan en un lugar infantil. Yo puedo tener miedo a tirarme a una pileta, pero puedo aprender a nadar y voy a tener que tirarme a la pileta. Siempre que podamos transformar el miedo en un desafío; si no, nos paralizamos y no vivimos. El miedo que está detrás del coronavirus es el miedo a la muerte. Si nos quedamos anclados en el miedo a la muerte terminamos teniendo miedo a la vida. No vivimos plenamente”.


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