El país necesita alfabetizadores de educación financiera

Jorge Álvarez*

En nuestro país la seguridad social transfiere mensualmente a jubilados y pensionados, como también a los beneficiarios de programas sociales y la AUH, la mitad del gasto del Estado central.

Ese volumen de dinero se transfiere por los canales formales de la banca pública y/o privada y, de acuerdo a diversas investigaciones, la mayoría de las personas retira en el día de cobro la totalidad de su haber transformando esa masa monetaria en dinero efectivo del cual se pierde control automáticamente, ya que el mismo pasa a engrosar la economía informal.

Una primera mirada sobre la cuestión refiere a la falta de formación financiera, ya que la bancarización en nuestro país es muy alta, casi ocho de cada diez personas tiene una cuenta bancaria, según un informe del Banco Mundial.

Pero solo la mitad de ellos usa los servicios bancarios.

Pero también es justo señalar que todo el comercio de cercanía, salvo excepciones, obliga al pago en efectivo, siendo en algunos casos el uso de billetes un motivo de rebaja, ya que se hacen ofertas bajo esa condición.

Entonces sumamos a la falta de conocimiento sobre el uso de instrumentos financieros la ausencia de medios de pago digitales en la mayoría de la cadena de venta, siendo el transporte público de pasajeros la excepción.

En estos días la empresa argentina Mercado Libre dejó a YPF y Techint en un lote menor en la liga de las multivernáculas, cuando duplicó en Wall Street el valor de sus acciones al conocerse el balance del primer trimestre del año, siendo Mercado Pago el responsable de este éxito.

Al respecto Anses estudia llevar a cabo un programa piloto con dicha billetera virtual para depositar allí los haberes de los programas sociales.

Sin dudas, un avance que requiere de personas capacitadas para su uso como también de comerciantes con dispositivos para cobrar por ese medio, por ello la complejidad que el tema amerita requiere de alfabetizadores financieros que permitan que este proceso inclusivo para los sectores postergados no se transforme en una nueva exclusión.

El especialista y divulgador Ignacio Carballo bien lo explica en su blog, al señalar que la inclusión financiera puede pensarse como “una condición necesaria pero no suficiente”, ya que es necesario una educación financiera responsable y cuidadosa, teniendo en cuenta que hablamos de dinero y de su uso en personas donde el microahorro puede mejorar la capacidad de acceso a bienes, así como su mal uso puede empeorar su situación.

En épocas de inflación, donde la moneda se deprecia diariamente, cuidar el bolsillo hace la diferencia y conocer las herramientas financieras debería ser tenido en cuenta como un derecho ciudadano.

Como sociedad carecemos de una educación financiera que nos otorgue herramientas para aprovechar las oportunidades que cada ciclo brinda, mantenemos un desconocimiento de los servicios bancarios y financieros muy altos, mientras se suceden iniciativas como los plazos fijos a cincuenta puntos sin necesidad de tener una cuenta, el mercado de capitales, etc.

Es por ello necesario la creación de una red de alfabetizadores financieros que de buena fe puedan brindar conocimientos financieros y preparemos a nuestra sociedad para el siglo XXI.

El mundo del billete, el mundo de la economía manual desaparece como agua entre las manos y no podemos dejar al zorro al cuidado del gallinero.

Necesitamos un plan nacional de formación financiera ya, hagamos presión.

*Presidente del Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (Iadepp)


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