El problemático Cáucaso Norte, al borde de la guerra civil

En medio del silencio se oye el estruendo de tres tiros. Son tres disparos, muy seguidos, que retumban en el centro de la ciudad de Nalchik. A lo largo de la calle principal, Lenin Prospekt, hay uniformados con el arma en posición de tiro detrás de vehículos policiales. Sin embargo, la gente en la calle permanece indiferente. La lucha contra el terrorismo se convirtió desde hace mucho tiempo en parte de la vida diaria en la conflictiva región rusa del Cáucaso Norte. También en Nalchik, la capital de la república Kabardino-Balkaria. El Kremlin no logra encontrar un medio para combatir a los islamistas radicales, que luchan por un “emirato” independiente de Moscú entre el monte Elbrus y el mar Caspio. Ante todo Kabardino-Balkaria y la turbulenta república de Daguestán están al borde de la guerra civil, según opinan defensores de los derechos humanos. Cada vez más tropas deben pacificar la región, en la que viven muchos islamistas y en la que también hay bandas criminales que cometen excesos. El sistema de clanes y la amplia corrupción hacen que la situación sea aún menos clara. Sólo en marzo del 2012, Moscú envió 30.000 soldados adicionales a Daguestán, lo que para los expertos es una señal de que desde hace tiempo las autoridades locales no son dueñas de la situación. Pese al aumento de efectivos en la región, una y otra vez hay asesinatos y atentados. En los años anteriores, el rearme en el sur consumió alrededor de un cuarto del presupuesto militar, indicó el diario “Nesavissimaya Gazeta”. Sin embargo, el distrito federal del Cáucaso Norte sólo representa un uno por ciento de la superficie total de Rusia. El peligro terrorista sigue siendo elevado, admitió el jefe del Consejo de Seguridad, Nikolai Patrushev. Con la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2013 en Sochi, las autoridades temen que haya más atentados. A orillas del mar Negro, la ciudad olímpica se encuentra a sólo unos pocos cientos de kilómetros de Nalchik. Una y otra vez, los terroristas demostraron que la gran cantidad de puestos militares a lo largo de las carreteras principales no los frenan. Más de 380 “bandidos” fueron “neutralizados” en el 2012, informó Serguei Chenchik, portavoz del Ministerio del Interior. La cifra es constante desde hace años, si bien líderes regionales, como el controvertido jefe de Estado de Chechenia, Ramsan Kadyrov, aseguran que hay cada vez menos terroristas. Y también las fuerzas de seguridad sufrieron grandes pérdidas: en el 2012 hubo más de 200 muertos y 400 heridos. A esto se agregan decenas de víctimas en la población civil. Quién es asesinado o detenido con razón por “extremista”, y quién no, es algo que con frecuencia no queda claro. Una y otra vez caen personas inocentes, indicaron defensores de los derechos civiles. Por rabia, amigos y familiares se vuelven radicales y “se mudan a las montañas”. Es una espiral de violencia. “El sistema político obstruye el camino a las personas jóvenes”, opinó el abogado Valeri Jatashukov en Nalchik. “Elecciones democráticas solucionarían automáticamente los problemas”, dijo. Así, los islamistas enfrentan un juego sencillo: el desempleo es enorme, la falta de perspectivas más aún. “Ellos usan internet, hacen propaganda en mezquitas y escuelas”, indicó Jatashukov. Las estructuras estatales fracasan con gran frecuencia. Como ejemplo, un observador occidental en la región menciona el proceso por el ataque contra Nalchik en el 2005. Decenas de presuntos atacantes están desde hace años en prisión preventiva, entre ellos también Daniil Chamukov. En prisión, los heridos no recibieron tratamiento. Enfermedades como la hepatitis C se propagaron, sostuvo la esposa de Chamukov, al tiempo que tiró de su velo, que estaba muy cerca de su cara. “Pasaron siete años. Nada cambió”, relató en la oficina de Jatashukov. Lo que vale para los Chamukov vale, según la opinión de analistas, para toda la región. “No hay avances”, se escucha en muchos sitios, pese a que el Kremlin bombea miles de millones a la región. Un gigantesco proyecto con varios centros de esquí y excursiones pretende atraer a turistas en lugar de terroristas a la fascinante región por su belleza y crear decenas de miles de puestos de trabajo. Sin embargo, hay analistas que son escépticos: ¿quién invierte voluntariamente miles de millones en una región de alto riesgo? El Kremlin crea una “utopía norcaucásica”, opinó el periódico “Nesavissimaya Gazeta”. En el centro de Nalchik, el electricista Majmud sube a su automóvil, ignorando el ruido de los disparos. “Esto ocurre al menos una vez por mes”, dijo con tono aburrido. Luego llama por teléfono a su hija y le dice, como de pasada, que después de la escuela mejor no vaya al centro de la ciudad.

Benedikt von Imhoff DPA


En medio del silencio se oye el estruendo de tres tiros. Son tres disparos, muy seguidos, que retumban en el centro de la ciudad de Nalchik. A lo largo de la calle principal, Lenin Prospekt, hay uniformados con el arma en posición de tiro detrás de vehículos policiales. Sin embargo, la gente en la calle permanece indiferente. La lucha contra el terrorismo se convirtió desde hace mucho tiempo en parte de la vida diaria en la conflictiva región rusa del Cáucaso Norte. También en Nalchik, la capital de la república Kabardino-Balkaria. El Kremlin no logra encontrar un medio para combatir a los islamistas radicales, que luchan por un “emirato” independiente de Moscú entre el monte Elbrus y el mar Caspio. Ante todo Kabardino-Balkaria y la turbulenta república de Daguestán están al borde de la guerra civil, según opinan defensores de los derechos humanos. Cada vez más tropas deben pacificar la región, en la que viven muchos islamistas y en la que también hay bandas criminales que cometen excesos. El sistema de clanes y la amplia corrupción hacen que la situación sea aún menos clara. Sólo en marzo del 2012, Moscú envió 30.000 soldados adicionales a Daguestán, lo que para los expertos es una señal de que desde hace tiempo las autoridades locales no son dueñas de la situación. Pese al aumento de efectivos en la región, una y otra vez hay asesinatos y atentados. En los años anteriores, el rearme en el sur consumió alrededor de un cuarto del presupuesto militar, indicó el diario “Nesavissimaya Gazeta”. Sin embargo, el distrito federal del Cáucaso Norte sólo representa un uno por ciento de la superficie total de Rusia. El peligro terrorista sigue siendo elevado, admitió el jefe del Consejo de Seguridad, Nikolai Patrushev. Con la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2013 en Sochi, las autoridades temen que haya más atentados. A orillas del mar Negro, la ciudad olímpica se encuentra a sólo unos pocos cientos de kilómetros de Nalchik. Una y otra vez, los terroristas demostraron que la gran cantidad de puestos militares a lo largo de las carreteras principales no los frenan. Más de 380 “bandidos” fueron “neutralizados” en el 2012, informó Serguei Chenchik, portavoz del Ministerio del Interior. La cifra es constante desde hace años, si bien líderes regionales, como el controvertido jefe de Estado de Chechenia, Ramsan Kadyrov, aseguran que hay cada vez menos terroristas. Y también las fuerzas de seguridad sufrieron grandes pérdidas: en el 2012 hubo más de 200 muertos y 400 heridos. A esto se agregan decenas de víctimas en la población civil. Quién es asesinado o detenido con razón por “extremista”, y quién no, es algo que con frecuencia no queda claro. Una y otra vez caen personas inocentes, indicaron defensores de los derechos civiles. Por rabia, amigos y familiares se vuelven radicales y “se mudan a las montañas”. Es una espiral de violencia. “El sistema político obstruye el camino a las personas jóvenes”, opinó el abogado Valeri Jatashukov en Nalchik. “Elecciones democráticas solucionarían automáticamente los problemas”, dijo. Así, los islamistas enfrentan un juego sencillo: el desempleo es enorme, la falta de perspectivas más aún. “Ellos usan internet, hacen propaganda en mezquitas y escuelas”, indicó Jatashukov. Las estructuras estatales fracasan con gran frecuencia. Como ejemplo, un observador occidental en la región menciona el proceso por el ataque contra Nalchik en el 2005. Decenas de presuntos atacantes están desde hace años en prisión preventiva, entre ellos también Daniil Chamukov. En prisión, los heridos no recibieron tratamiento. Enfermedades como la hepatitis C se propagaron, sostuvo la esposa de Chamukov, al tiempo que tiró de su velo, que estaba muy cerca de su cara. “Pasaron siete años. Nada cambió”, relató en la oficina de Jatashukov. Lo que vale para los Chamukov vale, según la opinión de analistas, para toda la región. “No hay avances”, se escucha en muchos sitios, pese a que el Kremlin bombea miles de millones a la región. Un gigantesco proyecto con varios centros de esquí y excursiones pretende atraer a turistas en lugar de terroristas a la fascinante región por su belleza y crear decenas de miles de puestos de trabajo. Sin embargo, hay analistas que son escépticos: ¿quién invierte voluntariamente miles de millones en una región de alto riesgo? El Kremlin crea una “utopía norcaucásica”, opinó el periódico “Nesavissimaya Gazeta”. En el centro de Nalchik, el electricista Majmud sube a su automóvil, ignorando el ruido de los disparos. “Esto ocurre al menos una vez por mes”, dijo con tono aburrido. Luego llama por teléfono a su hija y le dice, como de pasada, que después de la escuela mejor no vaya al centro de la ciudad.

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