El «Quilmesaurus» tenía las piernas de un atleta

Fue uno de los últimos cazadores del Cretácico. Lo encontraron cerca de Roca.Los restos pertenecen al museo Ameghino y fueron identificados por Rodolfo Coria.

NEUQUEN (AN).- El paleontólogo Rodolfo Coria identificó un dinosaurio carnívoro que tenía un súper desarrollo en las patas y que por sus características sería uno de los últimos grandes cazadores del período Cretácico.

El animal, que fue encontrado en un cañadón de la meseta rionegrina en la década de 1980, habría medido unos cinco metros de largo y caminaba sobre dos musculosas patas.

Los fósiles aparecieron en la formación geológica Allen, por lo que, según los expertos, tendría entre 65 y 70 millones de años; es decir el último período del reinado de los dinosaurios en el planeta.

Esta especie, de acuerdo con los estudios, habría tenido tantos ligamentos en las rodillas que, para sostenerlos, la tibia poseía una suerte de cresta en el extremo.

Si bien todos los terópodos (carnívoros) presentan esa formación ósea, ninguno de los conocidos hasta ahora alcanzó semejante desarrollo, estimulado por sus aptitudes de cazador.

Coria estima que esta característica le permitía al dinosaurio un gran poder de extensión en las patas y, probablemente, lo habilitaba para correr a gran velocidad.

Los restos de este dinosaurio «atleta» fueron encontrados a finales de la década del 80 por el investigador sanjuanino Jaime Powell en un paraje rionegrino llamado Bajo Arriagada, unos 40 kilómetros al sudeste de General Roca.

Powell dejó los fósiles, a los que sólo identificó como pertenecientes a un dino carnívoro, en el museo Florentino Ameghino de Cipolletti, donde durmieron durante un tiempo. Un buen día, Coria los pidió para estudiarlos, y este año consiguió identificarlos y determinó que no hay ningún dinosaurio conocido que se le parezca.

Por eso, el paleontólogo pudo bautizarlo a su gusto: le puso Quilmesaurus Curriei y publicó la novedad en un libro que vio la luz hace un mes, editado por la Universidad de Indiana de Estados Unidos. El primer capítulo de la publicación está dedicado al dinosaurio rionegrino del que sólo se encontraron los huesos de la pata derecha.

El libro en cuestión es un homenaje a los 25 años de trayectoria del paleontólogo canadiense Phil Currie, uno de los máximos expertos en dinosaurios carnívoros del mundo. Currie es amigo personal y tiene proyectos conjuntos con Coria, el director del museo Carmen Funes de Plaza Huincul.

El nombre Quilmesaurus tiene que ver con dos cuestiones. La primera como un homenaje a los extintos indígenas cazadores recolectores de la provincia de Buenos Aires, los Quilmes. Y la segunda con la fonética de Quilmes que es similar a «kill me», que en inglés significa «mátame». Además, si se fuerza el texto, tiene otra acepción: «kill meat» significa «matar carne», que es lo que hace un carnívoro.

«Para un especialista en dinosaurios carnívoros el significado es muy especial», aseguró Coria, quien en los últimos tiempos ha tenido que explicarle a más de uno que no hay relación especial con la popular cerveza argentina.

El paleontólogo explicó que la semana próxima los huesos del Quilmesaurus volverán al museo cipoleño. En rigor, al tratarse de dos huesos, la tibia y el fémur, no resultan de gran valor para su exposición, más allá de que -por sí solos- sirvieron para identificar a un nuevo individuo cretácico.

«Sería muy importante encontrar más huesos de este animal, por ahora podemos saber cómo eran sus patas que no se parecen a las de ningún bicho conocido, pero si tuviéramos algunos más sería más que interesante», expresó el investigador.

Coria considera que el Quilmesaurus tiene «una estructura biomecánica» que lo define como un gran cazador. Sin embargo, el paleontólogo, relativiza las diferencias que suelen hacerse entre dinos cazadores y carroñeros.

«Creo que, sobre todo, los terópodos eran oportunistas, si no tenían para comer y encontraban un bicho muerto se lo comían y si tenían que cazar para comer cazaban. Dentro de la familia de los carnívoros, obviamente, había algunos que tenían más facilidad y mejor desarrollo para cazar que otros», redondeó.

Por su tamaño y por las características de las patas, el Quilmesaurus tiene algunas similitudes con los popularísimos velocirraptores de la última película de Steven Spielberg. Pero sin el enorme espolón que emparenta con las aves a los bichos de Jurassic Park. El carnívoro rionegrino es mucho más primitivo en el estado evolutivo.

Un «dino» en el escritorio

NEUQUEN (AN).- Los fósiles del Quilmesaurus fueron encontrados en la década del 80 por el investigador Miguel Powell, del Instituto Miguel Lillo de San Juan e investigador del Conicet. Así como otros huesos y huevos de dinosaurios rescatados durante distintas campañas de Powell éstos fósiles sólo tuvieron una clasificación básica; es decir se especificó si pertenecían a un herbívoro o un carnívoro.

Coria comentó que en una de las tantas visitas que realizó al museo de Cipolletti encontró la tibia y el fémur en el cajón de un escritorio.

«Siempre me llamó la atención esa cresta en este extremo de la tibia, hasta que un día los pedí para estudiarlos. Pero por una razón u otra los dejé de lado hasta este año», afirmó Coria.

Fue cuando desde la universidad de Indiana, en Estados Unidos, le pidieron que escriba algo para el libro homenaje a Phil Currie, que estaba totalmente ajeno a la publicación.

El paleontólogo de Plaza Huincul se encargó de explicar que los fósiles están el museo Carmen Funes en calidad de préstamo y que ahora, terminados los estudios, volverán a Cipolletti.

Además de ser uno de los últimos cazadores del período Cretácico, el Quilmesaurus es también el primer dinosaurio carnívoro que se encuentra en la formación geológica Allen, a tal punto que hasta hace un tiempo, se creía que el Abelisaurus (una verdadero gigante entre los terópodos) era el dueño de ese privilegio. La identificación que hizo Coria demostró lo contrario.

Sin embargo, recientes estudios demostraron que el lugar donde dormían los restos de Abelisaurus corresponden a la formación Río Colorado.

Los resultados del trabajo aparecen también publicados en la página web de la casa de estudios, con croquis y grabados de los fósiles y la reseña de la búsqueda de los restos en la meseta patagónica.

Un lugar pródigo en fósiles

NEUQUEN (AN).- El Bajo Arriagada es una de las tantas depresiones geográficas de la meseta patagónica. El lugar donde se encontraron los huesos de la pata del Quilmesaurus, está en junto a un cañadón que corta el campo donde vive la familia Arriagada que, como se apreciará, es todo un emblema de la zona.

El sitio está a unos 40 kilómetros de General Roca y ha sido pródigo en el aporte de fósiles de distinto tipo de dinosaurios del Cretácico. A fines de la década del 80, el investigador Jaime Powell localizó los restos de un Hadrosaurio (un dinosaurios pico de pato) y de otros animales de unos 70 millones de años.

La mayoría de los fósiles como ocurre con el caso del Quilmesaurus, no fue estudiado metódicamente.

Bajo Arriagada, por otro lado, ha aportado una importantísima cantidad de huevos de dinosaurios que se exhiben en el museo de Cipolletti. Si bien el paisaje es árido, los soles impiadosos y los vientos implacables, en verano, durante las campañas, una pequeña laguna baja alcanzaba para refrescar a los investigadores. En la laguna, en alguna época del año, hacían posta una bandada de flamencos rosados.

Rodolfo Chávez

rchavez@rionegro.com.ar


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