El regreso de “El Fino” Sartor


El operador radical está detrás de la fórmula de los precandidatos de la UCR, muy en sintonía con la ingeniería electoral que pergeña Weretilneck para Agustín Domingo.


La situación en la que quedó el gobierno de Arabela Carreras luego de que el senador Alberto Weretilneck le demostrara quién es el que tiene el poder en el partido que ambos integran, es de una enorme debilidad. Se trata de un asunto que excede largamente a Juntos Somos Río Negro. Los dos años y cuatro meses que restan para el fin del mandato pueden ser una pesadilla si ambos no establecen un acuerdo de límites.

La frialdad quirúrgica con la que Weretilneck recortó los escalones del pedestal al que Carreras había comenzado a subirse cuando habló de sus anhelos de reelección, podría haberse evitado. Aunque ahora no queden dudas sobre quién manda, es la figura de la gobernadora, la gobernadora de su partido, la que horadó.

Ahora -razonan cerca del senador- todos van a recordar que Carreras llegó a ese lugar porque Weretilneck no podía forzar con su intento de re-reelección la letra de la Constitución y la envió a que el electorado la elija. “Ella no ganó nada”, avisan.

Pero tampoco Weretilneck llegó a la Casa de Gobierno por decisión popular precisamente, sino por que Carlos Soria fue asesinado por su esposa 20 días después de asumir. Apuró su plan de ser el sucesor en vez del vice y no dejó pasar la oportunidad de saltar a pesar de la resistencia de todo el peronismo rionegrino, ¿por qué no tendría ahora Carreras el derecho de actuar parecido? Argumenta que la pandemia no le dejó llevar adelante el gobierno que proyectaba y que quisiera intentar una reelección.

Primero la gobernadora no pudo imponer a Lorenzo Raggio en el Superior Tribunal de Justicia y pocas semanas después, en Cipolletti, terminó de sentir el agrio gusto de la derrota cuando Agustín Domingo, el ministro de Economía que ella echó del gobierno, quedó como cabeza de la lista de candidatos a diputados nacionales por encima de su favorita, Mercedes Ibero.


El senador no tuvo reparos en dejar al gobierno de Arabela Carreras en una situación de alta debilidad con tal de demostrar quién tiene el poder.


Para cuando este proceso electoral llegue a su desenlace, el 14 de noviembre, pocos días faltarán para la mitad del mandato de la gobernadora. Un cambio en el gabinete parece lógico, especialmente en Salud, Educación y Turismo, donde la pandemia obligó a tomar caminos que no siempre condujeron a buen destino.

Daniel Sanguinetti volverá a la rotación: será el ministro de Ambiente que liderará el proyecto de hidrógeno verde.

Hay en la gobernadora un intento por dar por superada esta instancia para iniciar, con mayor cobertura de la vacuna contra el coronavirus, la segunda mitad de su gobierno. No abandonó su idea de pelear la reelección. Después de todo, Weretilneck tiene mandato en el Senado hasta 2025.

Se sabe que el senador se resiste a los cambios en los ministerios.

Otras preocupaciones

Weretilneck tiene otras preocupaciones por delante. Urde una jugada que podría ser clave para que Domingo se transforme en diputado nacional: dividir al espacio conocido como Juntos por el Cambio entre radicales y larretistas, luego de que fracasaran todos los intentos por romper esa alianza e independizar al radicalismo.

Esta semana pasaron por Bariloche en plan proselitista los precandidatos que la UCR le ofrece a la alianza: Mario de Rege y Lorena Matzen, junto a su jefe de campaña, Daniel Sartor, alias “El Fino”, el operador veranista que llegó a ser el ministro de Desarrollo Social de la Nación que acompañó a Fernando de la Rúa hasta el helicóptero.

Fue demasiada exposición para un político que siempre se sintió más cómodo en las sombras. Es un recorrido similar al que emprendió Weretilneck en la década del 80. En 2003 debió subir a la superficie como candidato a intendente, pero no perdió las habilidades por las que muchos le dicen aún “El Brujo”.

Una estrategia pensada por Weretilneck y Sartor podría tener un efecto exponencial o terminar siendo un rotundo fracaso, como cuando Juntos Somos Río Negro retiró los candidatos para las generales luego de quedar tercero en las elecciones primarias.


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