El Riveras Neuquinas, pasión por el turf

En sus más de 40 años la pista ha sido escenario de jornadas inolvidables y uno de sus hacedores, el exjóckey Jorge Cerda, desgranó vivencias y anécdotas de su nutrido historial.

En Costa de Reyes, a orillas del río Neuquén, en medio de sauces, álamos, manzanares y viñedos, se extienden los 700 metros de la pista de carreras del Hípico y Tradicionalista Riveras Neuquinas. Es punto de referencia ineludible de Vista Alegre Sur, porque está unida a la historia del paraje y a una de sus pasiones: el turf.

“En el pueblo siempre gustaron las carreras de caballos y hasta hoy se mantiene esa atracción, porque conocen los caballos y cuando ven que hay buenos animales, antes y ahora, llenan el lugar”, dijo Jorge Cerda que con 84 años cumplidos conserva intactos los recuerdos y los relata con esa emoción tan particular que identifica a los hombres del turf.

Y vaya si tiene autoridad para hablar Jorge, o “Cerdita”, como dice que lo llamaban cuando como jóckey conducía los mejores caballos de la zona. Entre ellos a “Indio”, legendario en el pueblo a punto tal que en la rotonda de ingreso al Riveras Neuquinas está el monumento que lo recuerda, realizado por la escultora Gloria Lanzetti.

“¡Tenía un corazón…!”, dijo Jorge con una expresión que le brotó espontánea y sintetiza el afecto que sintió por ese caballo.

Contó que lo cuidó desde que lo trajeron desde La Pampa a Vista Alegre, con un año y medio, y pertenecía a Segundo Tanuz.

“Era un moro, hijo de una madre sangre pura de carrera del hipódromo de Palermo, y de un padre también sangre pura, pero de polo. Lo cuidé hasta que se murió en mis manos, de viejo, a los 33 años. Ya era mío, porque Tanuz me lo había regalado”, con una foto en sus manos de “Indio” montado por su hijo Ariel -quien también fue jóckey-, y a cada lado sus otros dos hijos, Adrián y Jorge.

Desgranó recuerdos, uno tras otro de las carreras que ganó y perdió con “Indio”. Como los duelos con “La Petrolera” y “La Gamuza”, en distintos escenarios de la zona.

“Corrí con caballos de Jorge Abdala, Pablo Verani, los Verdecchia… Me lo proponían porque en el ambiente nos conocíamos todos: “¿Querés correrlo ‘Cerdita’?”, me decían y uno siempre estaba predispuesto”, señaló.

¿Cómo se hizo la cancha? “Llegó el momento de hacer una, se lo dije a Tanuz y me dijo que sí, pero me preguntó dónde. Le dije que un buen lugar era ese, hizo gestiones y logró ese. Siempre gustó, porque es tierra blanda y muchas veces se elige este terreno para evitar lesiones en los animales”, indicó.

Efectivamente, Gregoria Palma cedió el predio a Tanuz y a mediado del año 75 se hizo una jineteada y las carreras inaugurales en el Riveras Neuquinas. A esa jornada asistió el entonces gobernador, Felipe Sapag.

El primer presidente del hípico fue don Bartolo Basso. Los datos los aportó Delia Carrasco, nieta de Gregoria.

En el almacén de ramos generales también festejaban los triunfos de “Indio”. “Ahora nos pagarán los fiados”, decían sus dueños.

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En el almacén de ramos generales también festejaban los triunfos de “Indio”. “Ahora nos pagarán los fiados”, decían sus dueños.

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