El viento casi le quita todo a una mujer

Su casa en el barrio Arrayanes se movía como con un temblor, dijo y se volaron las chapas de su techo. Está evacuada en un centro de abuelos.

El viento casi le quita todo a una mujer

El techo crujió más fuerte que nunca y Estrella Aguayo se acurrucó, temerosa, en un rincón. El viento arreciaba con tanta intensidad, que la abuela pensó que su pequeña casita iba a ser levantada como una hoja seca de otoño. La débil estructura de madera quedó en pie, pero las ráfagas se llevaron las chapas de cinc, que volaron hacia la cantera ubicada a pocos metros.

Estrella salió de la casita para pedir ayuda a su hija, Andrea, que vive en una vivienda humilde, en un terreno contiguo. Allí, buscó refugio en un primer momento. Después, albergaron a la abuela en el centro de Jubilados La Paloma del barrio Arrayanes.

Ayer, Estrella continuaba alojada en el centro de jubilados. Allí, permanecerá hasta el martes. No puede tomar frío porque su salud está deteriorada, pero el viento se filtra por varios lados en su pequeña casilla. Usa una cocina a gas para calentarse, porque una estufa a leña le quitaría mucho espacio para su mesa o su cama.

Recordó que vive en ese lugar desde hace unos 7 años. Explicó que compró la casilla con lo que pudo ahorrar por esos años “porque quería independizarme”. Antes vivió muchos años en la calle 25 de Mayo.

Desde su casita la vista es imponente. Se observa el lago Nahuel Huapi y varios sectores de la ciudad. Pero también duele porque abundan las carencias a su alrededor.

Estrella relató a “Río Negro” que el viento sopló con tanta fuerza el sábado por la tarde que su casita se movía. “Parecía como si fuera un temblor”, explicó.

Carlos intenta ayudarla. Pero no tiene materiales para revestir la casa para protegerla del frío. Ató algunas chapas con un alambre a una pared de la casilla, para que el viento no se las lleve hacia la cantera municipal, que está a pocos metros. Un peligroso barranco de varios metros de altura está ubicado a pocos metros de la casilla de Estrella.

La mujer dijo que está por cumplir 60 años. No puede trabajar por una hernia que la mortifica, junto con unos trastornos digestivos permanentes. Aseguró que en el último tiempo ha pasado más tiempo internada en el hospital que en su casita.

Dijo que hasta ayer por la tarde nadie del municipio se había interiorizado de su situación. Sólo el presidente de la junta vecinal y la concejala Cristina Painefil. Un colchón usado era toda la asistencia que había recibido.

“Con (Gustavo) Gennuso (el intendente) no podés contar, pero ya van a llegar las elecciones y va a volver con las bolsas de comida y después, nada, arreglate como puedas”, sostuvo Estrella. No quiere volver por ahora a su casita porque el viento aún no había calmado. “Te agarra la noche ahí y te da miedo porque se sacude todo”, explicó.


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