Emotivo discurso de Poniatowska al recibir el Cervantes

“Recibo el premio como una escritora que no puede hablar de molinos, porque ya no los hay; pero sí de los andariegos que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan”, dijo esta enorme escritora y periodista

Literatura

Elena Poniatowska alzó hoy la voz por las causas que defiende desde hace décadas con su pluma: tras recoger el premio Cervantes de manos del rey Juan Carlos, la escritora y periodista mexicana dedicó su discurso a las mujeres y a los más desfavorecidos de América Latina.

Poniatowska llegó al Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) nerviosa e “intimidada”. “Es la primera vez que me sucede algo semejante y agradezco que sea en un sitio tan bello, rodeada de amigos y periodistas”, aseguró minutos antes de saludar a los reyes de España.

Una vez en el interior de la sala, las autoridades presentes no amedrentaron la voluntad de esta mujer valiente y menuda, que subió al púlpito ataviada con un vestido indígena, rojo y amarillo elaborado por un grupo de mujeres de Juchitán (Oaxaca, México), tal y como les prometió.

“El poder financiero manda no sólo en México, sino en el mundo”, dijo. “Los que lo resisten, montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza son cada vez menos. Me enorgullece caminar al lado de los ilusos, los destartalados, los candorosos”, aseguró aludiendo a los personajes de la reconocida obra de Cervantes, “El Quijote”.

Sus primeras palabras fueron, sin embargo, para su amigo Gabriel García Márquez, fallecido el pasado jueves en México. “Antes de nuestro querido ‘Gabo’, éramos los condenados de la tierra (…) pero con sus ‘Cien años de soledad’, García Márquez dio alas a América Latina y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve, nos levanta y hace que nos crezcan flores en la cabeza”, expresó emocionada.

El rey Juan Carlos, que presidió la ceremonia acompañado por la reina Sofía y el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, tras dos años de ausencia por motivos de salud, destacó durante la ceremonia el compromiso de Poniatowska con la igualdad, la libertad y la justicia.

A punto de cumplir los 82 años, la autora de “La piel del cielo” es la cuarta mujer que recibe el máximo galardón de las letras españolas (”los hombres son 35”, puntualizó), si bien la primera en subir “al púlpito” para agradecerlo en público y con voz propia.

“María Zambrano fue la primera y los mexicanos la consideramos nuestra porque debido a la guerra civil española vivió en México y enseñó en la Universidad Nicolaíta en Morelia, Michoacán”, explicó.

Y tras recordar a las otras dos galardonadas con el premio, la cubana Dulce María Loynaz y la española Ana María Matute, afirmó: “Hoy, son las mujeres de Cervantes, al igual que Dulcinea del Toboso, Luscinda, Zoraida y Constanza”.

A través de un discurso bien hilado y combativo, defendió la cultura y el conocimiento -”la única batalla que merece la pena”- a través de mujeres como sor Juana Inés de la Cruz, quien estudió las estrellas; la famosa fotógrafa italiana Tina Modotti o la pintora mexicana surrealista Leonora Carrington.

Con voz firme y sosegada, recordó también cómo aprendió la lengua de Miguel de Cervantes tras su llegada a México en 1942, cuando tenía tan solo diez años. Lo hizo en la calle, “con los gritos de los pregoneros y con unas rondas que se referían siempre a la muerte”.

“El idioma era la llave para entrar al mundo indio, el mismo mundo del que habló Octavio Paz, aquí en Alcalá de Henares en 1981, cuando dijo que sin el mundo indio no seríamos lo que somos”, señaló la quinta mexicana que se alza con el Cervantes.

Poniatowska estuvo siempre a los pies de la realidad. Cronista de un país, de un continente y de una época, desde niña se hizo preguntas que ha intentado contestar con sus artículos y sus libros. “En eso consiste el periodismo”, aclaró hoy a los micrófonos de la televisión pública española poco antes de recibir el galardón.

En ese paseo vital por las aristas del mundo real, a caballo con el literario, la escritora ha conocido de primera mano a “los perdedores de nuestro continente, los de a pie, los que hurgan en la basura, los recogedores de desechos de las ciudades perdidas, las multitudes que se pisotean para ver al Papa, los que viajan en autobuses atestados, los que se cubren la cabeza con sombreros de palma, los que aman a Dios en tierra de indios”.

“Muchas veces me he preguntado si esa gran masa que viene caminando lenta e inexorablemente desde la Patagonia a Alaska se pregunta hoy por hoy en qué grado depende de los Estados Unidos. Creo más bien que su grito es un grito de guerra y es avasallador”, dijo hoy con tono crítico.

Para Poniatowska el Cervantes es “el acontecimiento más importante” de su vida profesional y ella lo recibe como “una Sancho Panza femenina”: como una escritora “que no puede hablar de molinos, porque ya no los hay” pero sí “de los andariegos que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan”.

Tras recoger el premio más importante de la literatura en español, la escritora y periodista pretende “subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano” para ayudarle a repartir, “como un escudero femenino” otros galardones.

Fuente: DPA


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