Cine: ¿Por qué «El niño y la garza» es una película tan especial?

Hace diez años, cuando se estrenó “Se levanta el viento”, Hayao Miyazaki anunció su retiro de la dirección cinematográfica. Fue una pena enorme. Parecía que ya no se iba a ver nada igual a la magistral “El viaje de Chihiro” o “Mi vecino Totoro”. Pero ahora, el hombre que tiene 83 años, que es uno de los maestros de la animación japonesa y es cofundador del Studio Ghibli, está de regreso con “El niño y la garza”, el filme que acaba de ganar un globo de oro a la Mejor película animada.

Lo que puede verse desde ayer en las pantallas grandes de la región es un relato con raíces autobiográficas que, como sello de su casa, mezcla la realidad y la fantasía. Es un viaje por los caminos del duelo, pero también por los caminos de las decisiones vitales, esas que enseñan a dejar ir y a seguir adelante.

“El niño y la garza” sigue a su protagonista, Mahito, un chico de doce años que acaba de perder a su madre, en un viaje de descubrimiento por mundos ignotos, un poco como le ocurría a Chihiro. Pero en ese otro lado del espejo no hay gatos, ni orugas. Lo que hay son cotorras militarizadas, su propia madrastra embarazada del que será su hermano, y un dios creador entre otros seres. Su guía por ese inframundo es la garza del título, un pajarraco que esconde un rostro semihumano tras sus plumas grises.

El comienzo de la película es estremecedor. Ese comienzo ocurre en Japón, en 1940, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, y lo que se ve es un niño, Mahito, que mira por la ventana y se horroriza porque una bomba acaba de caer sobre el hospital en el que trabaja su madre. El niño sale y corre hacia esas imágenes de destrucción y tristeza inevitables. Sabe que su madre no puede estar sino muerta bajo los escombros y el fuego.

Pasan algunos años y, como era costumbre en Japón, el padre de Mahito, que es gerente de una fábrica de aviones militares (igual al padre del realizador), se casa con la hermana menor de la madre. Pronto, esperarán un hijo.

Habrá también una mudanza al campo que Mahito vive con bastante pesar. Pero allí, además de unos compañeros de colegio que no lo tratan nada bien y lo hacen encerrarse aún más, se encontrará con la misteriosa garza que lo lleva a explorar una antigua torre en el bosque, un lugar donde se entrelazan el tiempo, el espacio, la vida y la muerte. Mahito encuentra en la fantasía una vía para lidiar con su dolor, primero a través de encuentros con la garza y luego en ese mundo mágico.

Quien haya visto alguno de los filmes de Miyazaki lo sabrá: cada fotograma es una pieza de arte, hecha a mano, con detalles magníficos.
Para los argentinos, Hayao Miyazaki puede resultar un viejo conocido. El hombre comenzó su carrera en la animación en los años 70, participando como animador y dibujante en series televisivas muy populares de aquellos tiempos, como “Heidi y Marco: de los Apeninos a los Andes”, que era prácticamente el único dibujo que ese emitía en la zona, a las 17. Ahora, la mayoría de sus aplaudidas películas, que incluso han ganado un Oscar de la Academia, pueden encontrarse en el catálogo de Netflix.

Esta nueva película estrenada en Japón casi por sorpresa y sin ninguna promoción, fue un boom de la taquilla. Pero más sorprendente aún fue que en los Estados Unidos, adonde llegó en diciembre de 2023, hizo historia al convertirse en su debut en la primera producción de animé original que encabezó las ventas de entradas de cine de ese país, con una recaudación de 12,8 millones de dólares.

El título del filme, en japonés, podría traducirse por una pregunta: “¿Cómo vives” y tiene su origen en libro de Genzaburo Yoshino, que aparece homenajeado en el filme. Es una suerte de pregunta que se hace la película, en el sentido de qué vida querés vivir. Y ahí, en esa piedra angular, y entre las imágenes de Mizayaki, quizás esté gran parte de su legado.