Club TYÖ, diez años de películas para que los roquenses vean otro cine

En octubre de 2013, una página recién creada en Facebook abrió las puertas a un ritual que se mantiene desde hace una década. El responsable, Gonzalo López Gadano celebra hoy con cine y música.

Tanta oferta de series y películas en plataformas de streaming no son competencia. Ir al cine, sentarse en una butaca, esperar a que las luces se apaguen y que desde atrás se proyecte el filme no tiene comparación. La experiencia compartida, en silencio y con desconocidos es parte de esa magia. Lo sabe Gonzalo López Gadano que hoy mismo, a las 19, en Casa de la Cultura de Roca, celebrará los diez años del Cineclub TYÖ, que creó en octubre de 2013 y que mantuvo como un ritual hasta hoy.

Lo celebrará, con entrada libre y gratuita, con todos aquellos que estos años han asistido a las funciones a ver películas francesas, norteamericanas, cine blanco y negro, y a color, cine europeo, a conocer directores que tienen poca presencia en las carteleras más masivas, a ver películas de otros tiempos y otro lugar. Lo celebrará con cine y música en la Casa de la Cultura, la institución que alberga al club desde hace algunos año. Porque a las 21, cuando termine la proyección del filme, habrá fiesta para todos los que vayan, en el hall.

La película que se proyectará en la sala 2 de Casa de la Cultura es parte inconfundible y fundamental del Cineclub, parte de su historia: “Nubes pasajeras”, del finlandés Aki Kaurismäki.
Es que el cineclub ,que funcionó primero en un lugar pequeño, recibió el nombre de TYÖ después de que su fundador vio justamente ese filme de Kaurismäki.

Una imagen de «Nubes pasajeras», el filme de Kaurismäki que se proyectará hoy.


“La historia cuenta el espiral descendente de una pareja en la que ella primero pierde el trabajo y luego él; siguiendo ese camino van perdiendo casi todo hasta que, en el último acto, y gracias a la ayuda de su antigua jefa, consiguen el dinero para abrir un modestísimo restorán al que llaman TYÖ”, escribió el propio Gonzalo en una nota para explicar la elección del nombre de su espacio. Y lo que en la historia parece al principio un rotundo fracaso, se convierte de a poco en pura felicidad.


El nombre, TYÖ, entonces, tiene sentido. A Gonzalo, TYÖ no le salvó la vida, pero sí le dio la forma que él quería, al menos con ese club que funciona ininterrumpidamente desde aquel entonces.
Todo comenzó en octubre de 2013 cuando, a través de una página de Facebook recién creada, López Gadano escribía: “ Construir un espacio, abrir sus puertas, sentarse a esperar”.


Recién llegado a Roca, después de estudiar cine en el Centro de Investigaciones Cinematográficas, y en la Universidad de San Martín, Gonzalo se mudó a un departamento que justo dejaba su hermano, un primer piso por escalera en la calle Santa Cruz. “El Cineclub TYÖ abrió sus puertas en octubre de aquel año. Se valió de 10 butacas recuperadas del antiguo cine local, un proyector, una pantalla retráctil y un digno juego de parlantes. El Cineclub TYÖ funcionó felizmente durante cinco años proyectando dos, y hasta tres veces por semana, en aquella pequeña sala. Por la demanda, se incorporó una tercera fila de cinco butacas más que compramos por Mercado libre y trajimos en camioneta con mi otro hermano y que escalonamos sobre un conjunto de pallets. Mi abuela, con quien habíamos adoptado el ritual de almorzar y ver una película antigua todas las semanas, donó amorosamente un aire acondicionado para poder continuar funcionando durante el verano”, escribió Gonzalo recordando aquellos comienzos.


Como aquel espacio quedó chico para la demanda, el Cineclub TYÖ se mudó a principios de 2019. El primer destino fue Distrito, el Centro Cultural que funcionó durante un tiempo en un galpón recuperado. “Para ese entonces ya había dejado de ser un trabajo individual. Apareció Ignacio Guala, quien no tardó en pasar de aliado invalorable a ser directamente la otra mitad de este proyecto”, cuenta.

Tras el cierre de Distrito, el Cineclub volvió a mudarse, esta vez al patio de Casa de la Cultura, donde se realizó el “primer ciclo de cine de verano al aire libre”. “Llegaron a haber funciones de 60 personas. En aquel verano reinó un ánimo festivo y liberador. Para marzo la comisión de la Casa nos ofreció pasarnos a la mítica Sala 2”.

Luego llegó la pandemia, y un parate obligado. “Recién cuando las restricciones comenzaron a relajarse, en marzo de 2021, pudimos proyectar. Retomamos el hábito de proyectar los domingos y volvimos a encontrarnos. Y si hasta ahora no he dicho ni una palabra sobre los espectadores –muchos, a esta altura, amigos de la vida–, es porque no las hay. No las encuentro o no las conozco. Los proyectos, desde mi experiencia, se sustentan en base a constancia, entusiasmo, y sobre todo, acompañamiento. Hoy, diez años después de nuestra primera y lejana función, allí estamos: todos los martes a las 21, en Sala 2 de Casa de la Cultura intentando lo mismo que desde el comienzo, que no es otra cosa que devolverle a las películas todo su potencial sensible y haciendo del visionado una experiencia comunitaria que nade en contra de la tendencia al aislamiento y el individualismo”, escribió Gonzalo.


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