¿Cómo es The Idol, la serie de HBO con The Weeknd que quiere escandalizar?

Cuando se quiere provocar, es mejor estar a la altura.
“The idol”, que llegó a la pantalla de HBO el domingo pasado, con Lily-Rose Deep y Abel ‘The Weeknd’ Tesfaye, se anunció como la “historia de amor más sórdida de todo Hollywood”, todo acompañado por esta aclaración, como para subirle el precio: de las “mentes enfermas y retorcidas del creador de “Euphoria”, Sam Levinson, y el propio Tesfaye. Toda una declaración.


Lo que cuenta “The Idol” es la historia de Jocelyn, “Joss” (Depp), una estrella del pop que intenta volver a la cima tras el bajón que supuso la muerte de su madre, y de su tóxica relación con una suerte de gurú, Tedros ( Tesfaye), al que conoce en una discoteca y que trastornará sus planes. Dicho así, nada especial. O mejor dicho, podría ser algo especial. Pero no.


La idea de la serie es burlarse de los clichés del mundo del espectáculo en general, y de las presiones de la industria musical en particular, con situaciones que bien pueden remitir al calvario que padeció Britney Spears. Pero lo que iba a ser una provocación se queda en un chasquido insignificante.

La serie comienza con Joss posando sugestivamente para una campaña publicitaria. La rodean tres fotógrafos, asistentes, productores. Después de varias poses, lágrimas y mohines, ella deja que se le vean los pezones, y entonces, un chico que literalmente trabaja de “coordinador de intimidad” y cuya función es conciliar las exigencias del contrato de imagen de la cantante y el deseo de ésta de disponer como quiera de su propio cuerpo, detiene la toma.
¿Es una sátira? Ni siquiera resulta gracioso.


El coro de productores, asistentes y jefes de prensa tampoco encaja. Está claro que los buscan es representarlos como sanguijuelas sedientas, pero resultan tan burdo y estereotipado que podrían ser parte de una comedia de enredos clase B. En el primer capítulo deben lidiar con una foto de gran carga sexual de Joss, tomada por un algún amante, que podría derrumbar la campaña de lavado de imagen de la cantante que, por lo que sugieren, viene de sufrir una depresión. “La salud mental es sexy”, asegura la jefa de prensa, aparentando un cinismo que nos se contagia.


“Sabemos que estamos presentando un show provocativo. No se nos escapa”, dijo su director y cocreador, Sam Levison , tras presentar la serie en Cannes. Una serie que, hay que decirlo, llegó un tanto maltrecha por una ola d e escándalos, y portazos durante el rodaje, que hicieron que Levinson además de guionista se transforme en director. Por eso, o porque a HBO puede haberle resultado demasiado escandaloso el contenido, el resultado de la serie se queda a medio camino.


¿Hay escenas sexuales? Si. ¿Hay droga? Si. ¿Hay desnudos? Un poco. Lo que se ve es una mezcla de “Las cincuenta sombras de Grey” con su masoquismo soft, y una historia ramplona que se queda a medio camino.


“Cuando eres famosa, todos te mienten”, dice Jocelyn, que tiene dudas sobre la canción que se supone que impulsará su regreso al éxito. Se lo dice a Tedros a quien acaba de conocer en la discoteca y a quien la unirá una relación que quizás logre mejor perfomance en los restantes cinco capítulos. En el primero, la participación del cantante The Weeknd, que se supone que es aquí un empresario con un pasado oscuro y misterioso, deja bastante que desear. Y cuando aparece de visita en la mansión de la estrella, a la noche, con un enorme sobretodo negro al viento, se vuelve más bien grotesco, una caricatura.


“No estamos tratando de contar la historia de una estrella del pop en particular, sino más bien la visión del mundo de las estrellas del pop y la forma en que se ejerce presión sobre ellas. (…) Es una vida muy solitaria. Todos buscan defender sus intereses, pero la fama corrompe a muchas personas. Es muy fácil rodearse de personas que te mienten”, dijo Levinson, en la presentación.


Quizás el secreto sea mirarla como una novela con muchas escenas de sexo sobre una estrella de la música pop que la mayor parte del tiempo lleva poca ropa puesta. Pero no hay nada provocativo , ni satírico, ni siquiera inteligente en la manera en que “The Idol” nos quiere contar el viejo cuento sobre lo feo que es ser famoso.


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