Estrenos de cine: «Los delincuentes», una fábula sobre la libertad y una declaración de principios

Entrevista con Rodrigo Moreno, director de la película argentina que se estrena el jueves en los cines de la región y que es la candidata argentina a los Oscars.

«Los delincuentes», el nuevo filme de Rodrigo Moreno que tras pasar por Cannes inició su carrera como representante argentina hacia los Oscar, llega este jueves a las salas del país con un relato que el propio director presentó como «una fábula sobre la libertad», aunque también puede verse como una declaración de principios morales y estéticos.

«La película habla de eso mismo: de la dependencia, el yugo, el trabajo y uno mismo. Yo sentía que para dar cuenta de la libertad no podía quedarme en el discurso y debía adoptar la forma, que es inesperada y libre», dijo Moreno en una entrevista en la que reconoció que el debut de la cinta en Estados Unidos, Europa y mercados de Asia lo «sobrepasó en expectativas».

Rodrigo Moreno, el director.

«Estamos acostumbrando a llevar al espectador hacia algo muy previsible -agregó-. Las series trabajan con 15 resortes narrativos, no más. Son adictivos, y me parece que en este momento de crisis del cine está bueno proponer una alternativa a ese consumo y que tenga que ver con otras experiencias, que se pueda experimentar la narración desde un lugar más lúdico. Yo trato de trabajar en ese sentido como narrador. Y cuando doy clases y ayudo en guiones, les propongo ese riesgo. Está bueno correrse un poco y dar algo que tampoco atente contra el aburrimiento, pero por lugares poco transitados».

Hace 20 días, la película confirmó su alentador camino cuando la Academia de Cine de Argentina la eligió como representante para los Premios Oscar 2024, rompiendo una tradición no escrita de elegir siempre la misma cinta tanto para los galardones de Hollywood como a los Goya de España (adonde fue enviada «Puan», de María Alché y Benjamín Naishtat).

«Es cierto que para una película argentina, sobre todo de las características de la mía, que no es un tanque como ‘Argentina, 1985’, sin un gran tema político o con Ricardo Darín como mascarón de proa, es extraño el recorrido. Pero creo que tiene que ver con lo que genera, con que interpela desde un lugar muy genuino y directo. Es graciosa y tiene su trama policial», señaló el director de «El custodio».

Con la película «Apenas un delincuente» (1949, de Hugo Fregonese) como inspiración, Moreno pone en escena a dos empleados bancarios que roban parte del tesoro con el solo objetivo de garantizarse la jubilación. Uno de ellos, pergeña el robo desde hace años; el otro, se encuentra con el botín casi de sorpresa, pero no puede decir que no. El instigador, se entrega a la policía y su cómplice debe guardar el dinero hasta que el otro salga en libertad.

Así como los empleados están atados a la rutina y al tedio en Buenos Aires, es en las sierras de Córdoba donde se sienten sin ataduras y encuentran un amor que, a su vez, los une. Es el paisaje bucólico de ríos y montañas donde se puede respirar esa «libertad» que quiere retratar el director, aunque el cemento y el tránsito citadino funcione como si fuera un personaje más de esta impecable película.

-Utilizás a la ciudad y a la sierra como dos personajes más de la película.

Rodrigo Moreno: Había una cuestión de plantear el cambio de vida. El personaje siente y se lo explica a su amada. El peso que implica el trabajo inserto en un banco en el Microcentro y la masa de cemento es algo que quería contar en contraposición de la sierra ociosa. Desde la narración está esa dicotomía, hasta en la división de las partes.

-También hay una Buenos Aires que decidís mostrar por partes y no en su totalidad. ¿Por qué?

-Yo soy muy curioso de la ciudad y me duelen mucho los cambios que sufre en su planeamiento urbano, siempre horroroso y a contrapelo de su historia, y me quería hacer cargo de lo que me gusta. Yo filmo la ciudad que me gusta y me di todos los gustos que me quise dar. Filmé subtes, bondis, calle… le entré a la ciudad con mucha pasión. Me gusta mostrar la belleza de Buenos Aires. La ciudad se corporiza de otra manera porque nos damos ese poder, entre la ciudad y yo.

-También jugás con lo atemporal. No escondés el subte de 2023, pero el primer celular aparece a las dos horas de película y los contactos son por carta o teléfonos de línea.

-Hay una intención muy concreta de mi parte de no esconder el presente y al mismo tiempo proponer un tiempo más cinematográfico, más loco y corrido, porque me interesaba que la película funcionara como fábula. Tenía que despegarla de ese realismo más directo que te propone el presente. Tampoco quería hacer una película que fuera una burbuja. Filmé mucho al estilo documental, me gustaba ese encuentro de lo real con la fábula. Me interesa particularmente.

En cuanto al celular, tiene que ver en cuanto a que me cuesta filmar cosas que no me gustan, me pasa con el celular o la computadora, ciertos modelos de autos, que no me gustan. Me gustan más los autos viejos, un Peugeot 405, que un Chevrolet de ahora. Me gusta más filmar un teléfono público que un tipo hablando por celular o un hotel de Constitución decadente que uno con pisos de mármol.

-También hacés un juego de géneros. Por ejemplo, con la cámara remarcás algunos planos y objetos que en un thriller van a explotar y en tu película pasan a ser intrascendentes. Es casi como un chiste al género.

-(Risas) Sí, tal cual, fue así. Son muchas las cosas que me pasan respecto a la construcción del thriller. Siempre me gusta desarmarlo y desobedecerle en las reglas. «El custodio» (2006) también tenía algo de thriller político y luego se corría hacia algo más particular. Un mundo misterioso es una comedia desarmada de sus reglas. Acá, fue un poco así. Me sirvo del thriller, pero de una manera muy rara. Es un ovni dentro de lo que es el asalto a un banco y me gusta esa apuesta. Es un convite al espectador hacia lo desconocido. Siempre está tomando desvíos y bifurcaciones. Ahí se mantiene la tensión. Sobre todo con el boom de las series.


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