Están a miles de kilómetros de sus hogares y todavía no saben cuándo podrán regresar a la Argentina

Son jóvenes de Bariloche y Villa La Angostura que se fueron a finales del año pasado a trabajar y el coronavirus los sorprendió lejos de su país. Llevan un mes de incertidumbre. Cuentan sus historias y cómo se vive la cuarentena lejos de sus casas.

Lucas Rosetti dice que extraña tomar mates con su madre y sus hermanos. También el patio de su casa en el barrio Las Marías de Bariloche. El 15 de abril cumplió 24 años y sintió un vacío en el corazón. Comprendió que le hacía falta su familia. Ese día no hubo festejos. Sólo saludos afectuosos que fueron una pequeña caricia para el alma.

Cuenta los días en la habitación del hotel que la empresa les cedió a los argentinos varados en Andorra. Desde el balcón, Lucas observa el movimiento de los autos que pasan por esa calle angosta de cemento.

Tenía vuelo este sábado para regresar a la Argentina, pero todo lo que había planificado a finales del año pasado cuando llegó por primera vez a ese pequeño Estado, localizado entre España y Francia, el coronavirus lo borró. Hay más de dos mil argentinos confinados en Andorra, y como Lucas, no saben cuándo regresarán a su hogar.  

A Matthias Pinna le preocupa su padre que está en Bariloche. Piensa habitualmente en él mientras pasan los días en Park City, en el Estado de Utah, Estados Unidos. “No sé si mi situación representa a la mayoría acá”, aclara.

Matthias Pinna (a la derecha) junto a compañeros de trabajo de Bariloche y Villa La Angostura en Park City, Utah, Estados Unidos. (Gentileza)

Se siente privilegiado porque tiene comida y alquiler hasta finales de abril. Es bastante. Hay otros argentinos que viven como pueden y ya no tienen ahorros para subsistir en otras ciudades estadounidenses.  “Tengo 28 años y lo único que extraño es a mi viejo que esta solo ahí”, asegura. No puede regresar al país. Y lo peor de todo. Ni siquiera tiene fecha de posible retorno.

Gastón Rossi asegura que lo único que desea es estar en su casa de Villa La Angostura, tranquilo y haciendo la cuarentena. Nunca imaginó que estaría a miles de kilómetros de su hogar sin la posibilidad de regresar. Un matrimonio estadounidense le abrió las puertas de su casa para alojarlo en la ciudad de Los Ángeles, donde quedó varado y solo, en su intento desesperado por subir a un vuelo hacia la Argentina.

“Ellos muy amablemente me alojan, pero vine por 3 días y ya van 25 y no sé cuántos más me voy a quedar”, lamenta, urgido. Sin embargo, este sábado estaba contento, porque había salido un vuelo lleno de argentinos desde Miami rumbo a Buenos Aires. Fue un vuelo especial para los argentinos en situación más vulnerable. Cancillería Argentina había seleccionado a los pasajeros que con urgencia necesitaban volver.

Todavía quedan demasiados. Gastón cuenta que en la lista que se armó por los coordinadores de los grupos de WhatsApp, son 1305 los argentinos varados en Estados Unidos. “Es una lista con nombre y apellido así que no se repite nadie”, aclara. Pero advierte que algunos dicen que había más de 2000 argentinos sin poder regresar.

Gastón Rossi (a la izquierda) con Daniel y Diana, el matrimonio estadounidense que lo albergó en su casa de Los Ángeles. (Foto Gentileza)

Lucas, Matthias y Gastón salieron de sus hogares para ir a trabajar en centros de esquí, como miles de argentinos. Es el caso de Felipe Sasiaín, de Buenos Aires, que cuenta las horas en Park City para retornar al país.

Está ilusionado porque circula la información de que la semana próxima saldría otro vuelo. Felipe llegó con una visa J1 que le dio Estados Unidos con la expectativa de trabajar durante 3 o 4 meses. Tenía vuelo el 24 de marzo. El avión nunca salió.

Había viajado con su hermana y unos amigos, que pudieron volver a la Argentina antes de que el presidente Alberto Fernández ordenara cerrar las fronteras por el coronavirus.

Aguantó solo, pero los gastos devoraban sus ahorros. “Si bien muchos dueños de las casas se apiadan de nosotros y nos bajan el precio de los alquileres, pero hay que pagar y comprar comida en el supermercado”, enfatizó. Por eso, se mudó con un joven peruano, un tucumano y una chica de Mar del Plata a un departamento para compartir los gastos y aguantar porque presume que deberán permanecer varias semanas en ese lugar.

Felipe hace la diferencia entre los que fueron a trabajar y aquellas familias que viajaron a finales de febrero y principios de marzo de vacaciones a Estados Unidos, cuando ya se sabía lo del coronavirus.  “No es justo que nos metan a todos en la misma bolsa”, afirma.

Una sorpresa que nadie esperaba

Gastón tenía contrato de trabajo desde diciembre hasta el 27 de marzo pasado, pero cuando se declaró la pandemia “acá cerraron todo”.

“El 14 de marzo nos juntaron y nos dijeron: desde mañana estamos cerrados, no hay más trabajo y a todos los extranjeros no dijeron que nos volvamos a nuestros países”, relata.

“No solamente tenía compañeros argentinos, también europeos, australianos, de Nueva Zelanda y de otros países de Sudamérica”, cuenta. “Así que todos se volvieron a sus países sin más problemas que conseguir hablar con la aerolínea y adelantar el pasaje”, manifesta.

“Yo después de muchos días y horas de estar en espera al teléfono, pude adelantar mi pasaje de vuelta para el 26 de marzo, saliendo desde Los Ángeles para Ezeiza”, agrega.

Viajó hasta esa ciudad con la esperanza de volar de regreso, pero se suspendió porque Argentina había cerrado sus fronteras. Dijo que su pasaje de regreso esta cancelado por Latam “y supuestamente lo puedo reprogramar, pero nunca me deja confirmar ninguna fecha”.

“Hay diabéticos que tuvieron que pagar mil dólares por su lapicera de insulina, otros 100 dólares solo para tener una receta médica para poder comprar su medicamento”, lamenta Gastón, de 29 años.

“Yo me pongo a pensar en la pobre gente que quedó varada sin alquiler o ahorros para bancarse y que no te den pelota en esa situación debe ser durísimo”, opína Matthias.

Apunta que una habitación sale 700 dólares por mes y en el supermercado “te gastaras 300 dólares por mes también, y sin estar trabajando es un numerito”. Los salarios rondan entre los 2.000 y 3.000 dólares.

La información que relevó el Gobierno de Andorra. (Gentileza)

Lucas difunde un informe del gobierno de Andorra que indica que hasta el 17 de abril tienen 634 argentinos encuestados. De ese grupo, se destaca que hay 45 personas que necesitan medicación especial, 58 personas con cuadros de pánico y ansiedad y 326 en estado de vulnerabilidad económica, sin dinero ni hospedaje.

“Algunos tenemos la suerte de que la empresa para la que trabajábamos nos daba alojamiento y actualmente seguimos aquí y no nos cobran, pero hay muchos otros chicos que siguen pagando mes completo, más comida y todos los gastos siendo que ya no tenemos trabajo”, cuenta Lucas.

“Ninguno tiene un vuelo asegurado al país, nos cancelaron todos los vuelos de todas las empresas y no tuvimos más noticias”, lamenta.

Lucas Rosetti viajó a finales del año pasado para ir a trabajar a Andorra y espera por volver. (Gentileza)

“Andorra había organizado un vuelo para 400 empleados de Grandvalira por Francia cumpliendo todo los requisitos que pidió Argentina y días antes de ese vuelo Argentina le negó mágicamente el ingreso. Así que ese vuelo si fue desde Francia vacío a buscar franceses varados en Argentina”, relata.

“No hay información de nuestro país, Cancillería no dice nada. Realmente quedamos solos acá”, advierte. “El gobierno de Andorra nos ha dado su apoyo y ayuda en muchas de las necesidades”, valora.

“Estoy cumpliendo la cuarentena desde el 14 de marzo. Yo soy un trabajador de temporada, soy pistero socorrista o pister, como nos dicen acá, y estoy muy agradecido Andorra por abrirme la puerta y poder trabajar, pero sigo siendo argentino y mi hogar está en Bariloche, con mis amigos y familia”, sostiene Lucas.

Afirma que el patio de su casa es su lugar ideal. “Ahí comemos buenos asados los domingos con la familia y creo que se valora o se extraña el triple en esta situación”, destaca.

Ahora, el gobierno andorrano hizo más flexible la cuarentena y hay horarios para salir a caminar y correr. Después de un mes de encierro es importante.

El sábado transcurre sin grandes novedades. Lucas piensa que podía haber estado cruzando el océano Atlántico rumbo a su país. Se quedó con el boleto de la compañía Iberia en la mano. La aerolínea le dio un papel para poder usar el pasaje en otro momento, hasta el 2021.


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