La autoestima en adolescentes: el fenómeno de las cuentas vacías en redes sociales

Cada vez más adolescentes eligen mirar pero no publicar en redes sociales. La especialista Sonia Amaro analizó cómo influye la construcción de identidad, el miedo y las secuelas de la pandemia.

“Están, pero no están”, resume Sonia Amaro. En su habitual columna de los miércoles en El diario del mediodía por RÍO NEGRO RADIO, la profesora de psicología, con especialización en orientación vocacional y vincular familiar abordó un fenómeno que inquieta a muchas familias: adolescentes que permanecen conectados a las redes sociales pero sin publicar contenido, sin mostrar sus rostros y en algunos casos, eliminando fotos, historias y hasta la imagen de perfil.

“Hay muchas cuentas vacías, sin publicaciones. Y eso tiene mucho que ver con la autoestima”, explicó Amaro al comenzar su análisis. Según Sonia, esa especie de «ausencia presente» en redes refleja un momento vital muy delicado: la construcción de la identidad en la adolescencia, un proceso donde la mirada del otro adquiere un peso que puede ser tan formativo como doloroso.

Exponerse implica prácticamente quedar al desnudo. Y a esa edad, no se está preparado para las consecuencias de esa exposición».

Sonia Amaro. Profesora de Psicología.

“Si muestro, tiene que ser perfecto”


Las redes sociales, con sus lógicas de éxito, estética y comparación permanente, imponen parámetros difíciles de alcanzar. Para muchos adolescentes, mostrar algo propio implica afrontar un juicio inmediato. “Si subo algo y no genera repercusión, lo borro. O lo archivo. Porque me invade la vergüenza, la sensación de haber quedado mal”, detalló Amaro.

Y no se trata solo de inseguridad: también hay un ideal de perfección que condiciona la decisión de mostrarse. “Si no tengo el cuerpo ideal, si no tengo el celular de moda, si no tengo una vida linda para mostrar, entonces no aparezco. Porque me siento vulnerable”, agregó.

Las secuelas silenciosas de la pandemia


Amaro también advirtió que la pandemia profundizó esta situación de encierro y exposición asimétrica. Mientras los adultos pudieron seguir socializando a través del trabajo o actividades online, y los más chicos quizás jugaron más con la familia, los adolescentes quedaron aislados en un momento en el que la pertenencia grupal es fundamental.

Sonia Amaro presenta su columna en RÍO NEGRO RADIO, los miércoles. Foto: archivo.-

“No tenían la escuela, el club, los amigos. Y aunque tuvieran redes, no es lo mismo. Se cortó la posibilidad de compartir, de confrontar ideas. Y muchos chicos no pudieron decir lo que les pasaba, ni siquiera en casa”, señaló.

El resultado: aumento de cuadros de ansiedad, angustia, pánico y depresión, muchas veces en silencio. “A veces convivían en la misma casa pero no compartían nada. Cada uno en su habitación, sin hablar de lo que estaban viviendo”, explicó.

Cuando mirar duele más que mostrar


La profesional hizo foco en un punto clave: muchos adolescentes se vuelven consumidores pasivos de redes, lo que agrava el sentimiento de distancia con los modelos de éxito que observan. “Me nutro de lo que miro, pero a la vez me angustia. Porque veo todo lo que me falta. Todo lo que no soy o no tengo”, sostuvo.

Y ese contraste puede derivar en una visión distorsionada de uno mismo, al creer que lo que se muestra es todo lo que hay. “Nadie publica sus miedos, sus fracasos o sus días grises. Y si lo hace, es desde el sarcasmo o la ironía. No desde la verdad. Entonces, los chicos lo toman como real y se sienten muy lejos de eso”, afirmó.

¿Cuándo pedir ayuda profesional?


Ante este panorama, Amaro remarcó que la consulta con un profesional puede ser clave para prevenir o detectar situaciones de mayor gravedad. “Si como mamá o papá veo que mi hijo se encierra, que cambia hábitos de higiene, que tiene reacciones desmedidas o si la escuela me avisa que algo pasa, es momento de pedir ayuda”, recomendó.

La profesional aclaró que consultar no significa aceptar ciegamente todo lo que diga el profesional, sino buscar otra mirada que permita evaluar si se trata de algo pasajero o de algo que necesita atención. “No es alarmarse, es actuar. Y muchas veces no actuamos por miedo o por creernos autosuficientes”, dijo.

Dos claves para acompañar desde la familia


Antes de cerrar la charla, Amaro compartió dos recomendaciones para madres, padres o adultos que quieran acompañar a adolescentes en esta etapa compleja:

  • Observar sin invadir, y buscar el diálogo sin exigir respuestas inmediatas.
  • Estar disponibles y, ante la duda, consultar con un profesional, sin temor a “quedar en falta” como padres.

“No podemos con todo. Y pedir ayuda también es un acto de amor y de valentía”, concluyó Sonia Amaro.

Escuchá a Sonia Amaro en RÍO NEGRO RADIO:


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