Qué le pasa al cerebro cuando escuchás música: «reorganiza las conexiones neuronales»

Cuáles son los increíbles efectos del ritmo en las emociones, la memoria y la neuroplasticidad.

Respirar, caminar, parpadear. Vivimos acompañados de ritmos constantes que marcan nuestro día a día. Por eso, no sorprende que la música —esa forma de arte basada en el tempo y la repetición— tenga un efecto tan profundo en el cuerpo y, especialmente, en el cerebro. Un nuevo estudio científico muestra que el sonido no solo activa regiones cerebrales específicas: también reorganiza la forma en que esas zonas se conectan entre sí.

Qué descubrieron los científicos


Investigadores de las universidades de Aarhus (Dinamarca) y Oxford (Reino Unido) observaron la actividad cerebral de un grupo de adultos mientras escuchaban secuencias repetidas de sonidos. Lo que hallaron fue revelador: el ritmo musical logra modificar en tiempo real los patrones de conectividad neuronal.

Mientras algunas áreas se encendían con mayor intensidad, otras reorganizaban su funcionamiento, adaptándose al estímulo auditivo. El cerebro, explican los expertos, no actúa como un simple receptor pasivo. Por el contrario, se “acomoda” al ritmo y puede reconfigurar sus redes para procesarlo mejor.

No todas las áreas se ven afectadas por igual


Durante el experimento, ciertas regiones relacionadas con el reposo cerebral se desactivaron momentáneamente, mientras que otras tomaron protagonismo. Este tipo de plasticidad cerebral —es decir, la capacidad del cerebro de adaptarse y cambiar— es clave para múltiples funciones cognitivas, como la atención, la memoria o el lenguaje.

Qué dicen los especialistas


El neurólogo Alejandro G. Andersson explicó que aunque cada zona cerebral tiene funciones propias, todas trabajan en conjunto. “Esa organización no es fija. Puede reconfigurarse según el tipo de estímulo, el aprendizaje o el estado emocional”, señaló.

Su colega Santiago Tizio, del Hospital Español de La Plata, reforzó esa idea: “El cerebro se reorganiza mientras escucha. Eso nos muestra que la percepción musical no es solo un fenómeno auditivo, sino un proceso dinámico que involucra toda la red cerebral”.

El rol del ritmo en la neuroterapia


Según la musicoterapeuta María Fernanda Rodríguez, los ritmos repetitivos tienen un efecto organizador. “La música estructura los estímulos en el tiempo. Esa previsibilidad ayuda a ordenar las conexiones cerebrales”, explicó.

En terapias neurológicas, por ejemplo, se usa un metrónomo para ayudar a pacientes con Parkinson a recuperar patrones de marcha. Luego del entrenamiento, muchos logran “sentir” ese pulso aunque ya no lo estén escuchando. Es el fenómeno conocido como entrainment, o acoplamiento rítmico.

Una herramienta poderosa para la salud mental


La música no solo activa el cerebro: puede influir en nuestro estado de ánimo, concentración y respuesta emocional. Por eso se utiliza en procesos de rehabilitación, especialmente en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson. También se estudia su efecto en trastornos como el autismo y la epilepsia.

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“Los ritmos están en lo más profundo del ser humano: el corazón, la respiración, el habla”, explicó la musicoterapeuta Nuria Sierra. Por eso, cuando varias personas se reúnen y empiezan a hacer música sin saber tocar, tarde o temprano terminan en un ritmo común. “Es una capacidad innata que nos conecta”, agregó Rodríguez.

Una técnica para ver lo invisible


Los cambios observados fueron posibles gracias a una herramienta innovadora llamada FREQ-NESS, que analiza con precisión cómo reaccionan las distintas redes neuronales ante frecuencias sonoras específicas. A diferencia de otras técnicas, permite ver la sincronización en tiempo real y cómo se modifica la conectividad según el estímulo auditivo.

Esto, según los expertos, abre nuevas posibilidades: desde intervenciones terapéuticas hasta evaluaciones diagnósticas más precisas en personas con alteraciones neurológicas.

Aplicaciones futuras


La música, concluyen los investigadores, podría ser utilizada como una herramienta terapéutica dirigida, diseñada para activar circuitos neuronales específicos y mejorar funciones cognitivas o emocionales. La clave está en entender que escuchar música no es una experiencia pasiva: es una actividad compleja que estimula el cerebro de manera global y profunda.

“La neurociencia está comenzando a hablar el mismo lenguaje que la musicoterapia”, destacó Sierra. Y eso permite tender puentes entre la medicina tradicional y el abordaje emocional de las personas.