“Estoy harto”

Estoy harto de que me llamen “ciudadano”, cuando a ojos vista y de la forma en que se me trata en mi país solamente me identifico con un siervo de la gleba, ya que sólo me limito a producir, pagar y a… sobrevivir. Estoy harto de nuestros políticos, que en momentos de elecciones nos prometen un sinnúmero de cosas y un futuro de crecimiento y excelencia y, cuando llegan a los asientos, los que disputan como caranchos peleando un pedazo de carne, sólo se limitan a vivir mejor su vida e ingresan a un mundo donde se relativizan los compromisos asumidos y todo tipo de componenda es posible, nunca en beneficio de los contribuyentes y los “ciudadanos”; soy consciente de que existen excepciones, lo que no es regla general. Estoy harto de los empleados públicos que interpretan sus lugares de trabajo como dueños de su pequeñísimo pedazo de poder y olvidan quiénes a la postre les pagan su sueldo, y también olvidan que ser empleado público es una distinción que les otorga el pueblo mediante el Estado, para prestar un servicio eficiente y de calidad a quienes lo requieren. Estoy harto de que quieran hacerme creer que esta llamada democracia es la panacea y veo todos los días, precisamente por este medio, que los que nos gobiernan no son los mejores (salvo honrosas excepciones, que las hay). Quiero dejar claro en este punto que creo en la república y en ésta, como la mejor forma para dar garantías al hombre común. Estoy harto de ver día a día que los delincuentes son los dueños de las calles y de las ciudades y que nosotros, “los ciudadanos”, para cuidar nuestras vidas y lo poco o mucho que podamos tener, estamos cada vez más temerosos y presos de las rejas que armamos para cuidarnos de los malos. Estoy harto de ver, prácticamente todos los días, que hoy quienes nos administran privilegian el regalo de los dineros públicos (nuestros dineros) y no favorecen la dignificación de la persona a través de su trabajo. Estoy harto, porque me dicen que el Estado no puede atender las empresas que nos dan servicios como el gas, por ejemplo, porque no son rentables, y me pregunto: ¿cómo a terceros sí les dan ganancias? Estoy harto, porque tenemos un sistema recaudatorio de los mejores del mundo y me alegra que así sea, pues estoy de acuerdo con que todo vecino debe contribuir con el Estado porque es la empresa de todos; pero así como el sistema es de primer nivel, ¿por qué los servicios con que se nos debe retribuir no son del mismo orden? Estoy harto, porque siempre corremos detrás de la zanahoria. Luego de más de 45 años de trabajo honrado, esfuerzos y, por qué no, algunas privaciones, logramos con mi esposa e hijos alcanzar un pequeñísimo patrimonio; por esto y porque estamos cerca de “ser ricos”, debemos pagar también el impuesto a los Bienes Personales. Estoy harto, porque en el ocaso de nuestras vidas, en vez de disfrutar del logro de tantos años de trabajo, esto redunda en presiones para poder sostener lo poco que se tiene; pareciera ser que, para nuestros administradores, el tener algo es malo y así, entonces, en lugar de premiar el esfuerzo se lo castiga. Estoy harto de ver funcionarios públicos que en pocos años se enriquecen y que nadie vinculado al poder investiga el origen de esa riqueza; es una afrenta vergonzosa y descarada para quien trabaja honradamente. Me duele y sufro por mi querida patria, ¿no tendrán que recurrir nuestros administradores a santo Tomás Moro para que los guíe? Mis padres y, supongo, mis abuelos han muerto creyendo que todo iba a mejorar alguna vez. Hoy yo no quiero morirme sin antes decir: estoy harto. Francisco Castañeda, DNI 8.211.676 Roca

Francisco Castañeda, DNI 8.211.676 Roca


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