Fuerte presión de los desocupados en Bariloche

Unos 200 desplazados de los planes de empleo reclamaron respuestas en el Concejo y sólo les prometieron alimentos. Hubo relatos dramáticos de madres que se sienten "empujadas a robar". Contra lo temido, no hubo incidentes.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El Concejo Municipal volvió a ser ayer la caja de resonancia de los problemas sociales de Bariloche cuando más de 200 personas lo colmaron para reclamar comida y trabajo a los concejales y funcionarios.

La convocatoria había sido anunciada por el secretario de la CGT Zona Andina, el legislador provincial Wálter Cortés, pero también se esperaba con inquietud la concurrencia de grupos inorgánicos que habrían demostrado un preocupante nivel de agresividad durante la visita que realizaron el miércoles al Concejo.

Esta circunstancia y la posibilidad de que el edificio fuera ocupado por los manifestantes llevó a las autoridades a solicitar custodia policía, lo que fue criticado por los dirigentes y desocupados.

Cortés abrió el debate ante el Concejo en pleno y casi todo el gabinete municipal, aunque el intendente Feudal no concurrió pese a que los planteos apuntaban directamente al Ejecutivo. Advirtió que «la situación de desamparo es terrible y desesperante, porque estamos hablando de desocupación, pero también de hambre».

Explicó que había sido la gente la que pidió marchar hacia el Deliberante, aunque consideró que «el intendente es el responsable de esta gestión y representante de la ciudad».

Después de enumerar problemas como «la desesperante desocupación, la desnutrición y la violencia social, con riesgos de que se agrave», la CGT presentó un documento de siete puntos. Allí plantearon la necesidad de declarar la emergencia laboral y económica y de que se forme un consejo de emergencia integrado por representantes de todos los sectores involucrados. Pidieron también que el municipio se haga cargo de proveer de alimentos y calefacción a los desocupados, que también tomen a su cargo las facturas de luz y gas de esas familias, que sean reincorporados todos los que fueron despedidos de los planes de empleo, que se legisle para exigir que las empresas incorporen mano de obra local y que se refuerce el presupuesto de los comedores comunitarios.

Los bloques del PPR, PJ, y MPP, anunciaron que compartían los términos del documento, en tanto que Marcelo Cascón, en representación del bloque de la Alianza, expuso que «acompañamos y coincidimos con el diagnóstico, pero el hambre y la desocupación no es un problema de hoy». La representante del Frente Grande no se pronunció en ese momento.

El referente de la Asociación de Desocupados Bariloche, Nicolás Martínez, propuso que «todos los que tengan un cargo político donen un 20 por ciento de su sueldo para crear puestos de trabajo». El guante fue recogido por Cortés y el concejal Claudio Lueiro, quienes adhirieron a la moción.

Los testimonios de los desocupados en línea general fueron patéticos. Una mujer, madre de cinco hijos, planteó: «no quiero que mis hijos sean delincuentes, pero si no tengo trabajo voy a salir a robar yo para darles de comer».

Después de dos horas de debate, nadie quería abandonar el Concejo sin una solución. Cortés propuso que se confeccionaran listas para entregar cajas de comida a todos los desocupados presentes, y la aceptación del secretario de Gobierno, Rodolfo López Alfonsín, descomprimió una situación que por momentos hizo temer un final de violencia

Micros vacíos y reclamos genuinos

Las autoridades temieron la utilización política de la crisis social social y probables desbordes violentos por parte de quienes no estaban contenidos en una organización. Pero la organización fue lo de menos: los micros contratados llegaron al Concejo casi vacíos, y los desocupados, en su mayoría, fueron por sus propios medios.

El dirigente Nicolás Martínez pidió por los hombres, pero de manera especial por las mujeres solas. «Las mujeres son las más indefensas, porque sus esposos las abandonaron o se mataron por no poder proveer el sustento familiar».

Teresa Marinao trabajó dos años en uno de los programas de empleo, y es una de los 700 que perdieron los 200 pesos que ganaban hasta diciembre. «A veces tenía que hacer trabajos de hombre, con pico y pala, pero nunca falté ni llegué tarde. Ahora me dejaron afuera al igual que tantos, y el municipio tomó gente que nunca había trabajado», se quejó.

En tanto que Zulma Campetti, del sindicato de Amas de Casa, dijo que allí se hablaba «de hambre, y todos somos responsables, pero los funcionarios escuchan las quejas y son indiferentes».


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