Ginóbili es el más capaz
Hablar del mejor deportista argentino de la historia es ingresar en una discusión odiosa propia de quienes presumen de sabios y memoriosos.
Que el más grande fueron Fangio, Maradona, Messi, Vilas, Monzón o De Vicenzo es una materia tan opinable como el paladar de quien emite el juicio.
La valoración dependerá de cuestiones como la contemporaneidad, el deporte individual o colectivo, los logros, el legado, razones todas en las que la razón a menudo se nubla con el sentimiento.
No existe un baremo que permita asignar un puntaje con el cual calificar a tal o cual deportista, pero sí hay una clara diferenciación entre quienes piensan que el deportista sólo lo es cuando compite, de aquellos otros –entre los que participo–que entienden que se es deportista en todo momento.
Pues bien, dentro de esta concepción integral, me animo a afirmar sin hesitar que Emanuel Ginóbili ha sido el deportista más capaz que ha dado nuestro país.
Ser el más capaz no significa per se ser el mejor, sino quien más inteligentemente ha resuelto los enormes desafíos que le ha propuesto su carrera dentro y fuera del campo de juego.
Dueño de un físico privilegiado, aunque dando ventajas en peso y altura respecto de sus habituales adversarios, siempre se ha reconocido la guapeza de Ginóbili para atacar el aro frente a verdaderas torres de acero.
El video de agradecimiento que le preparó la franquicia muestra un sinnúmero de jugadas donde Manu fintea y vuelca ante dos o más adversarios y donde no le tiembla el pulso en definir con triple, en circunstancias apremiantes.
Es que el juego del bahiense es un canto de confianza en sí mismo, que indudablemente ha sabido irradiar a sus compañeros.
Justamente, Manu entró en el radar de los Spurs tras el Mundial de Indianápolis 2002, no tanto por su notable condición de basquetbolista, sino por su alma, espíritu solidario y pasión.
Se buscó en él un cambio cultural, una mística diferente, que luego llevó a la franquicia a obtener cuatro anillos de la NBA.
Ginóbili es el único jugador en la historia en ganar cuatro títulos de la NBA (2003, 2005,2007 y 2014), medalla de oro olímpica con la generación dorada en Atenas 2004, medalla de Bronce en Beijing 2008 y un campeonato de la Euroliga.
Inteligente y vivaz en sus declaraciones, siempre ha escapado a polémicas innecesarias y ambientes frívolos. Dedicado a su mujer de siempre y sus tres hijos, su profesionalismo ha sido extremo.
No hay colega que no lo elogie por su actitud, poniendo siempre una vara alta en sus objetivos. Así con 41 años llegó a su última temporada entero y sin dar ventajas, respecto de jugadores a quienes doblaba en edad.
En San Antonio ya se habla de colgar su camiseta en esta temporada.
El salón de la fama
Si, como se espera, sigue los pasos de las leyendas de la NBA, recién podría ingresar a esa entidad, en la que hay sólo 184 jugadores, en el 2024.
Integran dicho pedestal: Michael Jordan, Magic Johnson, Larry Bird, Charles Barkley, Wilt Chamberlain, Julius Erving y Karl Malone entre otros. Sólo seis extranjeros han formado parte de este selecto grupo de estrellas.
Para ello deberá sortear tres filtros: un comité de selección, otro de ética y un tercero de honores.
Llegar a dicho hall es como para un científico argentino dar clases bilingües en Harvard. ¿Que no es válida la comparación? ¿Que son dos campos absolutamente ajenos?
Pues bien, ver en acción a Ginóbili ha llegado a poner en entredicho la ficción y la realidad. Muchos incluso, sin haber tomado una sola gota de alcohol, lo hemos visto con una toga y un birrete dando cátedra, mientras los demás simplemente jugaban al básquet.
*Abogado, profesor nacional de Educación Física y docente universitario
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