Hacen reservas en el restaurante y después no van

Una de las adversidades con la que los cocineros y dueños de restaurantes tienen que lidiar es la irresponsabilidad a la hora de tomar reservas y no asumirlas por parte de la clientela.

Hacen reservas en el restaurante y después no van

Una de las adversidades con la que los cocineros y dueños de restaurantes tienen que lidiar es la irresponsabilidad a la hora de tomar reservas y no asumirlas por parte de la clientela.

Hacen reservas en el restaurante y después no van

Una de las adversidades con la que los cocineros y dueños de restaurantes tienen que lidiar es la irresponsabilidad a la hora de tomar reservas y no asumirlas por parte de la clientela.

Hacer las compras, diseñar el menú, coordinar proveedores, ordenar el plantel, capacitar a la tropa, organizar el salón en definitiva afinar la orquesta para salir a tocar.

La situación es la siguiente. El salón a tope con las reservas, gente que queda afuera de toda chance de ser testigo de la hermosa velada por venir, expectativas, mucha energía puesta en hacer las cosas bien cuando de repente, a la hora señalada dos manchones vacíos en mesas inmaculadas, gente que no llega, varias personas, una cantidad nada despreciable y de repente la ausencia de compromiso, la falta de honestidad, el desplante egocéntrico de no pensar en los demás, en todas esas horas invertidas, trabajo armado, tiempo restado a otras cosas, economía propia afectada, gente que no ocupará ese sitio porque las reservas se agotaron enseguida, quienes se comprometieron no llegan, son 6, 8, 11, 14 personas y nadie llama ni avisa, solo teléfonos sonando en habitaciones vacías.

Esta foto es una constante en la vida de un restaurante. No hay una responsabilidad a la hora de asumir compromisos. Así somos en muchas cosas, se aplica en varios ordenes de la vida.

En España restaurantes con dos estrellas Michelin han optado por cobrar por adelantado. Muchos otros aún se resisten.

También hay quienes venden tickets como si fuese un concierto justificándolo como quien paga para vivir una experiencia. Luego esos tickets se descuentan de la factura.

Los restaurantes mas pequeños son los más afectados, quienes tienen entre 15 y 20 cubiertos sufren una merma importante si las reservas no se transforman en servicio.

En Buenos Aires, reconocidos restaurantes cobran un adelanto del 30% del valor del menú que se ofrece, con tarjeta o directamente un porcentaje fijo que luego será restado de la factura final

Massimo Botura, uno de los cocineros más importantes del mundo, ha dicho públicamente que mucha gente no asume la responsabilidad porque se mueve por un costado naif “mucha gente quiere ir a este tipo de restaurantes no por pasión, sino por decir que ha estado allí”.

En el restaurante Elena del Hotel Four Seasons en Buenos Aires tienen un sistema de reserva en el cual te debitan 600 pesos que luego se descontarán del ticket final.

Muchas personas se ofuscan con este tipo de medidas, pero sinceramente reconocen que funciona igual que cuando se toma una reserva en algún hotel.

Si las reglas están claras y el mercado comienza a aplicarlas esta conducta de no compromiso por parte de la clientela quizá se pueda revertir.

Son enormes las pérdidas y muchas veces la gente no toma conciencia del gasto que implica a los restaurantes puertas adentro.

Es una cuestión de actitud y un tirón de orejas para los comensales.

En la región son varios los restaurantes que padecen este tipo de situaciones.

Tanto los de bodegas, como los que están fuera del ejido urbano y obviamente los salones de cocina de la ciudad. Es una constante.

Carlo Puricceli, dueño en Cipolletti del restaurante Del Sur, comenta: “nos pasa muy seguido, ni siquiera cancelan o te avisan dándote la posibilidad de poder completar esa mesa, tenemos perdidas importantes por este tipo de conducta”

Juan Lucca, dueño de Todo Cambia, restaurante en Meliquina: “hace un par de semanas tenia todo reservado, hicimos un costillar de Filo Hua Hum que fuí a buscar personalmente para 40 personas. Contraté personal, dejamos hermoso el salón, cociné mucho y a la hora señalada éramos 6, nadie llamó para cancelar. A mi esto me parte”.

Quizá es hora de encontrar un mecanismo acorde en general y poner las reglas claras.

Si exigimos mucho, debemos dar el ejemplo en lo mínimo y considerar el trabajo del otro y el esfuerzo, cumpliendo lo asumido o cancelando con tiempo y margen de maniobra.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios