Héroes

Redacción

Por Redacción

–Aferrémonos a las pocas cosas lindas, loco… este mundo es una mierda. –Totalmente, aferrarse a la luz. Pero no creo que el mundo sea una mierda. O no quiero creerlo, por más que haya un montón de bosta –respondió Isidoro Reyes. –Ánimo y fuerza, ¿no? Para todo lo demás existen Arnet y los superhéroes. *** Reyes no entendió muy bien qué había querido decir su amigo en ese último mensaje antes de abandonar el chat. Se quedó pensativo y empezó a deambular en internet. Sonrió al comprobar una vez más su teoría de que no existen las casualidades pero sí las coincidencias, sostenidas a veces sólo por la repetición de una palabra. Así, al leer “héroe” en el título se metió de lleno en una entrevista a Mario Vargas Llosa en “Clarín”. El escritor peruano observaba que la sociedad no sólo está hecha de hijos de puta, ladrones o traficantes, sino también de gente digna, respetable, que trata de adecuar su conducta a sus convicciones. Héroes anónimos que garantizan el futuro, el progreso social. Seres discretos que nunca llegan a los diarios pero defienden unos valores sin mayores exhibicionismos dentro de un anonimato, arriesgando mucho. Si son suficientes –seguía el Nobel– pueden arrumbar una sociedad por el buen camino. Si no los hay, esas sociedades se hunden. El cinismo es muy peligroso si prende, porque todo parece despreciable. Puede haber progreso material pero hay algo que está herido de muerte. Con la excusa de “El héroe discreto”, su última novela, Vargas Llosa contaba que en el proceso de escritura el principio siempre es más bien luchar contra una gran inseguridad, como si fuera una literatura muerta: “La única manera de combatir esa sensación es imponiéndome una disciplina”. Reyes asintió y, como si estuviera frente al novelista, añadió: “En la vida tiene que haber proyectos y un sentido. Hay que seguir un plan sin que sea esencial si logramos cumplirlo”. Al final del artículo el escritor decía que el mundo está lleno de seres heroicos que no saben que lo son. En otra pestaña Reyes se encontró con Nicolás Maduro. El presidente venezolano se las agarraba con el Hombre Araña por la violencia juvenil. Dejó la nota para otro momento y, por sugerencia de un amigo, miró un reportaje a Roberto Gómez Bolaño en “La Noticia Rebelde”. En aquel innovador ciclo televisivo, el creador de El Chavo del Ocho decía, en 1987, que Superman y He-Man no son héroes: “Héroe es el Chapulín Colorado y esto es serio. El heroísmo no consiste en carecer de miedo sino en superarlo. Batman, Superman… son todopoderosos, no pueden tener miedo. El Chapulín se muere de miedo, es torpe, tonto, débil. Consciente de esas deficiencias, se enfrenta al problema, ése es un héroe. Y pierde, que es otra característica de los héroes. Pierden muchas veces. Después sus ideas triunfan. Pero, mientras tanto, ¿cuántos fusilados conocemos?”.

Juan Ignacio Pereyra


–Aferrémonos a las pocas cosas lindas, loco... este mundo es una mierda. –Totalmente, aferrarse a la luz. Pero no creo que el mundo sea una mierda. O no quiero creerlo, por más que haya un montón de bosta –respondió Isidoro Reyes. –Ánimo y fuerza, ¿no? Para todo lo demás existen Arnet y los superhéroes. *** Reyes no entendió muy bien qué había querido decir su amigo en ese último mensaje antes de abandonar el chat. Se quedó pensativo y empezó a deambular en internet. Sonrió al comprobar una vez más su teoría de que no existen las casualidades pero sí las coincidencias, sostenidas a veces sólo por la repetición de una palabra. Así, al leer “héroe” en el título se metió de lleno en una entrevista a Mario Vargas Llosa en “Clarín”. El escritor peruano observaba que la sociedad no sólo está hecha de hijos de puta, ladrones o traficantes, sino también de gente digna, respetable, que trata de adecuar su conducta a sus convicciones. Héroes anónimos que garantizan el futuro, el progreso social. Seres discretos que nunca llegan a los diarios pero defienden unos valores sin mayores exhibicionismos dentro de un anonimato, arriesgando mucho. Si son suficientes –seguía el Nobel– pueden arrumbar una sociedad por el buen camino. Si no los hay, esas sociedades se hunden. El cinismo es muy peligroso si prende, porque todo parece despreciable. Puede haber progreso material pero hay algo que está herido de muerte. Con la excusa de “El héroe discreto”, su última novela, Vargas Llosa contaba que en el proceso de escritura el principio siempre es más bien luchar contra una gran inseguridad, como si fuera una literatura muerta: “La única manera de combatir esa sensación es imponiéndome una disciplina”. Reyes asintió y, como si estuviera frente al novelista, añadió: “En la vida tiene que haber proyectos y un sentido. Hay que seguir un plan sin que sea esencial si logramos cumplirlo”. Al final del artículo el escritor decía que el mundo está lleno de seres heroicos que no saben que lo son. En otra pestaña Reyes se encontró con Nicolás Maduro. El presidente venezolano se las agarraba con el Hombre Araña por la violencia juvenil. Dejó la nota para otro momento y, por sugerencia de un amigo, miró un reportaje a Roberto Gómez Bolaño en “La Noticia Rebelde”. En aquel innovador ciclo televisivo, el creador de El Chavo del Ocho decía, en 1987, que Superman y He-Man no son héroes: “Héroe es el Chapulín Colorado y esto es serio. El heroísmo no consiste en carecer de miedo sino en superarlo. Batman, Superman... son todopoderosos, no pueden tener miedo. El Chapulín se muere de miedo, es torpe, tonto, débil. Consciente de esas deficiencias, se enfrenta al problema, ése es un héroe. Y pierde, que es otra característica de los héroes. Pierden muchas veces. Después sus ideas triunfan. Pero, mientras tanto, ¿cuántos fusilados conocemos?”.

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