Hollande, el gordito que suma e ilusiona a la centroizquierda

Encuestas tras el debate y el apoyo del centrista Bayrou avalan la estrategia de un dirigente que generaba dudas.

Elecciones presidenciales en Francia

PARÍS (AP/AFP).- La última vez que Francia eligió a un presidente, François Hollande era un gordito simpático al que comparaban con un flan, segundón de Ségolène Royal, la popular candidata de su Partido Socialista y la madre de sus cuatro hijos. Ahora que es el candidato del partido y está al borde de un triunfo electoral que nadie esperaba, aparece con figura esbelta, apostura de estadista, gesto severo y el futuro promisorio de quien supo manejar un debate arduo con un aire que sólo cabe calificar de presidencial. Ayer sumó un nuevo golpe cuando el ex candidato presidencial centrista François Bayrou anunció que votará por él, un inusual respaldo que consolida aún más sus chances de convertirse en el segundo jefe de Estado socialista de la historia de Francia. Hollande todavía debe vencer al presidente derechista Nicolas Sarkozy el domingo, pero aún si pierde, su transformación pasará a la historia como notable. Las intenciones de voto a favor de Hollande era ayer de apenas dos puntos, a 53%, en la segunda vuelta de la presidente y aumentaron a un 47% para el candidato de la derecha, según un sondeo Harris Interactive . Otra consulta, realizada por el instituto BVA sigue dando como ganador a François Hollande en la segunda vuelta, con un 52,5% contra Sarkozy (47,5%). En un acto electoral coreografiado a la perfección ayer frente a una puesta del Sol en el sur de Francia, Hollande dijo confiado que está “preparado para gobernar el país’’. Son palabras ambiciosas en boca de alguien de quien un camarada socialista dijo que era blando como una fresa. Otros lo llamaron melcocha. Un popular programa satírico, Les Guignols de l’Info, lo mostró como un flan, un tonto incapaz de decidirse. Como jefe del Partido Socialista en 1997-2008, era considerado un simple vocero de dirigentes más vigorosos y dinámicos, como su pareja Segolene Royal. Bajo su conducción, el partido estuvo a punto de desintegrarse. Cuando los escándalos sexuales pusieron fin a la carrera del favorito Dominique Strauss-Kahn, el viejo Hollande reapareció, pero con un nuevo aspecto. Hizo dieta y perdió la panza. Cambió los lentes redondas de profesor por otras cuadradas y sin marco. Sus promesas de ser un presidente “normal’’ resonaron en una población temerosa por su futuro. Aparecieron oponentes más carismáticos, pero fueron arrollados por la campaña lenta y segura de Hollande. El miércoles, la transformación lució total. En un debate televisado con Sarkozy Hollande se mantuvo firme. Para cada ataque tenía una respuesta. Los dos se quitaron los guantes y no hubo perdedores. Ayer aludió con sarcasmo a la “modestia, moderación y discreción’’ de Sarkozy en el debate y elevó las manos para exclamar: “¡Ustedes arrancarán la victoria de manos de la derecha para ofrecerla a todo el pueblo!’’.


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