Incendios en la Patagonia: «La angustia no es por tu familia sino por tu comunidad que está bajo amenaza de muerte»

Fueron muchos los vecinos de la Comarca Andina que sufrieron daños parciales o totales en sus casas. La mayoría salió corriendo y con lo que pudo llevar para autoevacuarse.

En la tarde del martes, Marina y Juan, dos pobladores de Las Golondrinas, observaron con preocupación un incendio forestal que, a lo lejos, no parecía amenazante. En minutos, otro foco apareció detrás de su vivienda y no dio tiempo a nada.


“Se salvaron de milagro porque los sorprendió el fuego. Perdieron su casa y el taller de herrería que tienen sobre la ruta 40. Así, como de la nada, el fuego apareció al lado de ellos y tuvieron que salir corriendo”, explicó su nuera, Ayelén Torres.


La pareja perdió también sus gallinas y aún tiene esperanzas de que los perros aparezcan.


“Cada día, salía de casa y agradecía el bosque, el aroma de la tierra húmeda, el canto de los pájaros, los mates en la escalerita de la casita. La casita acogió a mucha gente hermosa y estaba llena de recuerdos y risas y llantos e intensidades”, describió Gretel Eliana Reguiló, una de las tantas personas que perdió su casa en el incendio que se desató en Las Golondrinas, El Hoyo y Lago Puelo.

Evacuaciones. Gendarmería colaboró con los vecinos afectados.


“Tenía mucha madera, tenía alma. Tenía todas las cosas de una vida armada paso a paso. Recuerdos, fotos, libros, pelis, juegos, amor a montones. Toda, toda la vida que había construido estaba ahí”, expresó la mujer de 35 años. Y agregó: “Tenía. Ya no tengo más. A alguien se le ocurrió que estaba bien arrasar con todo sin importarle nada. Y hoy no tengo nada. Ni mis mascotas. Estamos en pampa y la vía, nos quedamos sin nada”.


Paola Bondel vive en El Hoyo desde 1989 y asegura que jamás vio algo igual. “Estaba trabajando y vi una nube gigante de humo. Empezó en Las Golondrinas pero poco después ya había otro en cerro Radal. El ruido del fuego era dantesco, explotaba todo”, describió.

“Estaba trabajando y vi una nube gigante de humo. Empezó en Las Golondrinas pero poco después ya había otro en cerro Radal. El ruido del fuego era dantesco, explotaba todo”

Paola Bondel


Cuando estuvo a 50 metros de su casa, no dudó. Puso en marcha el auto, subió a sus perros y buscó asilo en la vivienda de su hermano. Solo agarró sus documentos. A unos 40 metros, vio como el fuego destruía la casa de un viejo poblador de El Hoyo.


“Mi hermano vino a ver a la madrugada y me dijo que mi casa estaba en pie. Entonces, prendimos las bombas del grupo electrógeno y estuvimos toda la noche mojando y cortando árboles con motosierra, a oscuras, alrededor de la casa. No dormí en toda la noche. El fuego pasó frente a mi casa”, detalló.


Precisó que todos “estaban en un estado de total desesperación. Pero no podés hacer mucho más que mojar. El viento era tanto y encima, no teníamos luz. En El Hoyo no hay datos móviles”.
Denali, carpintero de Las Golondrinas, advirtió que a minutos del inicio del incendio decidió escapar. “Pusimos en el auto las cosas importantes. Por suerte, los chicos estaban en otra parte. Yo me quedé con otro vecino para ver si hacíamos algún combate, en un principio. Pero se nos vino encima el fuego y tuvimos que salir corriendo”, dijo.


La casa de Denali se salvó de las llamas pero el taller de carpintería no corrió la misma suerte. “El fuego fue pasando alrededor de la casa pero estaba más regado. Pero no tanto el taller. Perdí todo el trabajo, maquinaria, herramientas”, dijo.
Las consecuencias devastadoras de este incendio llevaron a Gabriela Smit a rememorar el año 2011, cuando el fuego arrasó su tradicional restaurante familiar Pirque, en la ruta 40 de El Hoyo. “En esta ocasión nos pasó el fuego por arriba. Nos quemó una cabaña y la plantación de lavanda, pero logramos salvar la casa y el restaurante”, expresó la mujer.

Diferenció este siniestro del año 2011: “Esa ocasión, fue más acotado. Este claramente fue intencional. Un multifoco. Es imposible que haya saltado desde donde estaba a el segundo foco”.
La mujer y su esposo se autoevacuaron cuando escucharon que un agente policial con megáfono recomendaba a la gente abandonar sus viviendas. “Ya teníamos el fuego encima. En ese momento, agarrás la camioneta y te vas. Solo pensás en salvar tu vida y la de tus mascotas”, detalló Smit.

Un conocido de la pareja le transmitió a Smit qué estaba pasando y de inmediato, la mujer acudió al Destacamento de Bomberos en busca de ayuda. “Una bombera lloraba sentada en una escalera; otra estaba desesperada llena de carbón. En el momento de un incendio, la angustia no es por tu marido o por tu perro sino porque toda tu comunidad está bajo amenaza de muerte”, señaló.  

Las imágenes son difíciles de olvidar. “Te envuelve el humo más allá de perder todo. Ves gente caminando y llorando sin saber para donde ir, dando vueltas en el pueblo. Es una situación de extrema tristeza y angustia. Un duelo permanente”, puntualizó. 

El pedido de ayuda de una comunidad mapuche

La comunidad mapuche Lof Cañio Pangui Wingkul, ubicada a solo 10 kilómetros al noroeste de El Maitén, advirtió que “hay focos muy cerca que se están activando”. 

Marilin Cañio, integrante de la comunidad, explicó que “ya dejó de llover, se levantó viento fuerte y está saliendo el sol. Por eso, pedimos el avión hidrante pero nos dijeron que no hay chances por las inclemencias climáticas”. 

Describió que el lugar donde se ven los focos «son bosques de muy difícil acceso para los brigadistas. Son cuatro horas caminando por el cerro León”. Cañio aclaró que los integrantes de la comunidad trabajan con un tractor “para hacer una faja pero nos estamos quedando sin combustible. Y no hay luz”.  


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