Innovación tecnológica y reglas claras, el déficit de Latinoamérica

SANTIAGO DE CHILE (DPA/AFP) – América Latina ha resuelto el tema del manejo de los recursos fiscales pero el desafío ahora es crecer más y para ello se requiere innovación tecnológica, reglas de inversión claras y políticas de integración energéticas, coincidieron participantes del Foro Económico Mundial.

Los empresarios participantes en el Foro -que terminó ayer- coincidieron en la necesidad de que en los países latinoamericanos se dé solidez y seguridad a la propiedad privada, junto con impulsar políticas para asegurar el suministro energético.

Para el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, la región debe dar claras señales de hacia dónde está avanzando en lo económico. «Definitivamente a América Latina le falta un camino, un rumbo claro», dijo Insulza en su intervención ante el Foro. Para Insulza la región envía «señales distintas» y «contradicciones» sobre los pasos que se deben seguir para superar sus problemas históricos, como la falta de equidad social y la poca innovación tecnológica, a diferencia de regiones como el Asia donde «tienen claro el camino».

La inversión se encuentra en peligro también cuando no existe claridad en las políticas públicas, según el empresario chileno Andrónico Luksic. «Hoy hay varios desafíos para América Latina, como la consolidación del estado de derecho, la solidez de la propiedad privada y la seguridad tanto para atraer inversión interna como externa», señaló.

Sin embargo, el Foro Económico cerró con la esperanza que la estabilidad regional empuje el crecimiento latinoamericano hasta un 5,0% en 2007 y apostando a que en el futuro las economías centren sus esfuerzos en producir energía limpia, aumente el comercio con China y se modernicen los Estados. La proyección de crecimiento duplica el promedio histórico de la región y permitiría acumular un alza de 16 por ciento en el cuatrienio 2003-2007, según los expertos. Este impulso facilitará a la región acumular su mayor reducción de la pobreza, la que caerá a 200 millones de personas .

El llamado «Consenso de Santiago» terminó así en una serie de propuestas para mejorar la competitividad productiva de los países.


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