Internet: libertad & control

Por Juan José Larrea

Internet cuenta con un gran potencial no sólo en cuanto a sus ventajas, sino en cuanto a los posibles problemas que puede generar. La falta de control sobre su contenido derivó en un debate acerca de los derechos que las nuevas tecnologías pondrían en peligro.

Conocida como un «conjunto de miles de redes interconectadas a nivel global», su nombre deriva de la propiedad de interconexión (interworking), que es la rama de las telecomunicaciones que se ocupa de las comunicaciones entre redes. Internet conecta a varios cientos de miles de redes, que a su vez se ponen en contacto con millones de computadoras.

Como característica primordial se destaca su gigantesco depósito de información. En ese «lugar», inimaginable a la mente humana por tratarse de un nuevo espacio: el «ciberespacio», podemos encontrar información acerca de casi todos los aspectos de la vida humana.

Internet ha llevado a la formación de numerosas metáforas como «Red de redes», «Superautopista de la información», «Ciberespacio». Si «La sociedad está contenida en su totalidad en los mensajes que circulan en su seno», como dice, Philippe Breton (en «La utopía de la comunicación») afirmando que el ser humano se define por su acción comunicante, es posible ver a la Red como metáfora de una comunidad humana. Esta se encuentra formada de textos e intertextos, ideas basadas en otras ideas, figuradamente, una cadena de inquietudes humanas interconectadas entre sí.

Una de las más fuertes críticas que ha recibido la «Red de redes» es la carencia de una legislación sobre las ideas perjudiciales para las personas, como las que son difundidas en los sitios neonazis, racistas o sobre pornografía. No obstante ello, es imposible negar que Internet posibilita a cualquier ser humano llegar con su arte y sus ideas a un auditorio nunca antes imaginado, que jamás se podría conseguir por los canales de comunicación comunes.

Sin embargo, parecería que en la sociedad actual no existe la solución aún para manejar la innovación. Por un lado, no podemos permitir la información perjudicial que acarrea el tener un medio donde sea posible el punto máximo de libertad de expresión y, por otro, no queremos resignarnos a convertir a Internet en un medio convencional.

El problema consiste en que Internet no sólo brinda imágenes de obras artísticas, ideas de grandes filósofos, recorridos virtuales por la NASA o el Museo del Louvre. También brindaría información acerca de cómo construir una bomba atómica en su propia casa, al mismo tiempo que instala en su disco rígido imágenes pornográficas y distribuye información falsa y escandalosa a lo largo y ancho del planeta.

El acceso a Internet es posible verlo desde dos puntos de vista: en primer lugar, el usuario puede acceder como espectador. Es decir, el internauta accede a la información que otros ofrecen. Sin embargo, en segundo término, el usuario también accede como creador, editor, escritor y productor de información que sus pares reciben. De esta manera, al ampliarse el acceso de quienes producen información, se diluye la autoridad de la información distribuida. La función de 'gatekeeper' que se desempeña en los medios de comunicación convencionales, se destruye en Internet. Nadie controla la información que se distribuye y todos nos encontramos indefensos ante esa falta de control.

Aquí reside la disyuntiva entre ver a la Internet como la posibilidad de expresión de las inquietudes de todos nosotros, o como una anarquía en cuanto al control en la información distribuida.

Actualmente el mundo no comprende de qué manera es posible dominar semejante tecnología y los gobiernos no pueden dejar de evaluar el costo político que implica quitarle a la gente la sensación de sentir el mundo en sus manos.

Significativamente, peligra el derecho de propiedad intelectual. En la actualidad, hay tantos documentos online como usuarios para escribirlos. Las imágenes y las ideas fluyen en el ciberespacio, pasando de disco en disco sin que el copyright surta efecto. Las compañías discográficas pierden mucho dinero con los programas de intercambio de archivos de música. Y muchos hablan del fin de los medios «materiales», como el diario y el libro, que ahora pueden conseguirse online.

Puede decirse que de esto se trata la libertad tan anhelada, donde las ideas y la información puedan llegar a todos sin restricción. Sin embargo, al ser todo de todos, se vacía de originalidad.

En cuanto a la libertad, la discusión es la misma de siempre, pero en un ámbito distinto. Internet es un símbolo de la libertad de expresión. Con sus pro y sus contra. Cada persona puede, si lo desea, contar con su propio medio de comunicación y difundir a través de él lo que desee. Si lo que difunde es perjudicial para los derechos de un tercero, su acto será penado como si se hubiera tratado de una calumnia cualquiera en cualquier otro medio. El problema en Internet no se trata de no saber cuáles hechos son delitos y cuáles no. El problema reside en la imposibilidad de controlar a quienes cometen los delitos y obtener pruebas de que fueron cometidos.

De allí surge en algunos (gobiernos y empresas) la desesperación de querer ejercer el poder de policía de modo arbitrario, a través de la vigilancia de los usuarios. Esto consistiría en un monitoreo del tráfico por la web y la intercepción del correo electrónico con la excusa de evitar que se produzcan delitos y mejorar la productividad de las empresas.

Mientras tanto, algunos piensan que decididamente debe haber una suerte de control y limitaciones, pero ante esta afirmación nace la siguiente pregunta: ¿quién garantiza que los responsables del control no limiten (subjetivamente) información que sólo ellos consideren nociva?

Diversas opiniones existen sobre libertades y controles en la Red y es necesario que los debates continúen en todo el mundo. Sin apuros y escuchando a todas las partes interesadas. Se debe cuidar este precioso medio. Al decir de Thomas Khun, nos encontramos en una etapa de pre-ciencia, hasta que no se conozcan todos los factores y variantes no reinará entre nosotros un verdadero y nuevo paradigma aceptado por todos.

 

(*) Especialista en Comunicación Institucional.

Jefe de Prensa del 'Ombudsman' nacional


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