Italia, ante otra crisis bancaria

El rescate de dos bancos y la nacionalización de un tercero en las próximas semanas costará muy caro a los contribuyentes italianos pero debería permitir reforzar el sistema bancario del país, que desde hace años inquieta a los autoridades y a los mercados.

El domingo el gobierno italiano se comprometió a inyectar 17.000 millones de euros para comprar las actividades sanas y asumir los créditos dudosos de Banca Popolare di Vicenza y Veneto Banca, dos bancos de la región de Venecia.

Ambos serán liquidados pero sus activos sanos pasarán por un euro simbólico a manos de Intesa Sanpaolo, el banco más grande y más estable del país, lo que evitará despidos y protegerá al mismo tiempo a los depositantes.

Según los analistas de Crédit Suisse, la operación supone “un happy end para los dos bancos italianos porque suprime el riesgo sistémico”, es decir, el de una quiebra que arrastre al conjunto del sector.

En el mismo sentido, el presidente de Intesa Sanpaolo, Gian Maria Gros-Pietro, dijo que sin la intervención del Estado había un riesgo de un “efecto dominó” y hubiera sido necesaria una inyección inmediata de entre 12.000 y 13.000 millones de euros del llamado fondo de resolución.

Y como este fondo está alimentado proporcionalmente por todos los bancos de país eso “habría puesto probablemente en dificultades a alguno bancos”, aseguró.

Sin embargo la operación seguirá siendo “cara para el contribuyente”, advierte a la AFP Franco Quillico, profesor de finanzas de la escuela de comercio politécnica de Milán; mientras que Lorenzo Codogno, jefe economista en LC Macro Advisors, advierte que si finalmente el Estado se gasta 17.000 millones de euros, esa suma presentaría “nada más y nada menos que 1% del PIB italiano”.

A finales del 2016, el Estado desbloqueó 20.000 millones de euros para ayudar a sus bancos, de los que según Codogno 8.000 o 9.000 millones irán a parar al Monte dei Paschi di Siena (BMPS).

En junio, la Unión Europea aprobó el rescate del BMPS, el tercer banco del país, que tiene graves dificultades desde la crisis europea de la deuda y que será nacionalizado en las próximas semanas.

“La moraleja de esta historia es que cuando más esperas para resolver problemas bancarios peor es la situación”, asegura Codogno, exdirector general del Ministerio de Finanzas italiano.

“Deberíamos haber resuelto el problema general hace mucho tiempo y las responsabilidades están compartidas entre Roma, Bruselas y Fráncfort”, afirma.

En los dos últimos años, Italia ha tomado consciencia de la fragilidad de su sistema bancario, donde hay cerca de 700 entidades distintas, y en particular del problema de los créditos dudosos, que representan 350.000 millones de euros.

Estos créditos con pocas posibilidades de ser devueltos frenan a su vez el crecimiento económico porque los bancos que los tienen en su balance son reacios a acordar nuevos préstamos.

En los últimos meses se ha completado la fusión entre Banco Popolare y BPM así como la reestructuración de UniCredit, pero quedan otras cuestiones pendientes, como la de BMPS, cuya nacionalización está todavía en negociaciones con Bruselas.

*AFP


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