Femicidio de Claudia Casmuz: la historia detrás de una mujer “sumamente vulnerable”

La joven asesinada en Roca tenía proyectos y quería estar bien para recuperar a sus hijos, según testimonios en el juicio por jurados. Colicheo desmintió ser padre de sus hijos, luego de la declaración de una testigo.

La situación de “extrema vulnerabilidad” de Claudia Casmuz, la joven de 28 años de Roca víctima de femicidio; quedó probada este jueves tras una extensa ronda de testigos en la tercera audiencia del juicio por jurados. También hoy quedó plasmado que se trató de una mujer que -en la voz de las profesionales que la pudieron acompañar- tenía proyectos de vida, aspiraciones que hoy ya no podrán cumplirse.

El llanto de la madre de la víctima y querellante en la causa, Edith Yanca, se percibió en la tercera audiencia del juicio por jurados por el femicidio. Se llevó adelante este jueves ante el tribunal popular que juzga a Antonio Gregorio Colicheo, único sospechoso por el hecho. La audiencia se centró en declaraciones de testigos aportados por la parte acusadora.

Claudia quería salir de la situación de consumo de drogas, de calle y de ejercicio de la prostitución en la que estaba inmersa. Ella quería estar bien para ejercer la maternidad de sus hijos. Así lo declaró una trabajadora social del Hospital López Lima quien siguió su caso durante un tiempo y quien -entre muy pocas personas- pudo entablar un vínculo con ella, luego de al menos cuatro episodios de crisis que la llevaron a caer en la guardia. 

“(Claudia) quería terminar el colegio. Un trabajo diferente al que tenía, un lugar para vivir (…) Quería estar bien para recuperar a sus hijos. El consumo era para ella una forma de tolerar su trabajo. Lo hacía por eso”, declaró la licenciada en Trabajo Social quien dejó en claro que la mujer era una víctima no solo del consumo, sino de “privación social y afectiva”. 

Fue una «persona sumamente vulnerable» calificó la jueza de Familia que declaró en carácter de testigo. Llegó a la conclusión de que sufrió violencia y también manipulación por terceras personas, lo que se desprende de la mecánica de vida. La jueza la siguió a través de varios expedientes ligados a causas en relación con sus hijos y por internaciones involuntarias por razones de salud mental. 

Ella tenía seis hijos, pero ese contexto y situación de vida no le permitía criarlos, dijeron las profesionales. En varias ocasiones la Secretaría de la Niñez y Adolescencia (Senaf) y Juzgados de Familia intervinieron con medidas excepcionales para resguardo de los niños, que se relataron en esta audiencia. Su actitud con los operadores de salud siempre fue para pedir ayuda, remarcaron.

«En la última internación (año 2018) dijo que quiere estar bien para maternar”, sostuvo la psiquiatra del hospital López Lima que la atendió en algunas ocasiones y recalcó que la joven nunca terminó un tratamiento efectivo. 

Nadie conocía nombres ni detalles de su vida, con quien estaba, con quien se veía. Quienes siempre la frecuentaban la habían visto una semana antes de su desaparición, en febrero de 2021 y habrían sido los últimos. 

Antonio Colicheo, el único imputado por la causa. Foto: Cesar Izza

“A lo último ya no teníamos trato. Nos veíamos de vez en cuando en la calle. Ella se alejó hace como tres o cuatro años”, contó la hermana de la víctima, Mariana Casmuz, quien declaró en esta jornada. 

«Que hagan un ADN»


El mayor contrapunto surgió cuando una conocida y amiga de la víctima hizo declaraciones en las que implicó directamente a Antonio Colicheo con Claudia. Dijo que el imputado es padre de algunos de los hijos de la víctima y que se apodaría “El Gitano” Colicheo. Según esta mujer, tendría un taller mecánico en J. J. Gómez.

Luego de eso, la audiencia tomó un giro y el imputado pidió declarar en la audiencia para desmentir el testimonio. Colicheo negó ser padre de los hijos de Claudia y ser ese mecánico al que se refirió la testigo.

Antonio Gregorio Colicheo está siendo juzgado por un tribunal popular. Foto: Cesar Izza

“Así como dijo que podía tener hijos con la señorita Casmuz, yo no tengo problema, un ADN, no tengo ningún problema porque yo estoy seguro que eso no es real”

Antonio Colicheo, imputado por femicidio de Claudia Casmuz

Más pericias en la escena


Una vaina servida con rasgos compatibles al arma Taurus implicada en el femicidio, fue hallada en el campo “La Perseverancia” ocho días después del hallazgo del cuerpo. El elemento fue divisado a metros de la fosa donde estaba enterrada la víctima, por un grupo de peritos liderado por Juan Pablo Accorinti, jefe de la Unidad Operativa para la Investigación del Ministerio Público Fiscal. 

Todo el contexto le dio indicios al investigador de que el disparo se habría efectuado en ese mismo escenario. Lo dijo el propio Accorinti, quien declaró en la tercera audiencia.  

El campo y la escena donde fue hallado el cuerpo de Claudia Casmuz. Foto: Cesar Izza

Osvaldo Lizama, el único puestero además de Colicheo, dijo haber conocido al imputado en el trabajo de campo. Pese a las dificultades para comunicarse con las partes, tanto fiscal como defensa, reveló que Colicheo casi siempre portaba un arma en la cintura. 

También declaró Laura Viviana Hernández, la dueña del campo que tiene una extensión de más de 7.500 hectáreas heredado de su padre, y quien contrató a Antonio Colicheo para trabajar en el puesto el año pasado, junto con su marido Manuel Nicoluk. 

Según surgió de la ronda de testimonios, Antonio Colicheo no solo se movilizaba en un auto “prestado” sino que también había vivido en una casa prestada en el último tiempo. Era de su excuñado y pareja de su hermana en aquel momento.  

Nerviosismo y ruidos en la comunicación  


Nerviosismo, problemas de comunicación y de comprensión entre las partes que indagaron y los indagados; fueron moneda corriente en la primera parte de la audiencia. «Yo no se nada», “Eso que pasó”, “El hecho este”. Estas frases que se escucharon por lo menos en tres testigos quienes denotaron estar viviendo un difícil interrogatorio frente al estrado.

El peón rural que trabajó unos días con Colicheo en el campo La Perseverancia. Foto: Cesar Izza

Se trató de personas ligadas al trabajo rural que llegaron a prestar declaración, y por momentos parecían estar fuera de contexto, desconociendo de qué se trataba su aporte en la sala. Preguntas reformuladas, pedidos de alzar la voz y hablar fuerte al micrófono, dieron la pauta de ruidos en la comunicación y del tenor de lo que generó el caso en algunos testigos.  


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