Intentó asfixiarla, el caso se archivó y ocho años después la atacó con un cuchillo: lo juzgan por tentativa de femicidio en Neuquén
Las agresiones ocurrieron en 2016 y 2024, en el barrio Almafuerte II, y fueron casi idénticas. El imputado era la expareja de la víctima y tenía prohibición de acercamiento. El juicio por jurados comenzó este lunes.
El 19 de enero de 2024, a las 5.40, el servicio de emergencias del hospital Castro Rendón de Neuquén recibió a la ambulancia del SIEN que traía a una mujer con una lesión de arma blanca en el cuello. Una de las médicas del equipo la revisó y constató que tenía una herida punzante, de 0,5cm, del lado izquierdo. Le preguntó qué le había pasado y ella le contó que estaba descansando, sola, en su casa, escuchó un golpe en el portón y no llegó ni siquiera a pararse cuando fue agredida. Estaba «muy angustiada», le comentó que «era más de lo mismo», que ya había recibido otros ataques y tenía miedo de que él la matara.
-Le ofrecí llamar al 148, dijo la doctora.
Fue una de las cinco testigos que declaró este lunes en la primera jornada del juicio por jurados contra Claudio Eduardo Calfuqueo, acusado de haber intentado cometer dos femicidios contra su expareja, en la casa del barrio Almafuerte II de Neuquén capital.
La primera vez fue en 2016, en un hecho casi idéntico: ingresó por la fuerza a la vivienda, de madrugada, y con un cinto trató de asfixiarla. El caso resultó archivado por la fiscalía. En 2024 le dio un puntazo con un cuchillo tipo tramontina en el cuello. En ambas ocasiones tenía prohibido acercarse a ella, por orden de la justicia de Familia. La custodia policial no estaba presente cuando se concretaron los ataques.
El fiscal jefe Agustín García aseguró en su alegato de apertura que Calfuqueo estuvo en pareja con la víctima durante 20 años, en donde hubo separaciones y reconciliaciones, y que él ejercía violencia de género, no sólo física (golpes de puño, patadas, e incluso le provocó pérdidas dentarias), sino psicológicas (control, insultos, actos denigrantes).
Sostuvo que en la agresión del año pasado ella se salvó porque se resistió y porque los vecinos oyeron los gritos, y arrojaron piedras sobre el techo de chapa. Eso hizo que Calfuqueo huyera del lugar. Remarcó que la zona donde la lastimó es vital y podría haber sido fatal.
El defensor particular, Carlos Fernández, afirmó que en el caso había «más dudas que certezas», que su asistido trabajaba en Techint, a la que describió como una de las mejores empresas de la zona, con un buen sueldo. Que ambos mantenían una relación «conflictiva», de «ida y vuelta», y que hubo desidia en la actuación de los juzgados de Familia que no le dieron a ella un botón antipánico y a él una tobillera. Relativizó, además, las lesiones que ella sufrió por que no pusieron en riesgo su vida.
Las «autolesiones»
Uno de los oficiales de la comisaría 18, que llegó al lugar ni bien ocurrió el hecho de 2024, mencionó que los vecinos y vecinas le habían colocado a la víctima un trapo en el cuello para contener el sangrado. Una de las ellas relató que lo había visto a Calfuqueo irse y que llevaba una remera azul y un pantalón celeste.
Esa madrugada, Calfuqueo interceptó a un móvil de la policía. La agente que se lo encontró declaró también hoy. Remarcó que el hombre silbó y le hizo un gesto para detenerla. Se presentó y le manifestó que quería hacer una «contra- denuncia» contra su expareja que se había «autolesionado». Indicó que ella lo había invitado a tomar algo a su casa, discutieron, le planteó que lo quería «ver en la cárcel» y fue entonces que tomó el cuchillo. La testigo recordó su «olor etílico cuando hablaba», y respondió que usaba una remera roja y un pantalón gris.
Julia Villalba, de la Unidad de Servicios Periciales del Poder Judicial, fue la encargada de recorrer la vivienda y recolectar evidencia. Reconoció los daños en la puerta y halló sangre en el piso, por goteo, y en el mobiliario, por salpicadura y contacto. Localizó dos cuchillos: uno en la mesa de mango rojo, que no coincidía con el resto de los cubiertos de la casa, y uno afuera, similar a los que había en la cocina.
Le mostró al jurado el plano de la vivienda que tenía dos ambientes: uno más grande donde estaba la cocina, el comedor, el living y la habitación, sin separaciones, y por otro lado el baño. Contestó que no encontró vasos, ni bebidas alcohólicas en esa mesa.
Además, la testigo fue quien revisó las prendas que el acusado llevaba: la remera roja y el pantalón gris que no «estaban sucios», al igual que las zapatillas, pese a que en la casa había sectores con barro.
El jurado deberá determinar si el imputado es responsable del delito de homicidio doblemente agravado, en grado de tentativa, por el vínculo (habían sido pareja) y por la violencia de género ejercida durante la relación y en ambos hechos, más la desobediencia a una orden judicial y la violación de domicilio.

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