Las «caras» de Pablo Parra durante la investigación por el femicidio de Agustina Fernández en Cipolletti

Por momentos se mostró muy colaborador con la investigación y por otros, altanero. Así lo aseguran algunos de los investigadores que intervienen en la causa.

La conducta camaleónica del ahora detenido Pablo Parra no pasó desapercibida entre los investigadores de la policía. ¿Estrategia de defensa o cambio repentino ante las circunstancias adversas? Con los avances de la causa, sus últimas declaraciones públicas sobre el femicidio de Agustina Fernández en Cipolletti se resignifican.


La policía conoció a un Pablo Parra que osciló entre una amabilidad impostada para mostrarse colaborador con la investigación y una actitud prepotente cuando se sintió molestado. “Muchas veces lo consultamos y fuimos a hacerle preguntas y tenía una actitud de cooperación, aunque a veces nos sobraba y se mostraba fanfarrón”, contó uno de los investigadores.

El día de la detención se lo percibió frío e inconmovible. Pero conforme pasaron las horas estuvo molesto y prepotente con la policía. Incluso algunos uniformados aseguraron haber escuchado comentarios machistas de su boca, ya dentro de la comisaría.


Lo más llamativo, según pudo reconstruir RIO NEGRO, el trabajador petrolero, no se mostró sorprendido por el allanamiento de madrugada que lo tomó por sorpresa y durmiendo en soledad en el departamento que alquilaba en el barrio San Pablo. Fue el destino que eligió tras dejar la vivienda de la calle Confluencia al 1301 donde mataron a la joven pampeana.


En la audiencia de formulación de cargos solo habló para aportar sus datos personales. Una musculosa amarilla fue la única prenda de vestir que dejó ver en cámara y todo el tiempo mantuvo un rostro de desentendimiento aunque según advirtieron algunos especialistas que siguieron la transmisión en algunos pasajes del relato del fiscal mantenía su mirada hacia arriba como quién evoca o recuerda determinadas circunstancias.


Se habló mucho de la estrategia de defensa de su abogado Juan Coto, quien lo presentó como alguien incapaz de burlar a los investigadores durante tanto tiempo. Su imagen informal pareció elegida para abonar esa teoría.


El recuerdo de Kielmasz



Pero del otro lado, las personas que lo conocían del barrio aseguran que siempre fue un “tipo que tuvo problemas con las mujeres”. Es más, los grupos feministas que repudiaron a Pablo Parra y que empapelaron la ciudad con su rostro y la frase “femicida” trazaron un paralelismo con la actitud que mantuvo Claudio Kielmasz, condenado a prisión perpetua por el triple femicidio de 1.997.


Así como Kielmasz se presentó en la plaza para buscar a los familiares de las jóvenes asesinadas y aportar datos que permitirían esclarecer los femicidios, Parra fue al hospital para hablar con la madre de Agustina, mientras la joven de 19 años recibía el diagnóstico de muerte cerebral.


Pese a las comparaciones, Kielmaz está a poco tiempo de agotar su condena y Parra recién atravesó la primera instancia del proceso penal, es decir que todavía conserva su estado constitucional de inocencia. Pese a ello, su última declaración pública respecto al caso cobra hoy otro significado.


La última vez que habló con los medios dijo que “ya no quería tener nada con Agustina” pero en la audiencia de formulación de cargos del viernes se supo del propio fiscal Martín Pezzetta que él le había comprado un anillo de compromiso y tenía reservas para viajar a San Martín, invitación que fue rechazada por la joven pampeana.


Los investigadores presumen que ese rechazo y la visita de un joven al complejo con quien Agustina tenía una relación íntima fueron desencadenantes en el brutal ataque. Quedó claro en la audiencia en la que el fiscal dedicó muchos minutos en contextualizar la posible motivación de Parra para agredir a la joven.


Un testigo que vivía en el edificio también declaró y dijo que le llamó la atención que Parra no mostraba ningún signo de emotividad cuando hablaba de la joven el día del hecho. Lo mismo aseguran varios policiales que estuvieron presentes en algunas de las declaraciones que le tomó la fiscalía.


La dudas de su coartada



Claro que estas características no son indicios de culpabilidad, ni mucho menos, pero fue una de los indicios que tomó un grupo de investigadores que siempre creyó que tenía vinculación con el crimen.
La investigación demuestra así cada más inconsistencias en el relato de Parra. La hipótesis del robo ya fue descartada por la fiscalía ya que en el departamento había huellas de calzado solo del joven petrolero y de la víctima.


Pero hay más: no hay ningún ingreso forzado en la vivienda, ni desorden. La escena del crimen no arrojó indicios de un robo al azar. Otro dato llamativo es que en la vivienda había más dólares. ¿por qué no se los llevaron y sí optaron por llevarse un bolso deportivo con ropa?


Los investigadores están convencidos que fue parte de la coartada del joven petrolero que empezó a derrumbarse con una pericia que logró esclarecer el investigador que puso la familia para colaborar con la querella: Eduardo Prueger.


El criminólogo logró confirmar que la imagen de un auto similar al de Parra circuló en las inmediaciones del complejo en un horario entre las 19.20 y 20.20 que fue cuando se produjo el hecho y que según Parra están en el recorrido que manifestó en sus declaraciones: casa de los padres, heladería, despensa, etc etc.

El giro radical que dio la investigación penal responde a un extenso trabajo de la fiscalía y la querella y también por los descuidos de la escena del crimen.


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