Kastika: «Alguien que emprende un proyecto en el que cree, difícilmente lo abandone»

Riesgo, diversidad, excelencia, interacción con otras personas, son cuatro elementos esenciales para que una persona pueda emprender, más allá del contexto en que ocurre la acción. La idea es priorizar el proyecto para no morir en el intento.

Innovación, creatividad, persistencia, emprender pese a contextos turbulentos son los conceptos e ideas que desde hace más de 30 años navega Eduardo Kastika y trata de inculcar en cada sitio que visita.

Este profesor universitario estará presente en la conferencia sobre El Futuro del Trabajo del miércoles 18 en el Salón Raimbow, en Casino Magic, Neuquén.

Río Negro lo entrevistó en la previa a la cita neuquina y el profesional dejó varios conceptos que vale la pena evaluar. Parte de la charla a continuación.

P: ¿Esta es una buena época para emprender?

R: En todas las las épocas hay gente que emprende. Lo que pasa es que en según las circunstancias históricas, quienes emprenden lo hace de distintas maneras. Suele recurrirse a una frase hecha: «la crisis son los mejores momentos para emprender». Esto no es así. Es, a mi entender, una frase facilita y superficial. Durante las crisis surgen determinados tipos de oportunidades. Por lo general, oportunidades referidas a soluciones ingeniosas, provenientes de reacciones rápidas flexibles y con capacidad de adaptación. Pero los momentos de estabilidad y crecimiento también son excelentes momentos para emprender e innovar. La estabilidad, el bienestar y el crecimiento son ingredientes esenciales para los proyectos vinculados con la innovación a largo plazo, con las transformaciones profundas, con la construcción de modelos de desarrollo interesantes. Hay quienes se sienten más cómodos/as con la innovación reactiva (o los emprendimientos de tipo «reactivo»), ingeniosa, de corto plazo muy propicia para momentos de crisis. Y hay quienes se sienten más cómodas/os con características del contexto más vinculadas a la necesidad de emprender e innovar sustentablemente, con mirada de largo plazo, con proyección transformadora.

P: ¿Todos podemos ser emprendedores?

R: La respuesta a si todos «podemos» ser emprendedores es muy relativa. En realidad, los seres humanos nacemos con potencial para emprender, crear, desarrollarnos… Pero es fundamental tener en cuenta las circunstancias, la historia, el contexto en que cada uno de nosotros se desempeña y ha crecido. Más allá de que haya contextos más o menos «favorables» para el desarrollo de una persona, hay cierta forma de educar, ciertos contextos, ciertos vínculos que están más vinculados con la actitud emprendedora que otros. Los contextos que valoran (o al menos que no impiden fuertemente) la toma de riesgos, contextos que permiten dan cabida a la diversidad de todo tipo, contextos que favorecen el desarrollo de habilidades con excelencia, contextos en donde se hace más sencillo interactuar y vincularse con otras personas… Riesgo, diversidad, excelencia, interacción con otras personas: estos cuatro elementos son esenciales para que una persona (más allá de sus tipos de habilidades y talentos) pueda emprender.

P: ¿Encarar algo propio puede ser la solución para alguien que se quedó sin trabajo y no consigue un nuevo puesto en el mercado laboral?

R: Sí, por supuesto. Pero la expresión «encarar algo» es interesante: una persona puede dedicarse provisoriamente a alguna actividad independiente en tanto busca un nuevo puesto en el mercado laboral. Pero esto no es necesariamente lo que se entiende por «emprender». Alguien que emprende (en el sentido que usamos la palabra quienes nos dedicamos a investigar esto desde hace muchos años) es alguien que tiene una idea que valora y le interesa, considera que con esta idea puede agregar valor y está dispuesto a llevar esta idea adelante intentando superar los costos y las dificultades que esto puede significar. Puede ser emprender un negocio, o emprender una profesión artística, o emprender un proyecto vinculado al desarrollo social. No importa qué es lo que se emprende. Lo que importa, en el caso de quienes emprenden, es la priorización de su proyecto y su idea con respecto a otras oportunidades. Alguien que emprende un proyecto porque realmente cree en él, es alguien que difícilmente lo abandone ante la primera oportunidad que le aparezca una vez que se ha lanzado.

P: ¿Hay una edad determinada para emprender?

R: No. en absoluto. Hay un estereotipo del «joven emprendedor y entusiasta». Pero es sólo eso: un estereotipo.

P: ¿Cuáles son las dificultades con las que se puede encontrar un emprendedor?

R: Muchísimas. Pero hay una que puede ser interesante destacar porque no siempre se tiene en cuenta: se trata de lo difícil que muchas veces es convivir en un contexto en donde, tal ez, la mayoría de las personas que rodean a quien emprende tienen trabajos o actividades en relación de dependencia (en sectores privados, públicos o familiares). No contar con un monto fijo constante de ingresos es una situación que determina mucho el tipo de vida de quienes emprenden. Determina sus decisiones cotidianas, sus formas de consumo, sus inversiones… en definitiva, su modo de vida. Esto suele generar, muchas veces, una «falta de sintonía» con quienes rodean a quien emprende.

P: ¿Cuánto tiempo debe pasar para entender que un emprendimiento no es el adecuado o que algo está fallando y hay que cambiar?

R: Es una muy buena pregunta. No hay un tiempo establecido, pero sí hay tiempos que dependen del rubro, sector o actividad a la que una persona se dedique. Por ejemplo, es bastante lógico que una persona que encara el proyecto de una «librería escolar» en abril, deba esperar los meses «pico» del sector (la vuelta al colegio en julio, el fin de año y el comienzo de año escolar) para evaluar cómo funciona su emprendimiento. Es decir, debería esperar por lo menos un año para decidir. Pero esto es distinto en una actividad vinculada a la inversión bursátil y muy distinto para un emprendimiento vinculado a la agricultura o un emprendimiento vinculado al desarrollo educativo o social (por poner algunos ejemplos).

P: ¿Se puede emprender sin dinero?

R: Siempre que emprendemos recurrimos a algún tipo de recurso, sea dinero o sea otra cosa: nuestras habilidades, nuestros conocimientos, las personas que conocemos. Lo importante es que quien emprenda tenga un vínculo claro con el dinero y sepa qué lugar va a ocupar en lo que realiza.

P: ¿Es necesario innovar en un emprendimiento que es exitoso?

R: En realidad la respuesta a esta cuestión depende de la perspectiva que se asuma. Desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, lo que se necesita son innovaciones y, además, emprendimiento productivos
 más allá de que innoven o no. Se puede tener éxito innovando y se puede tener éxito sosteniendo innovaciones ya realizadas. Se trata de diferentes énfasis en la profundidad de las novedades que se proponen. Estos «cambios para adaptarse al futuro», no necesariamente son innovaciones, pueden ser «resoluciones creativas» constantes que ayudan a que la innovación sea sostenible.

P: ¿Por dónde pasa el futuro del trabajo: tecnología, oficios, etc?

R: Hay diferentes visiones con respecto a este tema. La respuesta más sencilla y segura sería poner todo el peso en los cambios tecnológicos. Por supuesto que la tecnología tendrá un papel fundamental. Pero hay un tema que no siempre se plantea y que, desde mi punto de vista es esencial, que tiene que ver con la solvencia, la excelencia y la calidad en el desarrollo de las distintas profesiones, oficios y actividades que se desarrollen. «Hacer las cosas bien hechas, con calidad y excelencia», creo yo, es una de las claves del trabajo del futuro.

Estudiar algo que no nos atrae, simplemente porque parece tener «la mayor salida laboral», creo yo, es un gran error.

Eduardo Kastika

P: ¿Qué recomendaría estudiar hoy a los jóvenes que van a ser la fuerza de trabajo dentro de una década?

R: Sin duda, recomendaría que cada joven estudie aquellas carreras (u oficios, o actividades, o profesiones) con las que se siente más a gusto. Con las que siente mayor entusiasmo y vocación. Estudiar algo que no nos atrae, simplemente porque parece tener «la mayor salida laboral», creo yo, es un gran error. Tal vez esta posición mía tiene que ver con mi historia y con lo que he vivido en estos 35 años que me dedico a la innovación y la creatividad. Muchísimas personas que se dedicaron, hace 20 años, a carreras «infalibles» (en su momento) hoy son profesionales que no marcan ninguna diferencia. Y muchísimos profesionales que siguieron carreras «sin salida laboral» pero guiados por sus intereses, entusiasmo y pasiones son, hoy, brillantes profesionales. Para esto, no hay que confundir la carrera que una persona estudia con el trabajo que luego realiza. Aquí hay muchos estereotipos y se suele opinar sin saber demasiado: hasta la carrera más insólita puede ser una fuente de excelentes actividades laborales.


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