La adenda y el silencio petrolero

Para encontrar una doble muerte hay que retrotraerse a enero de 2010 en Aguada Pichana. Se desprendió un caño que mató a dos operarios. El gremio endureció su postura y en una especie de autocrítica dijo que la adenda no estará por encima de los trabajadores. Harán controles.


En los yacimientos existe una ley de hierro: el silencio. La clandestinidad en la que transcurre la vida interna de esta industria atraviesa a todos los niveles y a todos los actores que la integran. Desde los voceros de las compañías, los funcionarios provinciales, delegados gremiales y hasta los operarios comunes, eligen atenerse a la norma. El miedo aparece como la capacitación más efectiva de cualquier ingresante.

Las muertes de Cristian Baeza y Maximiliano Zappia, operarios de Pecom, en el yacimiento Fortín de Piedra de Tecpetrol, desnudó una vez más los cuestionamientos que exponen al sector. En los últimos 15 meses la industria acumuló ocho víctimas fatales en distintas operaciones.

La ausencia de palabras funciona como parte de una doctrina de disciplinamiento. En marzo de 2015, casi dos años antes de la adenda a los convenios colectivos, el titular de Petroleros Privados, Guillermo Pereyra, retó en Añelo a los trabajadores por el alto grado de ausentismo y utilizó una desafortunada comparación: “¿Qué está pasando compañeros? ¿Queremos psicológicos? ¿Es una escuela esto que queremos certificados psicológicos?”.

La adenda firmada en enero de 2017 y presentada, con un acto en Casa Rosada, como un acuerdo modelo para toda la industria, sirvió para materializar un modelo de productividad. Las compañías, en este caso las de servicios especiales, se quejaban de los altos costos salariales y, en segundo plano, del elevado grado de sindicalización de la mano de obra local. Ambos aspectos, coincidían, complicaban las inversiones extranjeras en Vaca Muerta. Fue una forma de “ordenar el costo argentino”.

El convenio, acordado por el sindicato, las empresas y los gobiernos nacional y provincial, objetivamente buscó equilibrar y regular los trabajos de la creciente industria no convencional y fijó nuevas pautas que, más allá de los eufemismos, flexibilizaron las tareas a la medida de un modelo intensivo que necesita de más horas para poder ser competitivo.

En la industria niegan que los accidentes ocurridos, desde la implementación de la adenda, estén relacionados a este esquema.

De hecho, es cierto que no todos los accidentes fatales ocurrieron en Vaca Muerta. E incluso en varios de ellos la Justicia se expidió indicando que se trató de fallas humanas. Ciertamente es una industria de un elevado riesgo para los operarios y una equivocación puede resultar mortal. Un estudio publicado el año pasado da cuenta que en el país muere un trabajador cada 20 horas y que en el sector “Minería”, que incluye a la industria petrolera, apenas representa el 2% de los hechos. Por eso es llamativo que en 15 meses se acumulen ocho víctimas mortales.

Las operadoras petroleras suelen ser extremadamente celosas de las normas de seguridad. Alcanza con visitar cualquier yacimiento para comprobarlo. Sin embargo, la cadena de valor de esta actividad está integrada por miles de empresas y vale preguntarse ¿Todas las firmas están alcanzadas por la misma contracción a las normas? ¿Hay manera de realizar un control exhaustivo?

Baeza, el operario que murió al caer a una pileta, tenía apenas 34 años, pero una extensa carrera dentro de la actividad. No era uno novato. La operadora Tecpetrol confirmó a la subsecretaría de Hidrocarburos que realizaba tareas de recorredor al momento del hecho, las 22 del domingo. También indicó que no tenía operaciones asignadas en el lugar donde se produjo la fatalidad. La Justicia investiga porqué se encontraba allí y qué ocurrió con la tapa de la pileta a la que cayó. Pereyra deslizó que podrían haberle solicitado un trabajo de último momento. Habrá que esperar.

Cinco días después el sindicato, a contramano de lo que venía diciendo, advirtió que “no existe adenda por encima de los trabajadores” y expresó la necesidad de una “autocrítica”. Informó que desde el lunes será la propia organización la que controlará las medidas de seguridad en las operaciones. Restará saber si se hablará sobre lo relevado o si seguirá funcionando el domo de clandestinidad campo adentro.


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