La casa propia, el sueño de muchos catrielenses

Hoy Catriel tiene, en los listados locales, unos 700 aspirantes a contar con un hogar. Los desocupados sienten el problema con más fuerza y muchos de ellos habitan galpones abandonados.

CATRIEL – En esta ciudad, la demanda habitacional es alta y el sector social que siente con mayor fuerza el problema es el de los carenciados, formado hoy en su mayoría por desempleados. Mientras alrededor de 700 personas engrosan el listado de espera por una vivienda institucional, no son pocos los casos de personas o núcleos familiares en difícil trance económico que han ocupado construcciones abandonadas y bases de empresas ya inexistentes o que emigraron de la ciudad, sin contar siquiera con los servicios básicos.

La última vez que en Catriel se adjudicaron viviendas construidas por el Instituto de Planificación y Promoción de la Vivienda (IPPV) fue en setiembre de 1995, precisamente las conocidas como «las 150 viviendas CGT».

Los aspirantes a una casa pueden anotarse en el registro de demanda habitacional de la provincia, y en Catriel, desde febrero de este año hasta la actualidad, lo han hecho alrededor de 400 personas. Pero además existe otro grupo, conformado por unas 300 personas que esperan desde hace tiempo por un hogar. Con datos depurados la cifra podría oscilar, pero se estima entonces que alrededor de 700 son los aspirantes.

«La demanda es alta», evaluó Gabriel Evangeliste, encargado de la oficina local del IPPV (que depende de la delegación de Cipolletti). «El instituto no tiene aquí casas solas, pero la situación de Catriel respecto de viviendas no escapa al cuadro que presentan otras ciudades de la provincia.

En relación a otras localidades, Catriel tiene mayor cantidad de viviendas construidas por el IPPV: hay cerca de 1.200 sobre una población que rondaría los 17.000 habitantes».

La Unión de Trabajadores Desocupados -UTD- es una agrupación de desempleados, cuyos representantes recepcionan todo tipo de pedidos de asistencia. La necesidad de casas no escapa a esa realidad: «siempre aparece alguien que tiene que dejar la casa en la que vive porque no puede afrontar el alquiler por más chico que sea, o porque están viviendo de «prestado» y buscan otra alternativa», comentó Alejandro Hidalgo, presidente de la UTD.

Hidalgo comentó que en mayo de este año, cuando el ahora ministro de Acción Social Daniel Sartor estuvo en la localidad, la agrupación planteó al funcionario el problema habitacional que aqueja a los desocupados.

Sartor les informó en esa oportunidad que se solicitaría al municipio el relevamiento de terrenos, para emprender la construcción de viviendas bajo la modalidad «esfuerzo propio» (que para su ejecución cuentan con el material que provee el Estado, y la mano de obra de quien la ocupará).

Es así que en septiembre pasado la comuna informó a la UTD que dispone 27 parcelas en la manzana 653 y que el sector cuenta con servicios de agua, energía eléctrica y gas.

«Ahora trabajamos sobre los expedientes de los aspirantes, para poder entregar los listados que después supongo se entregarán a la provincia. El problema es que la demanda que maneja hoy la UTD es de 60 casos, hay mujeres solas con hijos, familias, y hombres solos», graficó Hidalgo.

Aunque Catriel está comprendido dentro del plan de obras del IPPV -según informó Evangeliste- no existe al menos por ahora ninguna confirmación de cuántas serían las viviendas a construir, ni cuándo se iniciarían las obras, y tampoco se ha determinado cuál será el método que se seguirá para concretar la entrega. Sólo se sabe cuál será el terreno sobre el que las casas se ubicarían. Este se encuentra emplazado sobre la avenida Roca, junto a la plaza de Los Mendocinos.

Mientras muchos apelan a soluciones precarias para contar con un techo -es el caso de quienes han ocupado construcciones abandonadas- el problema habitacional en la ciudad es serio y su principio de solución parece depender de la reactivación de la obra de parte del IPPV y de programas especiales, como podría ser la ejecución de casas por «esfuerzo propio».

Una opción para la gente de bajos ingresos

Refaccionar, reparar o construir es posible para quien tiene modestos ingresos, a través de la modalidad que implementó Caja Solidaria de Ayuda para los Rionegrinos S.E., mayormente conocida como «Casa rionegrina»: facilita los materiales, asesora y sigue la obra, para luego recuperar mediante bajas cuotas el costo del material.

Noemí Martínez es la delegada de «Casa rionegrina» en Catriel.

Es raro encontrarla sola en el municipio -donde atiende- pues recibe a cada momento la consulta de personas que desean adherir al sistema que propone la empresa.

«Se priorizan las familias de bajos recursos. Se otorgan materiales de construcción para edificar, mejorar o remodelar viviendas, y para eso el solicitante debe cumplir con una serie de requisitos: tener un terreno para edificar, DNI, recibo de sueldo si lo tiene o una declaración de ingresos ante el Juez de Paz no mayor a los 500 pesos, y una garantía personal», explicó Martínez.

Los interesados reciben un listado de los materiales de los que dispone «Casa rionegrina». Tras optar, se hace un presupuesto y se establece el crédito, que no debe superar en cuatro veces el monto de ingreso mensual.

Se devuelve en cuotas no superiores al 20 por ciento de ese ingreso.

Algo donde vivir es mejor que nada

El parque industrial de Catriel es una triste muestra del pasado de trabajo que floreció aquí: muchas construcciones abandonadas donde funcionaron las bases de empresas prestadoras de servicios a la industria petrolera se enseñorean por el sector, en algunos casos depredadas y escondidas tras la maleza. Pero en varias se percibe la presencia humana. Eva Zambrano vive con su hijo en un galpón largo, que ella acondicionó con un improvisado tabique, que se alza en el predio que ocupó años atrás la empresa Olmatic. Allí llega el agua, pero no el gas o la energía eléctrica. Eva, quien se gana unos pocos pesos vendiendo verduras, dice que ese galpón se lo cedió quien antes fuera el cuidador de la empresa abandonada.

Más allá vive Claudia Sáez, una viuda con cuatro hijos menores, en una vivienda que perteneció a la firma Servicios Industriales. «A mí me prestaron este lugar, pero no consigo trabajo, así que vivo de la ayuda de gente amiga. También me prestan la luz y el agua, pero acá no llega el gas», contó.

Pero quizás el caso más emblemático sea el de José Bernabé Haro Cumín, quien llegó desde Río Grande hace seis años a trabajar a esta zona con la empresa Centauro Fueguina. Es chileno pero vive en Argentina desde el `57 y tiene 54 años.

Cuando la empresa se fue se defendió como pudo, pero hoy vive en la indigencia, habitando con su esposa y una hija de 14 años en lo que fueron las instalaciones de Bandera Servicios Especiales S.A., en Viviana García y Atenas -pleno ejido urbano-.

Llegó hace dos años al lugar por comentarios de un hijo de Sixto Toledano, un anciano que vive en el mismo predio, compartiendo la misma necesidad de agua, gas, energía eléctrica y todo lo demás.

«Vino una vez una señora a decirnos que teníamos que irnos, pero no vino más … pero adónde nos vamos a ir», se pregunta. José es uno más de los que se han acercado a la Unión de Desocupados y al municipio en busca de asistencia. Recibe 200 pesos mensuales por la capacitación que hace en carpintería de obras, ínfima cantidad que no alcanza para revertir su situación. «Si esto (la entrevista) sirviera para algo le agradecería, porque no nos queremos ir de Catriel, adónde vamos a ir … pero es por mi hija ¿sabe?», dice, casi en un ruego.


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