“¿La educación realmente interesa? ¿Cuándo?”
Nadie puede negar el valor que tiene la educación para un país. Sin ella el futuro de ese país y de su gente está muy comprometido. Por eso en los discursos de todo el espectro político es insoslayable mencionar una mejora en la calidad educativa, en la infraestructura y en el bienestar de alumnos y docentes. Pero, como dice el refrán: “Del dicho al hecho hay un largo trecho”. Por ejemplo, leyendo el diario “Río Negro” del 16 del corriente (pág. 8) quedé sorprendida con la nota que informaba que al exsecretario de Obras Públicas de la provincia lo habían procesado por haber pagado, presuntamente, ampliaciones y refacciones de la Escuela Nº 218 de nuestra ciudad como si estuvieran realizadas, cuando aún no habían finalizado las obras. Ampliaciones y refacciones que se lograron gracias a la lucha de docentes y padres durante más de un lustro. Cambiamos de autoridades, pero las actuales repiten cierta indiferencia preocupante. No podemos entender por qué los funcionarios no han respondido a ninguna de las catorce notas enviadas por un grupo de padres durante estos dos años (en esas misivas solicitamos un nuevo edificio para el CEM Nº 21 de Catriel). El colegio Bachiller, como lo conocemos todos, funciona en una instalación prefabricada donada por una empresa petrolera hace 26 años. Ésta era una solución urgente a la necesidad de una nueva escuela debido a la demanda creciente de matrícula. Esa prefabricada (que estaba en carácter de provisoria) nunca fue reemplazada y ha cumplido con creces su vida útil. Es por ello que constantemente hay problemas de todo tipo: eléctricos, pérdidas de gas y agua, roturas de los pisos y las paredes, y baños que no funcionan. Todo esto se traduce en un constante clima de inseguridad para nuestros hijos y en una preocupación diaria para sus progenitores. Quedamos sorprendidos hace un tiempo cuando nos enteramos de que el actual gobierno autorizaba a hacer unas aulas y un salón administrativo adosados al edificio de chapa, lo que convertía al proyecto en un verdadero despropósito. Esto puso en claro que quienes planifican en Viedma nunca visitaron la escuela para ver sus paupérrimas condiciones. El CET Nº 21 (escuela técnica) se logró gracias (otra vez) a la lucha incansable durante cuatro años de un grupo de padres. ¿Es lógico esto? Ahora es común escuchar al plantel político referirse a la obra como: “Es la escuela más grande de la provincia”. Sí, pero no hay que olvidar que el dinero con el que se construye no es de los funcionarios, es de los ciudadanos que contribuimos con nuestros impuestos. Y digo esto porque parece que nos hicieran un favor construyéndonos escuelas, hospitales, asfalto, etc. El jueves 14 se quemó por completo el pabellón donde funcionaba hasta el año pasado el CET Nº 21 y en la actualidad lo hacía la escuela de música. ¿Qué hubiese sucedido si la totalidad de esos alumnos de secundaria todavía concurrieran a ese lugar? La respuesta es muy obvia, pero, siendo benévola, las consecuencias no hubiesen sido muy gratas. Tampoco es ser alarmista si ahora con más razón los padres del colegio Bachiller tenemos una mayor inquietud con las instalaciones aún más deterioradas que el edificio que se quemó. Por eso toda la comunidad educativa del CEM 21 reclama por la construcción de un nuevo edificio que asegure la pervivencia de esta institución educativa porque, de no hacerlo, la disminución de matrícula (las actuales inscripciones a 1º año han bajado en forma alarmante, ya que los padres no quieren mandar a sus hijos a una escuela destruida) terminará por derribar una institución que ha formado generaciones de estudiantes en esta ciudad. Silvia Viviana Domínguez, DNI 18.688.433 Catriel
Silvia Viviana Domínguez DNI 18.688.433 Catriel
Nadie puede negar el valor que tiene la educación para un país. Sin ella el futuro de ese país y de su gente está muy comprometido. Por eso en los discursos de todo el espectro político es insoslayable mencionar una mejora en la calidad educativa, en la infraestructura y en el bienestar de alumnos y docentes. Pero, como dice el refrán: “Del dicho al hecho hay un largo trecho”. Por ejemplo, leyendo el diario “Río Negro” del 16 del corriente (pág. 8) quedé sorprendida con la nota que informaba que al exsecretario de Obras Públicas de la provincia lo habían procesado por haber pagado, presuntamente, ampliaciones y refacciones de la Escuela Nº 218 de nuestra ciudad como si estuvieran realizadas, cuando aún no habían finalizado las obras. Ampliaciones y refacciones que se lograron gracias a la lucha de docentes y padres durante más de un lustro. Cambiamos de autoridades, pero las actuales repiten cierta indiferencia preocupante. No podemos entender por qué los funcionarios no han respondido a ninguna de las catorce notas enviadas por un grupo de padres durante estos dos años (en esas misivas solicitamos un nuevo edificio para el CEM Nº 21 de Catriel). El colegio Bachiller, como lo conocemos todos, funciona en una instalación prefabricada donada por una empresa petrolera hace 26 años. Ésta era una solución urgente a la necesidad de una nueva escuela debido a la demanda creciente de matrícula. Esa prefabricada (que estaba en carácter de provisoria) nunca fue reemplazada y ha cumplido con creces su vida útil. Es por ello que constantemente hay problemas de todo tipo: eléctricos, pérdidas de gas y agua, roturas de los pisos y las paredes, y baños que no funcionan. Todo esto se traduce en un constante clima de inseguridad para nuestros hijos y en una preocupación diaria para sus progenitores. Quedamos sorprendidos hace un tiempo cuando nos enteramos de que el actual gobierno autorizaba a hacer unas aulas y un salón administrativo adosados al edificio de chapa, lo que convertía al proyecto en un verdadero despropósito. Esto puso en claro que quienes planifican en Viedma nunca visitaron la escuela para ver sus paupérrimas condiciones. El CET Nº 21 (escuela técnica) se logró gracias (otra vez) a la lucha incansable durante cuatro años de un grupo de padres. ¿Es lógico esto? Ahora es común escuchar al plantel político referirse a la obra como: “Es la escuela más grande de la provincia”. Sí, pero no hay que olvidar que el dinero con el que se construye no es de los funcionarios, es de los ciudadanos que contribuimos con nuestros impuestos. Y digo esto porque parece que nos hicieran un favor construyéndonos escuelas, hospitales, asfalto, etc. El jueves 14 se quemó por completo el pabellón donde funcionaba hasta el año pasado el CET Nº 21 y en la actualidad lo hacía la escuela de música. ¿Qué hubiese sucedido si la totalidad de esos alumnos de secundaria todavía concurrieran a ese lugar? La respuesta es muy obvia, pero, siendo benévola, las consecuencias no hubiesen sido muy gratas. Tampoco es ser alarmista si ahora con más razón los padres del colegio Bachiller tenemos una mayor inquietud con las instalaciones aún más deterioradas que el edificio que se quemó. Por eso toda la comunidad educativa del CEM 21 reclama por la construcción de un nuevo edificio que asegure la pervivencia de esta institución educativa porque, de no hacerlo, la disminución de matrícula (las actuales inscripciones a 1º año han bajado en forma alarmante, ya que los padres no quieren mandar a sus hijos a una escuela destruida) terminará por derribar una institución que ha formado generaciones de estudiantes en esta ciudad. Silvia Viviana Domínguez, DNI 18.688.433 Catriel
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