La grata noticia de no ser campeones

Marcelo Antonio Angriman*

Argentina no mereció ser campeón de la Copa América y por más que tuvo chances de alcanzar la final, afortunadamente ello no ocurrió. No es ésta una afirmación nublada por el sentimiento, sino por la razón, de cara al futuro.

Antes de recibir el tilde de masoquista o de antipatria, es mi deber aclarar que nada me gustaría más, deportivamente hablando, que ver a Leo Messi alzar un trofeo con la celeste y blanca.

La selección fue a Brasil envuelta en un mar de dudas, sin claridad en su formación y menos aún en su juego. Se ingresó a los octavos de final por la ventana y recién en el tercer partido frente a Qatar comenzó a insinuar tímidamente, a qué jugaba.

Los partidos contra Venezuela, Brasil y Chile evidenciaron un salto positivo tanto en la actitud, como en el planteo táctico-estratégico.Más ¿con ello alcanza para aspirar a ganar un torneo? ¿Es bueno para un conjunto en formación tomar atajos?

Por más antipático que sea, no aparece razonable pretender ser los mejores de América con tan escaso trabajo y con jugadores que poco se conocen entre sí.

Los partidos contra Venezuela, Brasil y Chile evidenciaron un salto positivo tanto en la actitud, como en el planteo táctico-estratégico. Más ¿con ello alcanza para aspirar a ganar un torneo? ¿Es bueno para un conjunto en formación tomar atajos?

Por ello resultan destempladas las declaraciones de Scaloni o las del mismo Messi, cuando al criticar el lamentable tratamiento del Var, entienden que fueron privados de acceder a una final.

Argentina quedó fuera de la final no por el Var, sino porque no tiene un equipo consolidado.

Para aspirar a ser mejores habrá que pasar de ser un grupo a ser un equipo donde cada jugador tenga una función y haya un liderazgo claro que marque cual es la idea y los objetivos a alcanzar.

Para ello con Scaloni u otro técnico de mayor experiencia, será importante que haya rodaje, regularidad, confianza, coordinación y contundencia. Cuestiones todas que requieren de tiempo.

Si de algo ha servido esta Copa es para demostrar que hay jugadores para el recambio como Paredes, Foyth, DePaul, Lo Celso, Acuña, Dybala o Martínez.

A esta altura del análisis se imagina usted ¿cuánta confusión nos hubiera generado avanzar aún más en los puestos de privilegio? ¿ Cuánta desvirtuación hubiese provocado el exitismo en los jugadores y el cuerpo técnico? ¿Cuántas facturas hubieran pasado la ineficiente dirigencia de la AFA?

Argentina tiene vida a futuro siempre que comprenda que no somos los mejores del mundo y que quizás lo más conveniente, en lugar de discutir, sea ponerse a trabajar mirando otros espejos.

Así por estos días la Selección de los EE.UU de fútbol femenino logró un bicampeonato inapelable de la mano de Jill Ellis y en Christchurch, los Crusaders obtuvieron, de manera impecable, su tercer título consecutivo del Superrugby venciendo a nuestros Jaguares.

La franquicia “cruzada” es proveedora de los temibles All Blacks, un equipo en el que poco se declara y en el que hasta el más reconocido de sus jugadores debe limpiar el vestuario. Un representativo al que solo ingresa quien está dispuesto a dejar su legado.

Una selección que transpira mística por todos y cada uno de sus poros y que en lugar de quejarse por el presente siempre aspira a un mejor futuro.

Tan es así que al ingresar a sus filas a cada jugador le hacen recordar una frase que dice: “Una sociedad se hace grande cuando los ancianos plantan arboles que nunca verán”.

* Abogado. Profesor nacional de Educación Física.

angrimanmarcelo @gmail.com.ar


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