La inteligencia artificial se está volviendo realmente inteligente


GPT-3 es un salto gigante en IA. Es lo más cerca que la lógica de los algoritmos ha ido en pos de imitar el lenguaje natural humano, lo que parecía que era lo más difícil de lograr.


Uno de los mayores problemas que enfrentó la inteligencia artificial es que no importaba con cuánta información se la proveyera, siempre había datos de contexto, valores y motivaciones que no podían ser formalizados para que el algoritmo pueda procesarlos. Un ejemplo: toda persona al hablar, además de respetar las normas gramaticales, se guía por situaciones de contexto compartidas con los demás hablantes -eso permite entender frases irónicas y también frases inconclusas-. La inteligencia artificial sigue sin comprender estas cosas (y muchísimas más). Pero ahora existe un lenguaje que le permite a una máquina no solo generar frases complejas, sino también ir aprendiendo de la interacción con otras máquinas hablantes y con personas: es el lenguaje GPT-3, lo más humano que una máquina ha logrado hacer.

GPT-3 es un modelo de lenguaje. Trabaja de manera parecida al “autocompletado” que tienen buscadores como Google o el teclado de los celulares. Pero a un nivel casi infinitamente mayor. Por ejemplo, si a GPT-3 se le dan 2 o 3 frases de un posible artículo sobre cualquier tema escribirá el resto del artículo sin cometer errores. También puede generar conversaciones: las respuestas de la máquina que usa este lenguaje estarán basadas en el contexto de las preguntas y respuestas anteriores.

Para llegar a este punto, además de un nuevo lenguaje -es decir, de una nueva “gramática” capaz de generar frases con sentido- ha sido necesario proveerle muchísima información y un entrenamiento previo descomunal. GPT-3 fue “alimentado” con todos los datos de la Wikipedia (por ahora trabaja solo en inglés), además de millones de páginas web y documentos científicos disponibles en internet. Es un cerebro con todo el conocimiento humano relevante que se ha publicado en internet y a partir de ahí puede responder sobre casi todo lo que se le quiera preguntar.

¿Quién podría saber ahora si los e-mails o cuentas en Whatsapp con las que dialoga son humanas o robots?

Para que se comprenda la dimensión de datos que maneja el nuevo lenguaje: la versión anterior (el más poderoso lenguaje de inteligencia artificial conocido hasta hace un mes, el GPT-2) tenía incorporados 1.500 millones de parámetros (que le permitían casi no cometer errores al desarrollar frases sobre cualquier tema). Esta nueva versión, el GPT-3, tiene 175.000 millones de parámetros incorporados (es decir, más de 100 veces más).

En la web hay muchos ejemplos complejos de cosas sorprendentes que hace GPT-3. En todos ellos lo que más llama la atención no es que el lenguaje realice las acciones complejas (en muchos casos, programación de apps como Instagram o similares, ya en el primer intento), sino que las lleve a cabo ante un pedido realizado por una voz humana que le da la orden en inglés.

En la web también hay muchísimos ejemplos de charlas ridículas mantenidas con GPT-3. Algunas de las difundidas son muy graciosas porque muestran que un robot por inteligente que sea siempre es un robot y que lo suyo es repetir lo que se le enseña (aunque repita algo miles de millones de veces por segundo hay mucho del contexto que sigue desconociendo).

Este lenguaje no es una producción de algunas de las grandes empresas digitales (como Google, Apple o Facebook), sino que es una creación de Open AI, una empresa especializada en Inteligencia Artificial, situada en San Francisco, California, fundada hace apenas 5 años. Esto viene a corroborar que las grandes empresas terminan burocratizándose y perdiendo espíritu innovador: crecen por dominio de mercado más que por nuevas innovaciones.

Aun con charlas ridículas y producción sorprendente de textos prístinos sobre los más diversos temas (incluyendo charlas conceptuales muy complejas, la programación de apps y el diseño de webs, sin olvidar que hace diagnósticos médicos con un alto nivel de efectividad), GPT-3 es un salto gigante en el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Es lo más cerca que la lógica de los algoritmos ha ido en pos de imitar el lenguaje natural humano, lo que parecía que era lo más difícil de lograr.

Por el momento son más las preguntas que las respuestas, pero lo cierto es que se está ante un hito científico. Quizá sea lo más revolucionario que sucedió en el mundo digital desde la difusión del blockchain en 2009 con el nacimiento del bitcoin. Los medios apenas si le han dedicado unas pocas líneas -en gran medida porque no saben de qué demonios se trata-, pero cada vez más ocupará un lugar de privilegio por las innovaciones y cambios que posibilitará.

¿Puede generar problemas? Sí. Quizás no sean problemas como generar una Skynet, la inteligencia que produjo los Terminator para acabar con la humanidad, pero sí muchos e importantes: ¿quién podría saber ahora si los e-mails o cuentas en Whatsapp con las que dialoga son humanas o robots?, por poner solo un ejemplo.

Bienvenidos al reino de la incertidumbre ampliada, eso que vulgarmente conocemos como “el futuro”.


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