La masacre de Huincul fue producto de trece años de peleas vecinales

Alcides Domínguez disparó 20 balazos contra la familia Cofré.

PLAZA HUINCUL (ACC y enviado especial).- La fría noche del sábado, el panadero Alcides Domínguez decidió ponerle fin a trece años de peleas con sus vecinos de casa por medio, los Cofré, con quienes se odiaba.

Un petardo que estalló en el patio de la casa de sus enemigos y que fue adjudicado a uno de sus hijos, insultos que fueron y vinieron, y un ladrillazo, llevaron a Domínguez a disparar más de 20 balazos en dos demenciales tandas que dejaron como saldo tres muertos, un herido grave y a un nene de seis años con la panza perforada.

En el barrio Centenario de Plaza Huincul y aún mucho más allá de sus límites todos sabían que en algún momento algo malo iba a pasar. Nunca imaginaron que el panadero Domínguez, de 52 años, ex empleado de la desaparecida YPF, iba a ser el principal protagonista de una masacre en contra de sus vecinos.

Ni en una ni en otra casa del barrio entregado hace 13 años por el IPVU viven delincuentes, admite la Policía. Los Domínguez y los Cofré eran hasta el sábado a la noche vecinos comunes, gente de trabajo, que se llevaba mal, muy mal.

La locura comenzó poco de después de las ocho de la noche. Y no fue en la calle Adobati, donde están las casas de las dos familias enfrentadas, sino a la vuelta, en una vivienda que nada tiene que ver con los Cofré y los Domínguez.

Resultó ser un presagio de la noche más terrible en el Centenario. Una serie de disparos y los posteriores ruidos de sirenas alertaron a los vecinos que salieron a la vereda para ver qué pasaba. Fue en la casa de Mosconi donde «siempre hay quilombos», dicen los vecinos.

Con todos en la vereda, Omar Cofré, un chapista de 44 años, acusó al hijo menor del panadero Domínguez, que estaba en la puerta de su despensa sin nombre junto a su esposa Elda y uno de sus hijos. La familia de Domínguez dice un ladrillazo voló desde la casa de Cofré, quien se hallaba afuera con su mujer, Margarita Mardonez, de 41 años. Los gritos y los insultos no sorprendieron a los vecinos, acostumbrados a la particular guerra que acumula denuncias policiales y judiciales cruzadas.

«No sé qué le pasó, no lo pudimos controlar… estaba fuera de sí, lo cansaron… le hicieron tantas cosas que lo cansaron…», afirmó Elda Domínguez, la esposa del ex empleado de YPF. El panadero sacó la pistola calibre 9 milímetros que tenía entre sus ropas y a la carrera abrió fuego primero contra Margarita, a quien impactó por lo menos en dos oportunidades, y enseguida tiró contra el hijo de la mujer, Cristian, de 15 años. Después hizo lo mismo hacia la casa 152.

El descontrolado panadero volvió a su vivienda, detrás de la despensa familiar. Sacándose las manos de su hijo Diego que, dice Elda Domínguez, quería calmarlo, el hombre de espaldas anchas y carácter enérgico llegó solo hasta detrás del mostrador. Desde la puerta, con las manos llenas de sangre, «El Flaco» Omar Cofré, presa de una crisis de nervios, lo insultó entre llantos y gritos desgarradores.

El panadero salió como una tromba siguiendo a Cofré. En el camino volvió a disparar contra Margarita Mardonez, quien agonizaba en el piso. Pamela Cofré, de 18 años, quiso interceder; Domínguez le apoyó el arma el pecho, la chica intentó hacerse un lado y quedó de costado. El hombre disparó y ella fue atravesada mortalmente por el proyectil que ingresó por el brazo izquierdo y salió por el derecho.

Con dos patrullas policiales en el lugar y con uniformados apuntando, Domínguez corrió a Omar Cofré hasta dentro de la casa, donde le disparó cuatro balazos, tres en el abdomen y el restante en tórax. El chapista quedó tendido sobre un sillón en medio de un charco de sangre.

«La Policía estaba ahí, mirando y apuntado y no lo paraban. Le decían que baje el arma y el tipo seguía, era una cosa de locos… apuntaba a todos pero disparaba solo contra la familia», contó Uriel, uno de los testigos.

Fue un sargento primero de la Policía el que se puso frente al panadero y le apuntó al pecho con una escopeta Itaka. Domínguez, con su arma humeante, hizo lo propio contra el uniformado. Durante algunos segundos quedaron enfrentados uno contra otro, hasta que panadero bajó la pistola y se entregó. Nadie puede asegurar cuanto tiempo pasó desde que disparó por primera vez hasta que se rindió.

Ayer a la tarde, los testigos tartamudeaban al recordar las escenas de locura y muerte. Una fuente dijo el panadero apretó el gatillo en 22 oportunidades y que diez de los plomos dieron contra miembros de la familia Cofré.

Margarita murió enseguida por tres balazos en el pecho, aunque hubo un cuarto que le rozó el brazo. La bala que atravesó de costado a Pamela le perforó el corazón. Cristian, que llegó muerto al hospital, tenía también cuatro balazos, dos en la espalda y uno en cada tetilla; un quinto que rozó el cráneo. Omar Cofré permanecía internado en estado desesperante en el sanatorio Plaza Huincul, mientras que su hijo de seis años se recuperaba de un balazo que no se sabe en qué momento le agujereó la panza. La otra víctima es una nena de cinco años que recibió una esquirla.

Domínguez está detenido en Zapala; su hijo Diego también fue apresado pero quedará libre. El resto de su familia huirá de Huincul en cuanto pueda.

Falta un ámbito de resolución de conflictos

PLAZA HUINCUL (ACC)- El infierno que se desató la noche del sábado en las 158 Viviendas del barrio Centenario de Huincul, fue la eclosión de una extensa lista de disputas que arrastraban desde hace tiempo dos familias. La resolución de los conflictos vecinales no encuentra una órbita efectiva en esta comarca.

Los conflictos vecinales son casi moneda corriente en la comarca petrolera. Denuncias cruzadas entre unos y otros casos ocupan lugar en las comisarías, la fiscalía e incluso hasta en las oficinas del Juzgado de Paz.

«Una situación como esta no se puede prevenir», dijo a este diario ayer una fuente cercana a la investigación. Agregó que el episodio del sábado «fue la gota que colmó el vaso».

Enseguida explicó que deben existir alrededor de quince casos similares en las distintas barriadas tanto de Huincul como en Cutral Co. El problema es que no existe un ámbito en el que estas situaciones pueden ser resueltas y evitar así que deriven en hechos extremos como lo ocurrido el sábado.

«Este es un tema que no puede resolver la policía», indicó un investigador, quien estimó que la única alternativa posible para apaciguar los ánimos en este caso es la mudanza de una de las familias y evitar así la continuidad de los roces.

Rosa Farías, presidente del barrio Centenario, dijo por su parte que «hace rato que nos reunimos para tratar el tema de la seguridad, y estábamos presintiendo que algo iba a pasar. Pero nosotros tampoco podemos hacer demasiado porque no tenemos cómo lograrlo».

La presidente de la asociación barrial relató que hasta allí llegan notas o acuden vecinos a plantear los problemas reiterados de robos, tiroteos o disputas callejeras.

Muy cerca hubo otro herido, a la misma hora

PLAZA HUINCUL (ACC) – La confusión que reinaba el sábado por la noche, con la cantidad de heridos de arma de fuego en los hospitales locales, no permitió si no hasta ayer establecer que uno de los lesionados pertenecía a otro episodio ocurrido en las 262 Viviendas.

Se trata de un joven de 19 años que fue derivado a Neuquén donde permanece hospitalizado en estado delicado.

Cuando al filo de la medianoche del sábado se dio a conocer en forma oficial la cantidad de fallecidos por disparos de arma de fuego en el episodio de la calle Adobati, se indicó que también existían tres heridos de gravedad. Entre ellos un muchacho de 19 años.

Ayer con el correr de las horas se estableció que el muchacho de 19 años, identificado como Mauricio Fernández, resultó lesionado pero no en el mismo episodio sino en otro ocurrido en las 262 Viviendas de Huincul, a unas tres cuadras de distancia y casi a la misma hora.

El muchacho llegó al hospital del barrio Otaño de Huincul, lesionado como consecuencia de un disparo de arma de fuego. Debido a la gravedad de su estado se dispuso su traslado al hospital Castro Rendón de Neuquén, donde hasta anoche permanecía internado en estado delicado.

Al parecer, el hecho se produjo en el área conocida como «los caños» de esta conflictiva barriada, con muy poco tiempo de diferencia con respecto al hecho de la calle Adobati.

Ayer la policía realizó siete allanamientos para dar con el o los autores de la agresión al muchacho, aunque con resultado negativo.


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