La movilización de Moyano, una radiografía de la fractura en la CGT

Dos de las corrientes que integran la conducción tripartita le dieron la espalda al líder camionero, hoy acorralado por el gobierno y en la mira de los jueces.

Hugo Moyano se impuso una vara alta. “Será la movilización más grande de la historia del país”, anticipó sobre la marcha del miércoles 21 organizada por el gremio de Camioneros. Aunque no lo sea, Moyano ya puede presumir de que la convocatoria terminó con la unidad del movimiento obrero peronista tal como la conocimos en la era Macri. El diseño del “triunvirato” fue efímero: duró un año y medio.

Resulta curioso el recorrido de una marcha que en su origen fue pensada como una reivindicación de derechos de los camioneros. Aunque escondía una protesta contra el programa oficial de reformas, la protesta alcanzó una dimensión que no estaba en los planes. Al menos en los planes del gobierno. Las complicaciones en el frente judicial de Moyano hicieron el resto.

En medio de una sucesión casos de sindicalistas presos por corrupción, el líder camionero está en la mira de varios jueces que investigan maniobras de fraude y lavado que involucran al gremio, un puñado de empresas familiares y al Club Independiente. Todos, dominios de quien es el sindicalista más poderoso del país.

Para Moyano, el gobierno no es ajeno a este panorama que lo inquieta. Y algo de razón le asiste. Las investigaciones judiciales avanzaron en las últimas semanas con el aporte decisivo de información de las agencias oficiales antilavado. Desde el gobierno defienden esa contribución: dicen que, a diferencia de los años kirchneristas, esos organismos hoy tienen independencia y cumplen con su deber.

Detrás de esto hay una cuestión de fondo: el gobierno apunta a que Moyano suscriba las reformas por productividad que impulsa para su gremio en el contexto de un programa más amplio de mejora de la competitividad de la economía. Básicamente, bajar los costos implicará resignar derechos. Lo han aceptado otros gremios, como el automotor, los textiles y los petroleros, en este caso, con foco en el emprendimiento Vaca Muerta. Moyano no parece dispuesto a hacerlo. “Prefiero ir en cana antes que entregar derechos de los trabajadores”, dijo a lo largo de una semana de alto perfil mediático.

El punto de inflexión

La CGT baila desde hace meses con esta música. El punto de inflexión fue la negociación de la reforma laboral que impulsa el gobierno, un capítulo de los cambios que apuró a finales del año pasado. En este caso sin éxito. La central peronista acompañó la iniciativa que fue enviada al Senado junto a paquete de reformas económicas. Allí se frustró.

Moyano mostró una posición ambigua en relación a los cambios en el mundo del trabajo propiciados por Macri. Su sector en la CGT aprobó sin estridencias la reforma acordada con el ministerio de Trabajo. Incluso su hijo Huguito Moyano, un abogado laboralista de bajo perfil, participó de esas negociaciones por la central sindical. Sin embargo, otros de sus hijos Pablo, secretario gremial de la central y actual jefe del gremio camionero, rechazó de plano los cambios en la ley laboral. Puso un dedo en la llaga: insinuó que sin el apoyo de los gremios, el gobierno planeaba sobornar a los senadores para su aprobación.

El ajuste en las jubilaciones desnudó poco después las diferencias en la central peronista. La violencia en las calles del 14 y el 18 de diciembre, cuando se trató en Diputados el cambio en la fórmula de cálculo en las jubilaciones, las llevó al ridículo. La central peronista llamó a un paro de actividades de 36 horas con un plazo de apenas una hora y media de antelación. Sin la participación del transporte público, la adhesión fue insignificante.

En agosto de 2016 se eligió el triunvirato con el que la CGT construyó una frágil unidad. Un año más tarde se empezaron a evaluar alternativas para la conducción.

Si se tuviera que poner fecha a la ruptura, hay que hablar del 18 de enero. El tradicional asado de los veranos de Luis Barrionuevo en Mar del Plata reunió a los sectores más duros del sindicalismo peronista, entre los que aparece el gastronómico y Moyano. Faltaron el sector de los llamados “Gordos”, grandes gremios de servicios, y los “Independientes”, ambos de buen diálogo con el gobierno. Tampoco estuvieron el 31 de enero, en la última reunión del Consejo Directivo, que adhirió formalmente a la marcha de Moyano.

La movilización de los Camioneros es hoy una radiografía de la fractura en el movimiento obrero peronista. La marcha divide aguas y reconfigura la interna gremial. La unidad fue un ensueño. La fragmentación, un rasgo de época, se cristalizó también en el sindicalismo. El gobierno aún evalúa si debería considerarlo como una buena noticia.

La difícil gestión

del “triunvirato”

El “triunvirato” Daer-Schmid- Acuña asumió en la CGT en agosto de 2016, ocho meses después de la asunción de Macri. Era la expresión de las tres corrientes principales del sindicalismo peronista, referenciadas en el camionero Hugo Moyano, el gastronómico Luis Barrionuevo y los “Gordos”, gremios de servicios.

La unidad nació débil. Otras dos expresiones importantes (las 62 organizaciones, del fallecido Momo Venegas, y el Movimiento de Acción Sindical Argentino) no se sumaron.

Aunque resolvieron posponer para el 2020 el debate para consagrar a una conducción única, ya se habla del llamado a un congreso para designar nuevas autoridades. La fractura se dio de hecho.

Moyano mostró una posición ambigua en relación a los cambios en el mundo del trabajo de Macri. Se endureció cuando empezaron las causas judiciales.

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Un complicado frente judicial para el jefe camionero

El frente judicial de Hugo Moyano se complicó e n las últimas semanas después de que se conocieron tres informes de la Unidad de Información Financiera (UIF) que lo comprometen en maniobras de lavado.

• La Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos lo denunció ante e juez en lo penal económico Rafael Caputo por presuntas maniobras de lavado y evasión en operaciones millonarias entre Camioneros y la empresa postal OCA.

• El juez Claudio Bonadio lo investiga por una denuncia de la diputada Graciela Ocaña por fraude contra el gremio. Ocaña amplió el jueves su denuncia, del año 2011. Complica a empresas de su mujer, Liliana Zulet.

• Junto a su hijo Pablo, fueron imputados en una causa que investiga una presunta asociación ilícita, encabezada por el barrabrava de Independiente Pablo “Bebote” Álvarez, que habría defraudado en millones de pesos al club de Avellaneda, del que padre e hijo son actuales presidente y vice. La denuncia se presentó ante el juez de garantías de Lomas de Zamora, Gabriel Vitale. La causa ha tenido un fuerte impulso de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.

• Moyano también enfrenta una causa ante el juez federal de Quilmes Luis Armella por lavado de dinero de fondos de Independiente a través de empresas relacionadas con el sindicato.

“Volvió a ser

feo, sucio y malo”

La unidad de los gremios peronistas fue un ensueño. La fragmentación, un rasgo de época, se cristalizó también en el sindicalismo.

duró la unidad en la CGT, entre la elección del triunvirato, el 22 de agosto de 2016, y la fractura de hecho en la conducción, el 31 de enero último.

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Moyano mostró una posición ambigua en relación a los cambios en el mundo del trabajo de Macri. Se endureció cuando empezaron las causas judiciales.
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El secretario general del gremio de canillitas y miembro del secretariado general de la CGT, Omar Plaini, dijo ayer que el gobierno nacional “busca esmerilar al sindicalismo porque es el único contrapoder que tiene”, y respaldó a Hugo Moyano, sobre quien consideró que pesa una “campaña para aislarlo y perseguirlo”.
“Si Moyano no hubiera dicho nada sería rubio y de ojos celestes, pero hoy volvió a ser feo, malo y sucio. Hay una campaña mediática muy fuerte alentada desde el Poder Ejecutivo con todas las barbaridades que se están diciendo de mafias. Se generaliza y es una barbaridad. Por seis o siete casos nos juzgan a todos por igual, es un horror que se haga eso”.
La unidad de los gremios peronistas fue un ensueño. La fragmentación, un rasgo de época, se cristalizó también en el sindicalismo.

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