La muerte de Solange: obtusos e insensibles

En esta semana se multiplicaron las evidencias de maltratos similares hacia ciudadanos

Redacción

Por Redacción

¿Tan insensible se puede ser frente al dolor de un padre urgido por ver a su hija con cáncer terminal? Un padre que -por si el dolor no contara para los burócratas pandémicos- llevaba la autorización para viajar por un caso especial de salud, se hizo un hisopado de covid que finalmente dio negativo y fue obligado a volver con humillación adicional: custodiado por móviles como si fuera un sujeto peligroso. Pero, sobre todo, este hombre llevaba el apremio de abrazar y confortar a su hija en estado delicado, a la que no veía desde febrero, tras emprender un viaje de 1.200 kilómetros.

Una vejación semejante no cabe en el sentido común.

En esta semana se multiplicaron las evidencias de maltratos similares hacia ciudadanos. Además de este padre de Plottier, estuvo el caso de la familia de Roca que en Huinca Renancó fue retenida por más de 13 horas, pese a tener toda la documentación en regla para circular, incluido el hisopado. Volvía de Bariloche adonde habían viajado para acompañar a una hermana tras el fallecimiento de su pequeña hija.

Y está el caso de la docente con su hijo pequeño que no dejaban ingresar a Villa La Angostura. Debieron pasar la noche en el auto ateridos por las temperaturas bajo cero.

El celo de las autoridades sanitarias y sus intérpretes policiales por contener la migración en la frontera provincial se entiende frente al aumento de contagios, ¿pero no hay resquicios en los decretos emitidos para un mínimo gesto de humanidad? ¿Qué utilidad tiene una autorización a viajar por casos de salud, si luego hay procederes obtusos e inclementes con las anteojeras puestas solo para «cumplir el protocolo»?

Es tarde. Solange murió. Lamentablemente no conmovió la súplica que ella misma escribió en una carta: «Hasta mi último suspiro tengo mis derechos». Ni antes la dramática denuncia del padre y el sonoro ruido que hicieron los medios de comunicación. Sólo quedó la esperanza de que esta vez sí dejaran pasar al padre para el entierro.

Ya no únicamente la jerarquía policial cordobesa y las autoridades del COE (que se negaron a hablar en estos días pese a las denuncias); los gobernantes deberán explicar determinaciones que vedan afectos en situaciones límites, dotan de autoritarismo a los que deben interpretarlas y ponen cepos innecesarios a los derechos ciudadanos.


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