La odisea de Ricardo en la montaña: “Me quedé sin agua y tuve que comer nieve”

El joven que fue rescatado en la laguna La Kika contó cómo sobrevivió al frío y la montaña. “Varias veces pensé que no lo iba a lograr”, relató desde su casa.

Una odisea fue realmente la que pasó Ricardo Maffeis, un joven de 25 años que estuvo desde el viernes a la tarde hasta el domingo al mediodía perdido en la nieve. Su historia tuvo un final feliz y hoy no tiene más que palabras de agradecimiento para los más de 150 personas que colaboraron en su rescate.

Todas esas horas las pasó sin comer y acompañado solo por lo que se llevaba en su mochila. Su celular se quedó sin batería en medio de la travesía.

“Por suerte comí muy bien antes de salir”, relató Maffeis en diálogo con RÍO NEGRO.

Entre los elementos llevaba un termo con agua caliente. Cuando se le acabó el líquido empezó a comer nieve, y después buscó de un arroyo. Sus conocimientos para formarse como Guardaparque fueron la clave para su supervivencia.
Su historia inició el viernes a las 14 cuando se dirigió a la zona de la laguna La Kika.

“En un momento la visibilidad arriba empeoró drásticamente. De repente se largó un viento blanco”, contó a un día de volver a su hogar en perfecto estado de salud.

Cuando quiso retomar por el camino por el que había llegado, no pudo encontrarlo por la nula visibilidad que había en ese entonces. Intentó volver siguiendo unas cañas, pero tuvo un accidente: “Me resbalé por un filo, y por suerte no me golpeé, pero fui a parar cerca de unos piedras. Ahí me asusté mucho”, confesó.

Justo en ese momento pudo ver a lo lejos unas lengas ayudado por una linterna que había llevado. “Bajé por un cañadón de nieve onda y me metí debajo del lengal y estuve toda la noche”, relató para contar cómo pasó la primera noche.

“No había nada que no fuera nieve y hielo. Estar ahí me salvó sino hubiera sido imposible haber resistido”, aseguró. Escarbó “y se quedó acostado entre la lenga, una porción de tierra y acurrucado con mi mochila”.

Lo más difícil fue caminar por la nieve en zonas profundas. Había lugares que se armaban unas bateas. Son lugares para meterse con raquetas”.

Ricardo Maffeis en diálogo con Río Negro.

“Temblaba mucho”, recordó y mencionó un episodio que lo asustó: escuchó una avalancha muy cerca de ahí.
Durante el tiempo que pasó perdido contó que “varias veces pensé que no lo iba a contar”, pero recalcó que siempre tuvo esperanza. “Pensaba mucho en mi familia”, dijo.

Reiteró que sabía que la clave era no lastimarse, por eso cada recorrido que hizo lo pensó detenidamente. También que una mala decisión “podía costarme la vida”.

El sábado, el segundo día en la montaña, el clima fue más hostil y la visibilidad era muy escasa. Esa jornada caminó casi sin pausa desde que amaneció hasta la noche, subiendo un cañadón.

Ya con el final de la luz del día, bajó a otro cañadón y volvió a protegerse debajo de una lenga. Por ese mismo lugar emprendió el camino que lo llevaría más tarde hasta la Estancia Pailacura, el sitio donde fue encontrado.

El sábado en la noche tuvo una señal que lo llenó de energía. Escuchó un helicóptero sobre volar la zona, aunque dijo que no lo pudo ver porque la escasa visibilidad del clima.

“Después de la segunda noche agarré mis cosas y empecé a caminar por un arroyo, habían cascadas pero sabía que las iba a pasar por el costado con facilidad”, contó el joven.

Después de la segunda noche agarré mis cosas y empecé a caminar por un arroyo, sabía que las iba a pasar”.

Ricardo Maffeis en diálogo con Río Negro.

Dijo que, ya más decidido, comenzó a marchar por un arroyo, donde en algunos puntos el agua le llegaba hasta la cintura, pero no le importó porque “sabía que ese valle me iba a sacar”. Había visto descender horas antes un helicóptero cerca de la zona, por lo que dedujo que cerca había una picada para poder seguir.

En el medio de tanta hostilidad y con un horizonte cubierto todo de blanco, la gran señal de esperanza la tuvo cuando se encontró con unas pisadas y heces de vaca. Estaba seguro que había alguna estancia cerca. Fue de hecho el preámbulo de su encuentro con un lugareño del lugar que, justamente, era uno de los que participaba en su búsqueda.

“En un momento pasé un alambrado y ahí fue cuando me encontré con unas personas que venían en un tractor. Fue una alegría inmensa”, contó Ricardo.

Recalcó la calidez y la atención que recibió ahí con los pobladores de la Estancia Pailacura que lo encontraron y luego de la Comisión de Auxilio.

Tras el anuncio del hallazgo un helicóptero de la Provincia fue hacia la estancia y luego lo trasladó al hospital Ramón Carrillo, en donde permaneció internado toda la noche del domingo en observación.

El abrazo con sus padres, al arribar a la cancha de polo del Ejército Argentino, fue una imagen que conmovió a la provincia.
Distintas patrullas, coordinadas por Mario Faúndez, desde el sábado hicieron un gran despliegue en su búsqueda.

Participaron bomberos voluntarios, la brigada de incendios y comunicaciones del Parque Nacional Lanín, miembros de la Comisión de Auxilio (CAX) Gendarmería, Ejército, GEOP de la Policía de Neuquén, baqueanos, personal de distintas estancias, enduristas y operadores de drones.


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