La preocupación que atravesaba a Menem: cómo sería recordado

A través de sus frases puede comenzar a despejarse la duda que agobia al exmandatario.

Antes de dejar el poder formal, seguramente mucho antes de 1999, el ahora fallecido expresidente Carlos Menem tenía una preocupación: cómo sería recordado por la sociedad argentina. Con el paso de los años se fue haciendo una idea de qué significaba para la Nación. Incluso eligió aferrarse a las muestras de apoyo, que no abundaron tras el final de sus dos mandatados, y volvió a las urnas, pero no le alcanzó. A través de sus frases, que la crónicas periodística de la época retrataron al detalle, puede comenzar a despejarse la duda que agobia al exmandatario.

No podría existir una mejor forma de repensar el lugar que ocupará Menem en la historia argentina, y de un tiempo político singular, que en un Menem por Menem.

«Síganme, no los voy a defraudar fue la fundación», fue el slogan de campaña en 1988, lo usó en la interna en la que derrotó a Antonio Cafiero y en la que anticipó que no sería segundo » de nadie». Fue del mismo período «salariazo y la revolución productiva».

El 8 de julio en su discurso de asunción sus dichos ya revelaba un giro. «Recibí un país en llamas», dijo y volvió a repetir durante mucho tiempo para diferenciarse del gobierno Radical de Ricardo Alfonsín. El mismo día en el Congreso lanzó: «Voy a gobernar para los niños pobres que tienen hambre y los niños ricos que tienen tristeza», agrandando un discurso de Evita.

«Argentina, levántate y anda», fue uno de los recursos discursivos bíblicos que usaba el expresidente y que solía refrendar con «a los tibios los vomita Dios». Luego usó el «pobres habrá siempre, lo dijo Jesús», en una frase que no necesitó explicación.

En 1993, aún en la presidencia, sufrió el primer golpe de salud y fue intervenido por una obstrucción en la carótida: «Nadie muere en la víspera», fue su referencia.

También tuvo idas y vuelta con sus pilares de gobierno. Del exministro de Economía Domingo Cavallo y del exgobernador Eduardo Duhalde, dijo que fueron el mejor ministro y el mejor gobernador de la historia. Se le asigna al expresidente haber dicho de Cavallo, cuando el ministro fue echado del Gobierno: se va a cansar de caminar los pasillos de Tribunales. Sobre el bonaerense fue una descalificación: no compito con mediocres.

El todavía utilizado en las charlas populares «estamos mal pero vamos bien», fu usado para sostener el paradigma del derrame económico. «Ramal que para, ramal que cierra», fue quizá la frase más emblemática para describir la desregulación del Estado y las privatizaciones.

«Yo soy el padre del modelo» y «yo vuelo como las águilas; ellos se arrastran como las víboras», develaba el Menen que empezaba a perder popularidad y salía a la confrontación.

Sobre la Alianza, que le arrebató el poder en 1999, la primera vez que el peronismo perdía una elección presidencial en manos de otro signo político, dijo «me hacen acordar a la Unión Democrática».

Menem ganó con casi el 50 por ciento. Su promesa fue aniquilar la desocupación y la frase que sintetizó su campaña fue el recordado «a triunfar, a triunfar».

Luego vino la relación con Estados Unidos y con George Bush padre: «somos del mismo palo». Le siguió «la Ferrari es mía» para abrir el costado frívolo y cholulo del exmandatario.

«Hay semiplena prueba, cuando responsabilizó a Irán por la AMIA», fue la cita recordada sobre la voladura.

También tuvo otras que fueron difíciles de comprender en su época (y ahora): «Vamos a recuperar las Malvinas a sangre y fuego» dijo en Ushuaia y después completó «antes del 200 flamerá la banera en las Malvinas».

También proyectó un país potencia al decir «la Argentina va a estar entre los diez países más poderosos de la Tierra». Le siguió la archirepetida «atravesaremos la estratosfera y en dos horas estaremos en Japón». Fue en Salta para una apertura de cilco lectivo.

Las agudas crónicas del periodismo de la época recordaron un el cierre de un discurso donde «el Dios los bendiga» de Menem fue alterado por un desconcertante «Dios los ayude». Un furcio que no necesita explicación.


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