La presencialidad: el nuevo desafío

Volver a las aulas implica construir una realidad diferente a la conocida. El regreso genera la ilusión del encuentro pero, dadas las condiciones epidemiológicas, cada escuela debe definir cómo afrontar lo pedagógico y lo social, con la participación de todos los actores.

Sonó el timbre para entrar. El comienzo del ciclo lectivo 2021 y el regreso a las clases presenciales está en marcha en un momento que reina la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia. Los docentes desean el regreso a las aulas. El anhelo es compartido por las familias, niños, jóvenes y toda la sociedad, pero nuevos interrogantes sobre lo pedagógico, lo emotivo y lo social dominan en las escuelas.

Durante el año que pasó, los docentes de la noche a la mañana tuvieron que modificar su forma de trabajar, de compartir con otros, de planificar y dar respuestas a qué y cómo enseñar en un contexto de pandemia.

La semana que pasó, profesores y maestros reunidos en las escuelas, todavía sin alumnos, se encontraban con problemas edilicios, pero también con varias preguntas sin respuestas, sobre cómo será el nuevo año. El comienzo llegó con el apuro de la vuelta a la presencialidad, pero en la práctica, exigirá un nuevo desafío: que el docente se desdoble en dos y cubra una parte virtual y otra presencial.

En el ingreso de cada escuela hay alcohol en gel y una persona que le toma la fiebre a todos los que ingresan. Foto Juan Thomes.

Laura Rossi es maestra de primaria de General Roca, pasó 25 años de su vida al frente de un aula. El año pasado, trabajó en condiciones que no había imaginado, enseñó, aprendió y deberá seguir aprendiendo.

“Tenemos que educar sin contacto físico. En la tarea docente, si bien los vínculos se pueden sostener desde la palabra, siempre está el abrazo, el tomar la mano, el beso. Lo mismo para los chicos ¿Cómo van a hacer para jugar sin jugar, sin contacto ¿Cómo les vamos a enseñar a compartir sin que puedan tocar las cosas del otro? El acto más simple de prestar un lápiz o convidar una galleta al que no tiene, este año no se podrá hacer”, analizó.

Cada escuela se adaptará a los protocolos desde su propia realidad. En la primaria que trabaja, se separó a cada curso en dos grupos que irán semana de por medio (la mitad del curso está presencial una semana, la otra virtual y se irá alternando).

Los chicos que estén en casa tendrán tarea para hacer y el maestro estará a cargo. Los que lleguen a la escuela deberán ingresar de a poco y tardarán 45 minutos en hacerlo, por lo que planifican que el docente en ese tiempo se conecte con los que estarán virtual.

Un patio marcado por burbujas, un aula en el que hay que separar, mantener distancias, a Laura Rossi le recuerda a la vieja escuela, en la que cada chico se sentaba atrás del otro y no tenía permiso de pararse, de hablar. Una escuela que la sociedad había acordado dejar atrás, por ser impropia para este tiempo.

La vuelta a la presencialidad moviliza a amplios sectores de la sociedad. Foto Juan Thomes.

“Volver a la presencialidad es necesario. Encontrarnos con el otro sin que haya una pantalla en el medio. Si no, no se pueden percibir muchas cosas, al encuentro cara a cara, no lo reemplaza nada. Los chicos necesitan estar con sus compañeros, en la escuela, que es el lugar que los incluye, que los contiene. Que les organiza los tiempos a ellos, a las familias y a nosotros, porque en la virtualidad estuvimos todo el tiempo conectados”, dijo Laura Rossi.

La vuelta en marcha

El jueves, en la escuela secundaria ESRN Nº 9 de General Roca, los docentes estaban en las aulas, separados en grupos. Cada área trabajaba el diseño de la complementación y promoción de alumnos de 5to año.

Debían coordinar con los jóvenes, para ver cómo recuperarán si no pudieron promocionar. En la dirección, entraban y salían personas, los porteros acomodaban nuevos cestos de basura, se analizaban los protocolos que debían cumplir y se diseñaba de qué manera hacerlo.

Los docentes planifican en grupos, por áreas, cómo será el nuevo año. Foto Juan Thomes.

Viviana García Blanco, es directora de la ESRN Nº 9, tiene 28 de docencia y hacía una lectura de cómo afrontan el nuevo tiempo. “Es un construir juntos día a día. En algunas cosas es prueba y error. Hay un diseño de protocolos pero cada escuela lo va armando de manera conjunta de acuerdo a su particularidad. La presencialidad es importante, pero más importante es la salud. Si no hay resguardo de la salud hay que esperar y si lo hay, hay que avanzar. Lo pedagógico es fundamental e implicará un nuevo desafío, que se afrontará de a poco”, dijo para comenzar.

Destacaba que muchas veces del lado de los estudiantes, como de los docentes, se viven angustias o ansiedad por lo que vendrá. El escenario es complejo, sus alumnos tienen realidades distintas y, el año pasado, padecieron varios problemas además de la falta de acceso a la conectividad. Los docentes debieron revisar cómo llegar a chicos sin celulares, sin computadoras, pero también cómo ayudar a los que no tenían para comer.

“Aparece un nuevo desafío complejo, veremos duplicada la labor entre el que hoy te toca presencial y el que le toca virtual”.

Viviana García Blanco, directora de la ESRN 9 de General Roca

Los desafíos pasados marcaron una revolución y también muchos aprendizajes. Debieron usar herramientas tecnológicas, desarrollar estrategias y, más allá del esfuerzo, la llegada no fue al 100% de los chicos.

Ramona Bordón profesora de biología desde hace 16 años, sostuvo que están con la mejor voluntad, después de año pasado muy significativo.
“Ayudamos al alumno con todo nuestro tiempo y ahora vamos a tener que proyectar desde la presencialidad. Creo que es muy necesaria. No sabemos qué pasará, pero me motiva venir, hablar con los compañeros, armar proyectos. No quiero estar más en casa y quiero interactuar con los chicos”, dijo.

Desde marzo del 2020, muchas familias vieron las complejidades por las que tuvo que pasar la profesión, y el reconocimiento a la labor docente surgió de amplios sectores como novedad. A su vez, los últimos meses, una parte de la sociedad cargó las tintas sobre los docentes para exigir la vuelta a clase.

“Si para toda la sociedad fue difícil, también lo fue para los docentes que trabajamos desde nuestras casas, con hijos, con familiares de riesgo. Debería haber más empatía, hicimos todo lo que pudimos, pusimos nuestros recursos, estuvimos a cualquier hora o cualquier día de la semana”, dijo Karina Lavecini, profesora de Ciencias de la tierra.

Deben insistir en la prevención, fortalecer los vínculos, atender lo pedagógico y lo social. Foto Juan Thomes.

La docente y sus colegas subrayaban que es importante que en esta vuelta haya insumos para la higiene e información para los chicos.
Tendrán la nueva misión de fundar un espacio físico diferente al conocido, que garantice los cuidados necesarios –con no más de 15 chicos por curso y 1,5 metros entre cada uno– para que nadie se exponga a ningún riesgo. Analizaban que no se pueden tocar, compartir y si el año tuvieron que aprender la virtualidad, este año combinar la virtualidad y la presencialidad va a ser aún más complejo.

“Veremos duplicada la labor entre el que hoy te toca presencial y el que le toca virtual. Será trabajar dos cosas a la vez y una cuestión de paciencia, con uno mismo, con el compañero que tal vez no sepa tanto, con los directivos que reciben resolución tras resolución. No bajar los brazos y hacer las cosas lo mejor posible será la clave”, concluyó Viviana García Blanco.

Una educación con llegada a todos

En el 2020 se comprobó que la capacidad para adaptar el ciclo lectivo a la virtualidad estuvo condicionada por el nivel socio-económico de las familias, y reveló altos niveles de desigualdad en la continuidad pedagógica. Ahora, se debe revisar lo aprendido y monitorear las medidas que se implementarán en el 2021.

“No se pueden tocar, interacturar será una prueba para todos. Lo más importante es que esté la información y los insumos”.

Karina Lavecini, profesora de ciencias de la tierra

“No se sabe a ciencia cierta cuanto de todo llegó y a cuantos, eso se podrá comprobar este año. Seguro habrá cosas que profundizar, cosas que haya que volver a dar. Confiamos en que algo se aprendió, pero no sabemos si el 100%. La desigualdad social, la falta de conectividad, de computadora, pintó un escenario en el que es difícil evaluar”, dijo Laura Rossi, maestra de primaria.

Foto Juan Thomes.

La docente subrayó que este año hasta que se acostumbren a lo nuevo será un desafío en el que deben insistir en la prevención, fortalecer los vínculos, pero mas allá de impartir conocimientos, muchas veces deben estar más con lo social que con los contenidos. La directora del la ESRN Viviana García Blanco, acordó con este punto.

Se debe ajustar la garantía de que la virtualidad pueda llegar todos. El año pasado se consiguió que se den datos a chicos que no tienen recursos. Hubo cuadernillos, fotocopias que la escuela pagó con el aporte que hacen los alumnos. Pero hasta tuvimos que comprar bolsones de útiles y se hicieron colectas de comida, colchones, ropa. La brecha entre los que no tiene nada y los que sí, se hizo más evidente y es ahí donde la escuela deja de ser solo escuela y avanza sobre esas otras cosas que no están cubiertas”, concluyó García Blanco.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios