La prevención, clave para evitar incendios estructurales

Maximiliano Wutzke (*)

Los incendios en la Amazonia no han parado de crecer desde enero de este año y están consumiendo lentamente el pulmón verde de nuestro planeta. Los incendios estructurales proliferan cada vez más (y con resultados cada vez más devastadores) en las zonas urbanas; y se originan tanto en las viviendas más humildes de quienes buscan resguardarse del frío con estufas y hogares antiguos con fuentes de energía inflamables (combustibles, gas, resistencias eléctricas) o fuego directo, como en edificios de vivienda, oficinas, centros comerciales y fabriles.


¿Cuál es la principal causa de todos ellos? La falta de prevención. Hace semanas se viene hablando de la responsabilidad del gobierno brasileño por su desinversión en materia de prevención de incendios forestales en beneficio del desarrollo industrial y urbano. El edificio que se incendió recientemente en Corrientes y Esmeralda es otro ejemplo de un accidente que se podía haber evitado. Y si se podía haber evitado, no es un accidente: es negligencia.


“No sonó la alarma, ni nadie nos avisó del incendio. Escuchamos gritos y bajamos por las escaleras. Cuando nos acercamos al quinto piso, el suelo quemaba. Los extintores estaban vencidos y no había salidas de emergencia”, de esta manera describió un huésped el infierno que tuvo que vivir junto a sus hijas, mientras intentaban escapar del edificio envuelto en llamas ubicado a pocos metros del Obelisco. Tras un intenso operativo, dos mujeres murieron, cuatro personas sufrieron quemaduras de más del 60 por ciento del cuerpo y 112 tuvieron que ser asistidas en el lugar, de las cuales 52 fueron trasladadas a diferentes centros de salud.


Si sumamos los controles cada vez más superficiales a la falta de información de los particulares sobre cómo prevenir incendios y combatirlos una vez desatados, se genera un cóctel peligrosísimo que afecta fundamentalmente a las personas que menos responsabilidad deberían tener en materia de prevención.


Es por ello que desde la Cámara Argentina de Protección Contra Incendios (Cemera) lanzamos la campaña “Al fuego lo combatimos entre todos”, destinada a concientizar a la sociedad sobre cómo colaborar en la prevención de incendios, cómo combatir (en la medida que esté a su alcance) pequeños focos de fuego y conocer las regulaciones en materia de Protección Contra Incendios (PCI) y cómo denunciar irregularidades, para así contribuir de manera solidaria a cuidarnos entre todos de la amenaza del fuego.


En materia de Protección Contra Incendios se distinguen sistemas de protección activos y pasivos. Los últimos no intervienen directamente en la extinción del fuego, su objetivo es velar que los daños y pérdidas inherentes a un incendio sean lo menor posible y contemplan desde el diseño arquitectónico para evitar la propagación, recubrimientos resistentes al fuego, pinturas con reacciones extintoras en caso de fuego o morteros ignífugos; pero no son observables a primera vista del ojo no entrenado y sólo son reconocibles mediante una inspección adecuada. Pero también existen los sistemas activos, que son fácilmente observables por todos. Éstos incluyen:


* Dispositivos de inicio de alarma o de emergencia real: pueden ser manuales o automáticos (palancas o botones de alarma) que alertan sobre fuego o peligro de fuego.
* Sistema de bombeo contra incendio: compuesto por mangueras, bombas, válvulas, tuberías y otros componentes acoplados a una fuente de agua. Deben estar en lugares de fácil acceso y ser de manipulación simple para que cualquiera pueda hacer uso de ellos.
* Detectores de humo, CO2 ó temperatura.
* Rociadores o sprinklers: generalmente activados por los anteriores.
* Extintores / matafuegos: además de chequear su accesibilidad, debe controlarse permanentemente que estén cargados y no estén vencidos.
* Escaleras de asalto y escaleras extensibles: fundamentales para la labor de los bomberos en combate de incendio o evacuaciones.


Las regulaciones sobre cuáles de todos estos elementos son obligatorios varían en cada jurisdicción y dependen del tipo construcción y su uso, pero debe entenderse que a mayor cantidad de estos elementos estén presentes en los sistemas de PCI, más seguros estamos.


La suma de controles cada vez más superficiales y la falta de información de los particulares sobre cómo prevenirlos y combatirlos, es un cóctel peligrosísimo.



Para denunciar cualquier irregularidad, uno debe saber cuál es el organismo de control y fiscalización y qué dice al respecto; y si considera que la normativa atenta contra la seguridad, debe denunciarlo al organismo de aplicación del estamento superior. Lo burocrático de estos procesos suele desalentar a los particulares a realizar las denuncias, poniendo en riesgo muchas vidas.  


(*) Presidente de la Cámara Argentina de Protección Contra Incendios (CEMERA).


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