Las clases virtuales en la universidad alteraron todos los planes

Luego de un 2020 complicado el actual ciclo termina el primer cuatrimestre sin presencialidad. Hay materias prácticas que no pueden dictarse.

Casi por un costado del debate acerca de la virtualidad en la educación inicial, primaria y media, las universidades arrastran también su propio dilema sobre cómo asimilar los tiempos de pandemia, con un esquema en el que conviven las clases remotas con alguna presencialidad acotada y temporal, para los contenidos prácticos.

En la zona andina, existen asignaturas y hasta carreras enteras que requieren presencialidad de forma inevitable, como las de Teatro y la tecnicatura en Viveros (de la Universidad Nacional de Río Negro) o Enfermería, Educación Física y varios profesorados que ofrece el Centro Regional Universitario Bariloche de la Universidad Nacional del Comahue. También las tareas de laboratorio de las ingenierías y de Acuicultura, por ejemplo, son irreemplazables.

En todos los casos hubo virtualidad estricta desde marzo de 2020 y durante varios meses, seguida por una apertura muy parcial a la presencialidad desde el segundo cuatrimestre de ese año, que volvió a tropezar con nuevas restricciones desde fines de abril, cuando se instaló la segunda ola de Covid.

El saldo no se hizo esperar: muchos alumnos no son residentes en la ciudad y decidieron volver a sus sitios de origen. Algunos perserveraron con las clases vía web y otros perdieron el vínculo. También los profesores se vieron afectados, porque abundan los que presentan “factores de riesgo”, por edad o patologías preexistentes, y todavía no fueron alcanzados por la campaña de vacunación.

El decano del Centro Universitario Regional Bariloche, Marcelo Alonso, reconoció que surgieron algunas quejas porque no todos entienden el contexto crítico. La alteración en el dictado de clases y la postergación de prácticas desbarató los planes de muchos alumnos avanzados que tenían previsto recibirse en 2020 y debieron postergar sus proyectos.

“Hay quienes expresaron su molestia porque la pandemia les impide terminar sus cursadas y recibirse. Y exigían que la universidad les de una solución, Pero no es posible y hay que entenderlo -dijo Alonso-. Cuando el mundo está hecho pedazos y se muere gente por todos lados, hay planes que deben ser redefinidos”.

En ese centro universitario hubo suspensión de algunos finales y también se readecuó el calendario de las prácticas presenciales que son condición obligatoria para acceder al título en carreras como Educación Fisica o Enfermería.

Alonso explicó que no es sencillo reprogramar ese tipo de clases porque “los gimnasios cerraron por razones sanitarias” y también las escuelas medias, donde dan sus prácticas los estudiantes de profesorado. Hubo acuerdo en que esto último no se puede reemplazar por la virtualidad.

“Hasta que no haya presencialidad regular en las escuelas esto está ahí, clavado”, reconoció Alonso.

En la UNRN la situación no llegó a tales extremos. El vicedecano local, Diego Aguiar, dijo que la toma de finales se adaptó a la virtualidad y no hubo atrasos. Las graduaciones también se cumplieron en término y habrá un nuevo acto de colación el próximo lunes.

Señaló que las clases remotas fueron una complicación para muchos estudiantes y en la sede de El Bolsón “el rendimiento fue menor” porque un buen porcentaje viven en parajes rurales donde no tienen buena conectividad. Pero no hay estadísticas fehacientes.

A quienes lo requirieron la universidad les otorgó becas para contratar internet a razón de 1.000 pesos por alumnos. En la UNCo hubo también becas similares y se entregaron chips telefónicos que permitían acceder a portales educativos sin consumir “datos”.

Lo que viene

En la sede andina de la UNRN no hubo atrasos académicos pero sí ocurrió en el CRUB, donde reprogramaron las cursadas prácticas de 2020 para este año y todavía no se completaron del todo. Las del 2021 quedaron para el segundo cuatrimestre, aunque todo es incertidumbre.

“Si damos clases virtuales no es por una decisión propia”, aclaró Aguiar. Dijo que el plan es volver progresivamente a las clases cara a cara y “por eso la UNRN continúa con la construcción de un edificio de 1.800 metros cuadrados con ocho aulas próximo a inaugurarse, en la calle Anasagasti” y planea seguir con otro de 3.600 m2.

El vicerrector de la UNRN subrayó que “si hubiera una decisión de prolongar la virtualidad no se invertiría en edificios nuevos y tal vez se invertiría ese dinero en mejorar los servidores de internet”. Igual hubo replanteos obligados como el “desalquiler” de al menos dos locaciones que usaba la UNRN y que desde el año pasado no usó, por la cancelación de clases presenciales.

Aguiar señaló también que la nueva realidad impuesta por la pandemia deparó varios cambios en la universidad, como “una mayor disponibilidad tecnológica, docentes más capacitados y un desarrollo de nuevas carreras que pueden dictarse a distancia. Se abre un abanico de nuevas ofertas”.

Alonso dijo que entre otros cambios, detectaron este año un ingreso más voluminoso, porque “hay chicos que se inscribieron desde Jujuy, Buenos Aires y otros lugares alejados, sin plan de viajar y con la idea de cursar virtual mientras se pueda”.

Señaló que la matrícula elevada es un problema porque la nueva modalidad no admite clases numerosas y en algunos casos hay que dictarlas tres o cuatro veces. Para peor, el presupuesto es estrecho y no tienen margen para ampliar el plantel docente.

La voz estudiantill

Los inconvenientes que deparó la suspensión de clases presenciales en la universidad (a diferencia de lo que ocurrió con los niveles menores, donde los padres están más involucrados) quedaron en parte invisibilizados, pero no por ello dejaron de generar conflictos.

En las casas de altos estudios, si hubo planteos y reclamos fueron asumidos en forma directa por los estudiantes. En la UNRN, por ejemplo, pidieron y consiguieron que las clases quedaran grabadas, para quienes no pudieran conectarse “en vivo” en el horario prefijado, algo que en primera instancia fue resistido por algunos docentes.

El presidente del Centro de Esudiantes del CRUB, Ezequiel Cuminao, dijo que hubo una deserción muy importante a causa de la virtualidad forzada. Aunque no la cuantificó, estima que entre los ingresantes 2020 alcanzó el 70%. Muchos volvieron a sus ciudades de origen para ahorrarse el alquiler en Bariloche y con el tiempo perdieron toda conexión.

Señaló que lo más perjudicial para él y sus pares es la incertidumbre. “No sabés nada de lo que va a pasar la semana que viene, el mes que viene, necesitamos previsibilidad”, dijo Cuminao. Explicó que la presencialidad de algunas clases y la modalidad para la toma de exámenes no depende de una decisión central de la universidad sino que es “a libertad de cátedra”.

Según el dirigente estudiantil “los que están a punto de recibirse son los que la pasan peor”, porque los finales se postergan y se pierden correlatividades. Entendió que “la pandemia es algo grave” y todos deben colaborar con las medidas, pero a su juicio hace falta que “los docentes brinden más alternativas para resolver casos puntuales”.


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