Las madres en lucha se organizan para visibilizar los casos de abuso y acoso

Desde hace un tiempo, un grupo de mujeres de diferentes edades se reúnen para visibilizar los casos de acoso y abusos que tienen como víctimas especialmente a niñas y niños, aunque también a personas adultas. Entre ellas se contienen y acompañan desde el momento en que se realiza la denuncia judicial y la causa llega a una sentencia. Se convocaron entre ellas y se nombraron “Mamás en lucha”.

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Se las empezó a observar afuera de la oficina judicial de Cutral Co, con carteles, megáfonos y pancartas cuando hay una audiencia de formulación de cargos o se avanza en el juicio por los delitos de acosos o abusos sexuales. En general, acompañan a las familias de las víctimas porque se encuentran en una situación vulnerable ante lo que les ocurre.

“Somos mujeres autoconvocadas y, en realidad, nos empezamos a encontrar cuando en agosto nos reunimos por un caso de abuso hacia dos niñas”, explica Mirta Quiroga. Desde ese día, empezaron a organizarse. “Desde ese momento, hubo gente que se fue enterando y nos llamaba para que las ayudemos”, señala.

En ocasiones, ocurrió que las personas –que en general son familiares de las víctimas- vieron a las integrantes de Mamás en Lucha en el lugar y se acercan a pedirles ayuda. Y ahí empieza la red de contención que se hace con las herramientas y recursos que ellas mismas fueron buscando porque, según indicó Mirta “no tenemos formación en nada, solo lo que vamos aprendiendo por los mismos casos”.

Lo primero que preguntan al familiar o a la propia víctima -en el caso que sea mayor de edad y se acerque por sí misma al grupo-, es si radicaron la denuncia y si están de acuerdo en visibilizar a la persona denunciada.

“Cuando salimos a hacer una acción y a nombrar al abusador lo hacemos siempre y cuando haya una denuncia antes y si quieren que se haga público. No salimos a nombrar a nadie si la familia de la víctima no está de acuerdo”, describió.

A lo largo de estos diez meses, y a pesar de la pandemia, con los resguardos del caso llevan adelante las acciones. Algunas de las situaciones que les tocó atravesar fue estar afuera del edificio judicial, donde se llevan adelante las audiencias por un caso puntual y que se acerquen otras personas que también estaba en la instancia judicial por un abuso sexual.

En la experiencia que han acumulado en estos meses, observan que en el proceso desde que sale a la luz la situación de acoso o violencia sexual, contra niñas, niños, o adolescentes, el grupo familiar de la víctima debe atravesar un proceso muy difícil porque “los tiempos de la justicia no son los mismos que los nuestros”. Y si alguien es familiar de un niño o niña abusados “queremos que ya salga todo, y eso no es así”.

De todos modos, en este recorrido aprendieron a llevar adelante la denuncia, hacer el seguimiento, aprender los términos jurídicos y hasta a entrevistarse con los funcionarios judiciales.

En general, si todavía no existe una denuncia –tanto en la Comisaría de la Niñez y la Familia, CENAF Nº 4 o en fiscalía- acompañan a las víctimas y hasta las trasladan para cerciorarse de que lleguen y que les sea tomada.

Durante todo este tiempo, esta organización también se encontró con situaciones que son de violencia de género y si bien las asisten en un primer momento buscan la conexión con otros grupos dependencias oficiales que aborden la problemática.

Desde la organización la queja que plantean es la demora que se observa en las denuncias de abuso. A modo de ejemplo, mencionaron una causa que desde que fue radicada la denuncia hasta que hicieron la cámara Gesel a la víctima, menor de edad, pasaron más de tres meses. “Y hasta que no se haga la cámara Gesel que corrobore el abuso no les brindan asistencia psicológica”, indicó la mujer.

Empezar a realizar acciones de este tipo en una zona donde la población no es tan grande y “todos se conocen”, suele generar cierto temor. En una oportunidad, la organización acudió a hacer una visibilización a un presunto abusador en el barrio General Belgrano –ex450 Viviendas- de Cutral Co.

Como se escribieron pintadas en la vereda de la casa y utilizaron el megáfono, alguna persona llamó a la policía y llegaron los móviles. “Se armó una batalla campal porque unos chicos del barrio, cuando vieron a la policía empezaron a tirarles piedras a los móviles. La policía los empezó a correr y ahí se armó un lío, que ese día si nos dio miedo y nos fuimos del lugar”; indicó Marta Quiroga.

En otras oportunidades, reciben amenazas por redes sociales y una sola vez les enviaron una carta documento. Son las consecuencias de estar en una zona donde la mayoría se conoce, según sostienen. U otra consecuencia es que cuando la persona denunciada es reconocida, “no nos creen porque es buena persona o porque va a la iglesia”, como les supieron decir. “Lo peor es que la gente no reacciona hasta que les pasa y es muy feo”, agregan.

Desde la organización indican que todas las semanas observan la aparición de casos de abuso contra niños o niñas por eso entienden que es necesario hacer la denuncia. Aunque todavía está el pensamiento o el temor a la vergüenza, o que algunos integrantes de la propia familia sugieren que si ocurrió hace mucho tiempo “ya pasó” y entonces es mejor dejarlo así, por lo que pelean también contra esos prejuicios.

Si bien la mayoría de las personas conoce que existe la CENAF Nº 4 para hacer las denuncias, las integrantes de la agrupación entienden que es necesario ampliar la información sobre los programas o dispositivos que están funcionando y si dependen de la justicia, de los municipios o de provincia.