Las marcas en el cuello parecen un punto clave
Desmoronaría la versión de la defensa, que apunta a que la joven se suicidó. Incluso, el forense determinó que Sewald presentaba signos de haber sido agredida.
ROCA (AR).- La muerte de Adriana Paola Sewald, conmocionó a los vecinos de Cervantes en noviembre de 2005. La joven fue hallada muerta en un canal secundario de riego, y el resultado de la investigación policial determinó que Juan Carlos Laurín, su novio, quedara detenido.
Ayer, en la Cámara Segunda del Crimen, el imputado comenzó a ser juzgado por el delito de homicidio. Y desde el vamos se mostraron dos posturas bien marcadas: una es la del defensor Gerardo Tejeda que sostiene la versión del imputado, quien aseguró que Sewald se arrojó al canal para quitarse la vida. La otra es la del querellante Oscar Pineda, quien al igual que la acusación de la instrucción de la causa, apunta a demostrar que se está ante un crimen.
La caída de Sewald al agua se produjo durante la noche del 3 de noviembre de 2005 o en los primeros minutos del día siguiente. Nadie vio a Laurín empujar a su novia. Sin embargo, él reconoció que había estado en ese momento junto a ella, y que cuando se alejó unos 50 metros, su novia le gritó, se arrojó al canal, y no la pudo sacar.
Que estuvo en el lugar del hecho no hay dudas, ya que la madre de la víctima, escuchó ladrar el perro de un vecino, y cuando fue a ver qué pasaba, lo vio a Laurín sobre un puente y agarrándose la cabeza.
La hipótesis del suicidio encontró, al menos en la primera audiencia, algunos elementos que le restan credibilidad.
La primera es que la víctima había estado tomando clases de natación hasta un año o año y medio antes en el club Del Progreso de Roca. La profundidad del canal era de 47 centímetros y la correntada no significaba un peligro para quien se metiera. «Durante el verano, se bañaban los chicos del barrio», dijo Ana Flores, la madre de Adriana.
El del forense Ismael Hamdan, quien dijo que si un suicida realmente toma la determinación de quitarse la vida, lo logra. Pero el dato más relevante que surge es cómo se explicaría entonces las lesiones que el forense detectó en el cuello de Sewald, y que según dijo «serían de momentos antes de la muerte por la falta de granulación».
«Las lesiones no son compatibles con las de un suicida», dijo.
Además, Hamdan señaló que al realizar la autopsia detectó «lesiones corporales leves, pero que indican que existió una agresión. Todas fueron producidas antes del deceso, y antes de caer al agua».
Ante una pregunta de Tejeda, Hamdan descartó que las lesiones podrían haber sido por el canto rodado que había en el fondo del canal. También hizo referencia a las lesiones que sufrió en el cráneo. «Fueron cuando estaba con vida. Son golpes que pueden provocar desmayos».
De todos modos, durante las horas anteriores a la muerte de la joven, la pareja habría mostrado un comportamiento extraño. Así lo señaló Néstor Hueche, propietario de una confitería de
Cervantes a donde la pareja solía concurrir.
«Esa noche pidieron una pizza. Adriana no quiso tomar nada y Laurín bebió una gaseosa. Sobró bastante pizza. Pero lo que más me llamó la atención es que estaban como con las miradas perdidas. Cada uno miraba para un lado distinto, aunque nunca fue una pareja que llamara la atención», indicó.
El juicio continuará hoy con otros cuatro testigos.
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