Libros: «El caballero que cayó al mar»

Una verdadera joya. Escrita en 1937 y reeditada hace algunos años, “El caballero que cayó al mar”, es una novela muy breve, tan bella como profunda.

Henry Preston Standish. Recordaremos siempre este nombre. Porque hay mucho relatos de náufragos, pero la soledad de este náufrago sin isla ni tabla de salvación, es tan bella como conmovedora y profunda.
Henry Preston Standish es un hombre de 35 años, un hombre de negocios; un clásico inglés, conservador, atado a sus rutinas y costumbres. Está casado, tiene dos hijos, es un banquero de Wall Street con una vida medianamente ordenada, previsible, mesurada, aburrida.
Pero Standish entra en crisis, y de un día para otro lo deja todo para lanzarse a la aventura de viajar en barco. Y viaja bastante, de aquí para allá. Pero eso no importa, porque cuando está a punto de regresar a tierra , para reencontrarse con su mujer y sus hijos, y sin sentirse tan profundamente cambiado como su crisis lo requería, se resbala en la cubierta y cae al mar.


“Cuando Henry Preston Standish cayó de cabeza al océano Pacífico, el sol empezaba a trepar por el horizonte oriental. El mar estaba calmo como una laguna; el clima tan templado y la brisa tan suave, que era imposible no sentirse gloriosamente triste”. Así empieza esta bellísima novela de H. C Lewis.


Desde el mar, Standish ve alejarse la silueta del Arabella, el carguero en el que él y otros pocos pasajeros viajaban. Nadie se da cuenta de su caída porque es el amanecer y todos aún duermen.


Y así, en la inmensa soledad del mar y aún con la esperanza de que alguien vea que él falta, Standish flota, piensa y espera ser rescatado.


Cada uno de los 6 capítulos marca un cambio en el pobre náufrago. Lo que al principio parece un absurdo y puede leerse con la risa que genera el humor negro, va tornándose cada vez más angustiante y más filosófico.


Al principio, Standish se siente avergonzado por el error de caer, piensa en la vergüenza de ser rescatado, en qué les dirá a los otros pasajeros; luego se enoja con los tripulantes del barco por no notar su ausencia, luego con su familia, y luego con la vida.

Pasado el enojo, llega la angustia, y el dolor físico (Standish pasa 13 horas flotando). Y también llega la reflexión, la incertidumbre. Porque allí, en ese medio calmo y abrumador, Standish siente algo por primera vez. Y nosotros, asistimos como público preferencial a sus dudas existenciales: ¿Qué salvamos de esta vida? ¿qué relaciones son las que nos marcan?, ¿por qué tenemos tanto miedo a disfrutar?.


“El caballero que cayó al mar” es uno de esos libros para leer de corrido (sobre todo los últimos), porque la realidad que crea el escritor es absolutamente envolvente. Y porque antes de que ocurra lo que tenga que ocurrir, Standish se convertirá en alguien a quien recordaremos siempre.
A él, que volvía a ver a su familia sin ningún cambio profundo a la vista, hasta que el mar -profundo si lo hay- lo obliga a cambiar. Aunque sea demasiado tarde.


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