Los animales no son ajenos a la depresión

Tanto aquellos que aún realizan números en los circos -en algunos países- como en perros y gatos domésticos, la pérdida o ausencia repentina del dueño o cuidador es una de las causas más fuertes.

Los perros y los gatos pueden caer en la depresión a causa de situaciones como la separación o muerte de su dueño hasta el punto de llegar a conductas autodestructivas, como rascarse hasta sangrar.

La depresión es el “estado final de un estrés crónico”. En el caso de los animales, este trastorno se manifiesta con conductas extrañas, como lamerse demasiado hasta perder el pelo, perseguirse la cola, cazar moscas inexistentes y, en ocasiones, aumento de la hostilidad sin razón aparente.

Así lo señala el veterinario Norberto Calandra, de Cipolletti. “Las mascotas pueden deprimirse después de intentar adaptarse a un ambiente nuevo y no lograrlo”, enfatiza.

“En los perros, por ejemplo, los métodos de entrenamiento basados en el castigo y el trato violento los llevan a actuar, primero, de forma extraña y finalmente como lo que se conoce como ‘indefensión aprendida’, la cual es la manifestación de un estado de depresión”.

“Lo mismo puede suceder a los animales del circo, a causa del adiestramiento y los constantes castigos”, asegura Calandra.


“Los caninos son animales que necesitan estar acompañados -comenta el profesional- y el dejarlos solos y en encierro por tiempos prolongados les produce una profunda tristeza; igual sucede si se encuentran en condición de hacinamiento en un lugar reducido que les imposibilita moverse”.

Los gatos pueden presentar síntomas de depresión ante la falta de un humano. Sin embargo, esto es más frecuente cuando existe un ambiente poco enriquecido y falto de estímulos.

Cuando un gato está triste se queda demasiado quieto, su actividad es casi nula y en su caso, la depresión se presenta cuando el ambiente en el que se encuentra es muy hostil».

Norberto Calandra, veterinario Cipolletti.


Para evitar que los animales se depriman, se recomienda observar cotidianamente su comportamiento y ver si presentan alguna anormalidad.

De ser así, es necesario llevarlo con un veterinario para una revisión. Si el diagnóstico es que se encuentra sano, entonces se debe consultar a un etólogo -especialista en comportamiento animal- para ayudarlo a salir de ese estado.


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