Los custodios de los lagos en Bariloche

Los 40 guardavidas de Bariloche revalidan sus títulos año tras año. La dificultad de trabajar en aguas bajo cero, la imprudencia de los locales y la falta de baños en las playas públicas.

Unos 40 guardavidas custodian los 9 balnearios habilitados de Bariloche. Poco después del mediodía, ocupan sus puestos en cada una de las playas y ya no sacan sus ojos del lago. De tanto en tanto, se escucha el sonido estridente de algún silbato cuando algún nadador imprudente se escapa del boyado de la playa.

Si bien el plantel se renueva año tras año, la mayoría de los guardavidas tiene asignadas las mismas playas desde hace años.

El calor de la última semana empujó a turistas y residentes a las playas (Foto: Marcelo Martínez)

Oriunda de la zona sur de Buenos Aires, Julieta Tedesco es una de las pocas que viene a Bariloche solo para trabajar la temporada de verano. Desde hace 11 años, la mujer se establece en la ciudad a fines de noviembre para revalidar el título a través de un examen en la pileta y de 500 metros en el lago.

“Me enteré por un amigo. En ese momento, la convocatoria era de boca en boca. Con los años, logramos una convocatoria pública y abierta”, planteó esta profesora de educación física que arrancó como guardavidas hace 20 años en los parques municipales de Buenos Aires.

Tedesco reconoció que “todos los días, intentamos nadar, caminar la playa, conocer la gente y cómo se mueve todo. El contacto con la naturaleza que brinda Bariloche no te lo brinda otro lugar. Me fascina el mar pero Buenos Aires es intenso”.

Desde que llegó a Bariloche, trabaja en la casilla de la playa del Centro, ubicada debajo del Centro Cívico. “Una de las más lindas”, reconoció.

Si bien es un balneario pequeño, se caracteriza por el constante recambio de gente. “En otras playas como el Gutiérrez, la gente pasa todo el día. Mi playa es la primera que descubre el turista en Bariloche. Por eso, muchas veces, también nos preguntan y terminamos derivándolos a otros lugares”, dijo.

Años atrás, Juan Manuel Guiraldes, otro profesor de educación física y ferviente amante de la natación, decidió hacer el curso de guardavidas en la Cruz Roja en Capital Federal. Hace 12 años que trabaja durante la temporada en las playas de Bariloche y hoy es coordinador de tres playas (Centro, Centenario y Melipal). Ante alguna licencia, cubre los puestos de sus compañeros.

“Cada playa tiene su atractivo pero las más concurridas son las que más me gustan. Centenario recibe más público local; la del Centro, muchos estudiantes y turistas de paso que se quedan un par de horas y se van. Playa Bonita está dividida entre juventud y familias”, expresó Guiraldes.

Hay 9 playas habilitadas en la ciudad (Foto: Marcelo Martínez)

Consideró que los barilochenses son los más imprudentes. “Como están acostumbrados al agua, el público local sobrepasa el boyado y hay que decirles. Pueden meterse más allá pero cuanto más se alejan de la costa, más vamos a tardar para rescatarlos”, advirtió Guiraldes.

Los guardavidas consideran que las características del lago son similares en todas las playas aunque el muelle de la Playa Moreno, conocida como “la playa del viento”, la vuelve un poco más peligrosa ya que la gente opta por tirarse desde ahí. Por lo general, son barilochenses quienes más la visitan.

Pablo Ortega tiene asignado ese balneario desde hace siete temporadas (aunque hace 12 que trabaja los veranos en Bariloche).

“Estoy enamorado de esa playa. Le hace honor a su nombre pero cuando no hay viento, es un paraíso. Tiene agua muy pura y no se si podrá decirse lo mismo de las playas del centro”, señaló Ortega.

“En este caso, aclaró, el peligro está dado por el muelle que convoca a mucha gente. Es un atractivo para todas las edades. Les gusta estar ahí, mirar, hacer saltos así que hay que estar atentos para que no caiga uno encima del otro o no se empujen”.

Otro de los peligros, recalcó, es que los kayaks se den vuelta con el viento. “Después cuesta subirse. El viento te aleja el kayak y quedás solo”, dijo.

Ortega recordó que frente a la playa de viento, se encuentra la playa sin viento en Colonia Suiza. “Hay gente que empieza a remar en esa zona donde no les pega el viento. De pronto, empieza a pegar y al no poder vencer la fuerza del viento, terminan atravesando todo el lago. Hubo casos graciosos hasta otros más preocupantes de gente con hipotermia”, indicó.

Recordó que en una ocasión, dos personas cayeron al lago desde un kayak. Uno de ellos logró subirse a la embarcación pero el otro no y el viento los alejó. “Fue difícil encontrarlo y vivimos momentos de mucho nerviosismo. Intervino hasta Prefectura”, dijo.

Otra dificultad a la que se enfrentan los guardavidas es que cuando hace mucho calor, la gente se zambulle de golpe en el lago sin tener en cuenta la temperatura del agua.

“En la plata del centro, tenemos que estar muy atentos con los egresados. Entran todos juntos, se van todos hasta la boya. Siempre sabemos que vamos a tener que buscar a alguno. Y nunca falta el que decide nadar cuando estamos por cerrar el puesto”, relató Tedesco.

Y agregó: “Lo cierto es que terminás teniendo mucha onda con la gente. Ayer vino una nena que nos conoce desde hace 7 años. Ahora está más grande y nos decía que sus amigos van a Bonita. ‘Ah, nos estás traicionando’, le dijimos en broma”.


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